Ecuador, 25 de Abril de 2024
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El Telégrafo
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La posibilidad de cambiar el tiempo

El final del ciclo de Los vengadores con Avengers: Endgame (2019) de Anthony y Joe Russo es una reedición de las historias de los superhéroes a partir del problema que suscita Thanos, el malvado representante de la muerte, al provocar el exterminio de superhéroes y de seres humanos.

Los sobrevivientes toman conciencia y deben ir al encuentro de aquel semidios para quitarle las gemas que habrían cambiado el destino de la humanidad.

El punto de partida es sencillo, incluso cuando se ve que los superhéroes son cualquier ser humano, con debilidades y potencias, haciendo las tareas de casa.

Avengers: Endgame literalmente humaniza a los superhéroes, pasando más allá de su caricatura, mostrándolos como seres que llegaron a su límite y que ahora se dedican a sus familias. Hecho notable, en este contexto, es este asunto, la cuestión familiar, lo que nos aleja a esa línea de tiempo de los antiguos superhéroes e historietas donde lo primordial era el individualismo como expresión de la supremacía cultural de una sociedad consumista que defendía sus valores.

En Avengers: Endgame lo confluyente es la familia y sus principios. Cuando los superhéroes se dan cuenta del potencial de las gemas, construyen su máquina de tiempo, aprovechan de las posibilidades de la física cuántica y no solo restauran el orden “natural” de las cosas, sino que afrontan lo que ellos habían perdido: su relación con su pasado, su naturaleza.

La cinta es evocativa: al localizar en el origen al superhéroe lo que se logra es restituir no su naturaleza mítica, sino su conflicto con el padre o con la madre, es decir, con la propia familia. El filme es un juego de espejos donde todos se identifican y reconocen lo que les hace potentes y débiles a la vez.

En esta dirección Avengers: Endgame es un tímido logro: el capitán América, otrora símbolo del pasado norteamericano “vencedor” de guerras, sabe que puede recuperar lo que la historia le ha hecho perder: la posibilidad de su propia familia. ¿Acaso no es este el dilema actual de la sociedad norteamericana? Y si aquel pasa el escudo a su colega, Falcon, un afroamericano, es como un guiño al reconocimiento del nuevo defensor de la América posmoderna.

Mientras para algunos sectores la diversidad cultural sigue siendo un conflicto, en el universo Marvel la posibilidad de que los afros dirijan la política occidental es un hecho. (I)  

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