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Cine en la era de las polaridades
Spike Lee hace cine comprometido y político. La confirmación es Infiltrado en el KKKlan (2018), sobre un policía afroamericano, en la década de 1970, que penetra en las redes del Ku Klux Klan, una “organización” racista ultraconservadora, para denunciar su actividad y su ideología en una Norteamérica de supuesta libertad y convivencia. Infiltrado en el KKKlan deconstruye el racismo imperante en la sociedad; tal racismo conlleva fanatismos que derivaron en la formación de las Panteras Negras, un movimiento armado que quiso frenar la hegemonía y los abusos del poder “blanco”. Sin embargo, cuando el policía ingresa a las redes del KKK, percibe que el mismo discurso racista persiste y se manifiesta con la violencia. Alrededor de lo anterior, la pregunta que plantea Lee es abierta: ¿por qué Norteamérica no reconoce que la construcción de país es gracias a la diversidad cultural, racial y hasta ideológica? Su película manifiesta que sobre los afroamericanos se tamizó el odio político interclasista. Así el cine (por ejemplo, El nacimiento de una nación de David W. Griffith y Lo que el viento se llevó de Victor Fleming) sirvió para construir una imagen donde el “negro” era una perturbación en el corazón de la nación “blanca”; pronto se sumó el odio a los judíos y ahora la repugnancia a los latinos y cualquier otro que no sea de la “raza pura” liberal erigida como la emprendedora y líder del mundo. Nada tan falaz como tales imágenes y que siguen siendo esgrimidas por los fanáticos neofascistas que incluso se han hecho del gobierno. Si la anécdota es cómo un afroamericano se mete en las entrañas del KKK para poner de manifiesto que tanto afros como “blancos” son igualmente racistas y fascistas, lo importante de Infiltrado en el KKKlan es la denuncia de esa polarización que hace tanto daño a alguna comunidad ética y que los políticos de toda índole agarran como bandera.
Lee muestra que la polarización ha reaparecido con Donald Trump, un gobierno que hizo que afloren los peores sentimientos encontrados de nacionalistas y fanáticos ultraconservadores contra la diversidad y la inmigración. El problema es que esto es similar en Latinoamérica también donde los extremismos ideológicos de izquierda han sembrado las semillas para que renazcan políticos y sectores sociales que claman por la eliminación sistemática de la diferencia. Infiltrado en el KKKlan, por ello, es una película aleccionadora, precisa para los tiempos actuales. (O)