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Historia y conmemoraciones entre 1930-1955

Historia y conmemoraciones entre 1930-1955
19 de diciembre de 2016 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Entre 1930 y 1962 existió en Guayaquil el Centro de Investigaciones Históricas, la primera comunidad organizada de historiadores en nuestro medio que se dedicó a recopilar documentación histórica sobre la ciudad y la provincia creó un boletín y se dedicó a realizar investigaciones sobre su pasado.

Una de las líneas que trabajó el Centro de Investigaciones Históricas fue el tema de la memoria, una noción estrechamente ligada al pasado. El historiador francés Pierre Nora sostiene que la memoria es “la economía general del pasado en el presente”, es decir, a través de ella, el pasado se convierte en una aspiración del presente.

En la relación pasado-presente afloran las memorias, cuya distintas versiones configuran ideas y representaciones de tiempos históricos y/o míticos que se transmiten mediante rituales públicos y recordatorios que fortalecen sentidos de cohesión e identificación grupal. Esos rituales son las conmemoraciones, entendidas como las celebraciones de los hechos del pasado que son dignos de ser recordados, de modo que existen ‘economías de la memoria’ no exentas de ‘políticas de la memoria’ que las engloban, dentro de un horizonte ideológico, político y cultural.

A la hora de identificar las aspiraciones y utopías sociales, también debemos leer los proyectos y visiones particulares que tienen las sociedades humanas sobre el pasado. Por ello, resulta importante reparar en la construcción de imaginarios basados en la idea de conmemorar o recordar las ‘gestas’ comunitarias.

En el caso de la primera asociación de historiadores que tuvo Guayaquil, sus miembros establecieron desde el inicio que uno de sus objetivos era trabajar en la divulgación histórica. Ello implicaba estudiar los acontecimientos más destacados de la historia, entre los que se encontraban aquellos que pudieran ser recordados en la memoria colectiva. Por ello, casi todos sus actos públicos estuvieron relacionados con celebraciones y recordatorios de eventos históricos considerados relevantes para la sociedad guayaquileña de los años treinta, cuarenta y cincuenta.

Como expresa el filósofo e historiador Tzvetan Todorov, la memoria, “como tal, es forzosamente una selección: algunos rasgos del suceso serán conservados, otros inmediata o progresivamente marginados, y luego olvidados”. Pero, ¿qué acontecimientos privilegiaron los historiadores del Centro de Investigaciones Históricas y fueron incorporados al canon de las celebraciones patrióticas?

Para responder a esta pregunta identificamos un listado de las conmemoraciones y aniversarios celebrados por el Centro de Investigaciones Históricas, entre 1930 y 1954: Centenario de la creación de la república (1930); centenario de la muerte del Libertador Simón Bolívar (1930); centenario de la toma de posesión ecuatoriana en las islas Galápagos (1932); centenario del nacimiento del poeta Numa Pompilio Llona (1932); centenario del nacimiento de Juan Montalvo (1932); centenario del nacimiento de Juan León Mera (1932); cuarto centenario de la muerte del inca quiteño Atahualpa (1933); bicentenario del arribo de la Comisión Geodésica Francesa (1936); cuarto centenario de la fundación española de Guayaquil (1937); centenario del nacimiento del investigador Francisco Campos (1941); centenario del nacimiento de Federico González Suárez (1950); centenario del nacimiento de José Toribio Medina (1952) y centenario del nacimiento del Hermano Miguel (1954).

Esta selección apunta a que los historiadores del Centro de Investigaciones Históricas privilegiaron las conmemoraciones de personajes de la historia, especialmente gobernantes, políticos, escritores e historiadores; es decir, personajes de las élites políticas y culturales, todos varones, quienes representaron el saber letrado y la tradición, como parte de lo que Pierre Bourdieu llama el capital cultural como “factor de excelencia social”.

Hay que entender, sin embargo, que ningún discurso cultural opera sobre un vacío histórico, sino que se va construyendo procesualmente en el tiempo. De modo que el método positivista de estos historiadores liberales que en el fondo eran conservadores -si bien la mayoría se identificaba políticamente con el Partido Liberal-, ligado a una mentalidad tradicional, abonó a la construcción de un pensamiento social que bebió de muchas fuentes, pero que apuntalaron discursos funcionales a una historia oficial cercana a los proyectos e ideales de los sectores dominantes. (O)

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