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Los ecuatorianos y su ‘día del civismo’ que no se relaciona con el militarismo

Los ecuatorianos y su ‘día del civismo’ que no se relaciona con el militarismo
02 de marzo de 2017 - 00:00 - Pedro Reino Garcés, historiador/cronista oficial de Ambato

Por Decreto Ejecutivo # 324 del presidente Carlos Julio Arosemena, del 25 de febrero de 1948, se declaró el 27 de febrero como Día del Civismo ecuatoriano. A más de izar la bandera de modo público, se estableció realizar el Juramento a la Bandera, situación modificada para realizarla el 26 de septiembre como Día de la Bandera, desde 2014.

Disposición que tiene más coherencia. Este hecho y esta rememoración dan muchas aristas para debate y esclarecimientos históricos. Como estamos argumentando nuestro ensayo sobre enfoque de identidad, partamos de esto último. Los ecuatorianos tenemos un ‘día del civismo’. Los diccionarios nos remontan al latín para ubicarnos por el civismo en campos de la ‘civilización’. Esta tautología hace que los ecuatorianos seamos vistos como gente que prioriza  conductas que nos apartan de la barbarie, sobre todo de lo agreste o rural, según la etimología. Un civilizado en un urbanizado.  

Quien mantenga normas de conducta respetuosas con los demás, respaldadas por la ley, es quien encarna valores cívicos. Todavía en nuestro medio, ser respetuoso de las leyes, por absurdas que sean, es referirse a un ente depositario del civismo. Así, en nuestro diario vivir, se entiende como civismo al cumplidor de disposiciones que impone el Estado. El que haga lo contrario, no solo que puede ser  considerado inculto, sino un terrorista, un anarquista, un subversivo. Pero lo que ha ocurrido además y por el manejo de la ritualidad que estamos comentando, es que el civismo, para nosotros es sinónimo de militarismo.

Pero, ¿Cómo es esto que los ecuatorianos pusimos como hito del civismo a una fecha en donde las armas, las balas, las intrigas, la pólvora, el desangre, la muerte y toda la barbarie entre hermanos se pusieron en evidencia? ¿Nunca supimos el concepto primario de la palabra civismo?    

Frente a estos desatinos de vergüenza pública, alguien corrigió y dijo con mayor propiedad que se celebraba el Día del Ejército Ecuatoriano. Pero por salir de un boquerón, cayeron en otro peor: todavía no nacía el Ecuador como república, puesto que el 27 de febrero  se rememora la batalla de Tarqui de 1829, en la que se enfrentaron soldados llamados colombianos contra soldados llamados peruanos. Digo ‘llamados’ porque al frente de los opositores peruanos estuvo el general José Domingo La Mar, vinculado por su nacimiento a  la Audiencia de Quito (12 de mayo de 1776).

Vista desde otra perspectiva, la batalla de Tarqui es la primera guerra civil republicana suramericana derivada de la codicia militar que movería intereses político-económicos durante gran parte del siglo XIX. Y para engranar con nuestro argumento identitario, este sería otro hito frustrante para tenerlo como orgullo nacional. La pregunta con fondo de ecuatorianidad sería ¿cuáles fueron los protagonistas que aportaron al orgullo de ecutorianidad para que digamos que a destiempo se tomó como  triunfo de la futura nueva república? El único y más claro personaje de este suceso es justamente  el cuencano  General La Mar, que está en el bando contrario. Esto revela una desesperación del Estado  por buscar hitos identitarios con substancias gelatinosas, así como sitios emblemáticos, los que también entran en los elementos simbólicos que sostienen el orgullo nacional.  

En los discursos que con motivo del Juramento a la Bandera y al Día del Civismo Ecuatoriano oíamos por aquellos tiempos, la cresta del orgullo era saber que “4.000 bravos colombianos derrotaron a 8.000 peruanos”. Nos hacían imaginar que valíamos el doble que los vecinos. Pero cuando leí una aclaratoria de Sucre que desmiente el número de participantes, cosa que nunca lo dijeron ni dicen en estas rememoraciones, el ‘civismo’ nos desencanta y hasta nos hace sentir frustración. Sucre en carta a Bolívar habla sobre la participación de alrededor de 1.500 soldados colombianos y otro tanto de peruanos. Dice: “cuando el hecho es  que solo fueron mil quinientos de los nuestros los que entraron al combate. Como este fue comprometido no habiendo aún claridad, los enemigos creyeron que un solo batallón los derrotó y no han salido de su error hasta ver nuestros detalles…”.

Y miren no más que casi ha sido intocado el manifiesto de Antonio José de Sucre, relativo a lo sucedido en Tarqui. (O)

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