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Análisis

Moreno rompe a la oposición y esta se ajusta a sus límites

Moreno rompe a la oposición y esta se ajusta a sus límites
Foto: EL TELÉGRAFO
07 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Política

El libreto fue trabajado para que el domingo ocurriera un cambio radical en el escenario político y con ello se logre influir en la definición electoral del domingo 19 de febrero. Y pasó todo lo contrario: ni el show armado para poner a ‘Capaya’ como el gran contradictor ni, en esencia, el peso de los opositores sirvió para esos propósitos.

El resultado: Lenín Moreno se afirma en el primer lugar de las preferencias y su relato político adquiere más peso y autoridad.

En definitiva, el domingo Ecuador pudo constatar lo que las redes sociales niegan con su virulencia y fanatismo, los medios privados tergiversan con su militancia y los analistas no ven por su persistente voluntad de ‘desmontar el correísmo’: la oposición carece de ideas, reitera propuestas inviables y agota su discurso en ofertas que ya están cumplidas.

El triunfo de las propuestas: Lenín Moreno llegó, supuestamente, con todas las adversidades encima y las superó desde una sensatez política marcada en cada intervención. Demostró que los debates se ganan con propuestas y para eso apeló a su preparación y experiencia, a su más auténtico modo de ser. Se notó un cambio de estilo y voluntad de profundizar todo lo bueno y cambiar lo que debe cambiar.

Cuando todos esperaban que Moreno se sometiera a los ataques y solo se defendiera (sobre todo cuando el debate parecía caer en la modorra) rompió a la oposición al señalarla (con “las honrosas excepciones”) como “lo peor de este país”. Eso hizo el cambio y el impacto se sintió en la reacción de los tuiteros opositores y los más fanáticos antigobiernistas. Silencio leve y denso, pero silencio al fin.

Moreno, en definitiva, salió airoso del escenario donde siete contra uno, con barras, habría sido lo esperado por la lógica del ‘coliseo romano’. Incluso hay ‘analistas’ que ahora le echan la culpa a El Comercio por elaborar un formato favorable y generoso con Moreno. ¿Si sus candidatos pierden irán a la sede de ese diario a echarle piedras?

Con dos elementos centrales movilizó la discusión política: el Plan Casa Para Todos (opacado todos estos días por los medios tradicionales) y “Vamos contra los corruptos: Los de ayer y los de ahora”. Quizá lo de eliminar todas las salvaguardias queda para la polémica.

¿Los perdedores que ya no tienen nada que perder?: Guillermo Lasso parecía ajeno y distante, reiterando su oferta de empleo que sus asesores le habrán dicho que no caló en el anterior debate. Con la intención de declarar al Ecuador entero una zona franca, solo atina a sostener a su propio electorado. En otras palabras no bajar en las encuestas, aspira a estar en una segunda vuelta con las justas o tener que disputar el segundo lugar con la candidata socialcristiana.

Por lo visto, él, como Cinthya Viteri no se diferencian mucho en sus tesis de fondo. Los dos candidatos de la derecha asumen que son las dos caras de la misma moneda y para diferenciarse ponen el énfasis en lo formal, en aquellos aspectos que sus asesores consideran más pesan en un electorado supuestamente dominado por los lugares comunes de la prensa privada.

Entre los dos hay un solo motivo común: volver a las prácticas socialcristianas, a pesar de que Lasso diga que se cansó de los políticos. ¿Cómo puede estar cansado de los políticos si en sus filas, en sus listas y entre sus asesores están todos los políticos que han sustentado a la partidocracia? ¿En SUMA y en su binomio cuánta renovación política existe?

Viteri, por su parte, no volvió a atacar a Lasso. Sintió el fracaso de esa estrategia usada en la Cámara de Comercio. Ni siquiera lo regresó a ver. Y siendo así también perdió la oportunidad porque sus planteamientos van por la despolitización del debate, pero no deja de lado la venganza por lo ocurrido el 30-S, se declara amiga de Fernando Villavicencio, quiere aumentar profesores, médicos y militares pero no dice de dónde saldrá la plata si pretende bajar los impuestos. En pocas palabras, Viteri reitera un libreto que ya no da para más en espacios donde ya nadie come cuento.

Los de la cola lanzan dardos para no perder curules en la Asamblea: Poco a poco el panorama electoral se explica por sí solo. Paco Moncayo no está interesado en ser Presidente, quiere ayudar a sus grupos de apoyo a llenar algunas curules en la Asamblea. Entre Moncayo y Dalo Bucaram hay una coincidencia: sus límites tocaron techo, sus propuestas no hacen eco, es más el ruido mediático que el sentido profundo de sus convicciones.

Para estos dos candidatos, a más del representante de Sociedad Patriótica, el tiempo no ha pasado, como si se hubiese detenido en el año 2006. Hablan de corrupción con un enorme rabo de paja; quieren insertarse en el siglo XXI con propuestas del XIX; impiden la reflexión cuando concentran sus dardos en atacar al actual gobierno y desde el cual sacan algunas de sus mayores ‘innovaciones’ doctrinarias.

Si en la izquierda tradicional esperaban un impacto con Moncayo es verdad que la realidad les dice todo lo contrario. Lo mismo para Bucaram que a pesar de un carisma muy particular en su propuesta doctrinaria se aleja de toda la atención política real.

Quizá lo novedoso e interesante fue la intervención de Iván Espinel: fogoso, sereno y sonreído. Incluso defendió la vigencia de la actual Constitución y señaló a Lasso como el mayor responsable del feriado bancario. Pero de ahí no pasa. Es una representación de un momento que quizá requiere madurez y recorrido.

Patricio Zuquilanda perdió el norte y no debatió ni dialogó, apenas si hizo una supuesta denuncia que tendrá que demostrar. Las últimas baterías de su paso por las elecciones será hacer ruido y quedar a expensas de un buen reconocimiento de los pocos militantes que le quedan a su partido. Lo mismo o peor se puede decir de Washington Pesántez, quien insiste en una Constituyente sin haber consultado la misma Constitución para entender en qué condiciones políticas puede ocurrir un hecho de esa dimensión.

Los de la cola, efectivamente, tienen por delante mucho trabajo sin mayor sacrificio.

Un ‘outsider’ en pleno debate descontrola a los presidenciables: La presencia de Rafael Correa es una provocación permanente para quienes lo siguen y apoyan, como para quienes lo odian. Y ayer no fue la excepción: descolocó el debate y fue mencionado más de una vez frente a las cámaras. Sacudió las redes y puso a debatir a expresidentes, expresentadores de televisión y a los trolls pagados por los banqueros prófugos.

Obvio, los siete candidatos de la oposición lo mencionaron varias veces. Viteri y Bucaram (sin darse cuenta que se herían) llamaron la atención de la ‘presencia’ virtual del Presidente. Cayeron en la trampa o en el despiste.

Lo de fondo: Correa puntualizó lo que en el panel no ocurrió: corrigió cifras, aclaró comentarios y retó a Zuquilanda a que pruebe lo que mostró en un papel. Con eso amplificó la discusión porque el formato establecido para el diálogo era muy ajustado, formal, sin cauce al show, como esperarían algunos. Y evidentemente dispara humor y sarcasmo que es aquello que no existió jamás en el debate.

En consecuencia hay ahora un panorama más claro del destino electoral del Ecuador: ya sabemos de los límites de ciertos candidatos, algunos no dan pie con bola y creen estar en un concurso de ofertas; y tenemos claro hasta dónde puede llegar el sentido de la continuidad y por dónde se puede regresar al pasado. (O)

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