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Todo es culpa del Estado. Welcome Neoliberalismo

Todo es culpa del Estado. Welcome Neoliberalismo
24 de julio de 2015 - 00:00

Sí, estamos llenos del lenguaje que celebraba la entrada del neoliberalismo en América Latina a mediados de la década de los setenta. En lenguaje académico también se han instalado nociones como: despilfarro público, burocracia ociosa, nueva élite estatal, impuestos excesivos, estado ineficiente, corrupción,  concentración del poder, etc. Estos fueron los ingredientes conceptuales con los que el experimento neoliberal se cocinó y terminó dejando a las sociedades latinoamericanas abandonadas a las fuerzas del mercado y con ello aumentó la pobreza, reconcentró la economía en pocas manos, generó una emigración sin precedentes en el Ecuador, bloqueó los programas de protección social estatal en su intento privatizador, entre otros.

El mercado y el capitalismo global han dejado de ser cuestionados en los nuevos análisis. Estos no aparecen más como agentes determinantes en las realidades globales, incluida la latinoamericana. Parecería que América Latina se moviera sola, aislada del mundo y en manos de unos estados totalitarios que no han sido elegidos democráticamente. Gran parte de la crítica académica se centra, por ahora, en cuestionar al Estado y su reaparición en el escenario posneoliberal  de América Latina.

Es posible que tanto la visión neoliberal como las visiones sobre ecologismo así como los análisis centrados en el terreno de los reconocimientos específicos, como las identidades étnicas, coincidan en la actualidad en algo fundamental: su crítica al Estado. Este es cuestionado ya sea por ser un impedimento para que las fuerzas del mercado operen sin regulación alguna, por neoextractivista o por moderno y neocolonialista.

Por un lado, la libertad en la circulación de mercancías y bienes, sin la interferencia del Estado es uno de los principios básicos del neoliberalismo. El libre mercado es considerado como la fuerza capaz de auto-organizar a las sociedades, producir crecimiento y prosperidad, la labor del Estado debe reducirse.

Aunque pocos países en el mundo han tenido logros importantes en el área social sin políticas estatales, regulaciones al empleo y políticas redistributivas, el Estado sigue siendo ampliamente cuestionado por las visiones que defienden el libre mercado. En América Latina la aplicación de reformas neoliberales generó resultados poco alentadores en el área social. El retorno de las capacidades del Estado y su mayor intervención sobre la economía y la justicia social han permitido la recuperación de algunas áreas de intervención estatal sobre la economía, la política pública, la reducción de la pobreza y desigualdad.  Países como Bolivia o Ecuador viven un momento posneoliberal que se aleja de los principios fundamentales propugnados por la ideología neoliberal con respecto a las tareas del Estado.

Por otro lado,  en el seno de los estudios ecologistas en los últimos ocho años se ha producido abundante material para criticar el ‘neoextractivismo’ latinoamericano.  Aunque el incremento de la producción respondió al aumento global de la demanda de ‘commodities’ en el mundo, especialmente en China y Europa Occidental y que, por tanto,  se trata de un fenómeno propio del capitalismo global, la elección del concepto cuestiona la producción y no el consumo y por tanto las críticas se han volcado hacia los países latinoamericanos, especialmente aquellos en donde el Estado se ha reconfigurado. Los efectos redistributivos que el llamado neoextractivismo produjo en dichos países han sido vagamente analizados. La reducción en la desnutrición infantil, la disminución de la mortalidad materna,  el aumento sustantivo en el acceso a los servicios públicos, los logros en salud y educación, etc. son vistos como elementos legitimadores de las actividades extractivas. Así, desde las visiones que defienden la conservación, el Estado es cuestionado por su matriz extractivista.

Finalmente, los estudios culturalistas o los de reconocimiento de la diferencia también coinciden en cuestionar al Estado. El Estado para ellos no es más que una construcción moderna, occidental y neo-colonial. El carácter universalista de sus programas no logra ver la cultura y la identidad que existe y diferencia a cada grupo social. Aquellos estudios no evidencian, sin embargo, que las demandas redistributivas son tan importantes como las de reconocimiento de la diversidad y ellas precisan la construcción de un Estado que regule la economía y que entregue provisiones universales de servicios básicos.  Parecería ser que hoy es el Estado latinoamericano, especialmente en su versión más  progresista, el responsable del neocolonialismo  moderno y por lo tanto hay que prescindir de él para descolonizarnos. La opción podría ser refundarlo.  Si es cierto que el Estado Latinoamericano tiene raíces coloniales hay que seguir repensándolo, y exigir una construcción diferente del mismo.

Es en la crítica conjunta al Estado  donde hoy se explica la actual convergencia de fuerzas que podrían dar paso al neoliberalismo en la región. La disputa actual en América Latina está dada sobre la posibilidad de tener o no un Estado. Conservarlo, reinventarlo, fortalecerlo, repensarlo significa salir del orden neoliberal mundial. Por el contrario, cuestionarlo, negar todos sus avances, observar todas sus debilidades es una tarea ampliamente apoyada por el orden global. (O)

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