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Luis Verdesoto: “La transparencia es mi único compromiso”

Luis Verdesoto, vocal del Consejo Nacional Electoral, P.hD en Estudios Políticos, máster en Sociología, licenciado en Filosofía.
Luis Verdesoto, vocal del Consejo Nacional Electoral, P.hD en Estudios Políticos, máster en Sociología, licenciado en Filosofía.
Foto: Álvaro Pérez / El Telégrafo
02 de diciembre de 2018 - 00:00 - Carla Maldonado

Es uno de los nuevos integrantes del Consejo Nacional Electoral (CNE). Luis Verdesoto, un intelectual de amplia trayectoria académica, con varios títulos y defensor de los derechos humanos, conversó con este Diario sobre los retos del CNE. Él, que fue auspiciado por cuatro organizaciones sociales, y Esthela Acero, de Alianza PAIS (AP), se salieron de la primera reunión del organismo.

¿Qué expectativas tiene sobre el trabajo del Consejo Nacional Electoral?

La primera expectativa y fundamental es colaborar con tener una institución que cumpla su rol dentro de la democracia. ¿Cuál es su rol? Ser el tercero confiable, es decir, allí confluyen los sujetos políticos directos, los partidos políticos, y sujetos de la sociedad civil, que es una forma no partidaria de intervenir en la política, y que delegan en una instancia la confianza para dirigir, arbitrar, coordinar y garantizar la transparencia de los resultados electorales.

En todos los países con administradores electorales serios poner en marcha un proceso electoral es casi automático. Las naciones siempre deben estar preparadas para las elecciones. Lo importante es que tengamos una organización electoral que funcione casi automáticamente. Para ello se necesita una institución donde haya funcionarios de carrera, con alto conocimiento electoral y que esa realidad se replique en los partidos.

Pero ustedes empezaron mal en el CNE, no votaron por la presidenta Diana Atamaint.

Acogimos la invitación que hizo Julio César Trujillo, presidente de Consejo de Participación Transitorio. Recordemos que el conflicto es inherente a la democracia, en ella hay que saber discutir. Yo acepté ese llamado y todo debe ser de cara al país y a la prensa, nada por “aplanadoras” electorales o acuerdos oscuros.

Algunos apostaron por usted  para la presidencia del CNE. ¿Qué le parece?

La democracia es así. Existen muchos criterios, creería en el futuro que quien gana un concurso de méritos y oposición debe ocupar la presidencia del CNE. En este caso hubo un acuerdo político y yo lo respeto. No me gustó que no tuviera un amplia consulta con todos los sujetos políticos del país. Tenemos más de una decena de organizaciones políticas legales, de carácter nacional, que no participaron de esto. Propuse un organismo de consulta de todos los partidos políticos reconocidos y deben sentarse para hablar sobre qué reglas juegan. Esto es lo mínimo en la práctica democrática.

La función del CNE es asegurar a todos una competitividad justa. En adelante debemos tener una instancia de concertación de los partidos políticos a la forma de cómo se procederá en el proceso electoral.

¿Un acuerdo entre quiénes?

No quiero insistir en eso y doy por terminado. Recogí la invitación de Julio César Trujillo, que llamó a tomar decisiones, no a que no exista conflicto porque este es inherente a la democracia deliberativa. Dijo que se sepa discutir con frontalidad y agotar las discusiones. Acepté ese llamado porque las mayorías aplanadoras no las acepto nunca ni las aceptaré.

¿Hay el riesgo de una mayoría aplanadora en el CNE?

Intentaremos que eso no ocurra. Todo debe discutirse de cara al país y a la prensa. Si hay temas que se resuelvan por aplanadoras o acuerdos opacos, yo discutiré de cara a los medios. La transparencia es mi único compromiso, el resto no los acepto y quien quiera poner otro tipo de compromisos tiene la puerta abierta.

¿Cuál es su otra propuesta?

Debemos tener una modalidad de una especie de fiscal electoral. Un grupo de ciudadanos para observación de los procesos electorales y que pueda llevar la denuncia ante la Fiscalía y la trate en el contexto jurídico. Por ejemplo, en caso de la presencia de narcotráfico en las elecciones. Eso fue aceptado por todos y hay apertura.

¿Qué cambios necesita el Consejo Nacional Electoral?

Muchos, por ejemplo, la transparencia en contratación. Pero no en el período del Consejo Transitorio, sino en los 10 años del correísmo. Ellos hicieron procesos electorales llenos de desperdicio. En Ecuador cuesta $ 7 el voto, en Perú cuesta la mitad, es decir $ 3,5 y en Estados Unidos la tercera parte. ¿Qué es lo que pasa? Es fácil colegir que se baja un presupuesto electoral de $ 120 millones a $ 99 millones y no pasa nada.

Me habría encantado encontrar una institución donde la solidez técnica de los funcionarios se tradujera, aunque sea en exceso de personal. Pero solo he visto más funcionarios de los que son necesarios. El CNE comenzó con 250 empleados y hoy hay 1.200, tenemos que hacer no solo un proceso automático, sino sobrio.

¿Ese incremento de personal respondió a un clientelismo de las administraciones en los últimos 10 años?

En cualquier institución como esta, con tanta delicadeza política, es preciso tener un cuerpo burocrático estable, técnicamente sólido, confiable, y que se autoajuste en su dimensión. No crece, cuando hay mucha discreción de los consejeros, se crean redes clientelares. Solo el 20% de ellos tiene nombramiento, el resto está sujeto a contrato.

¿Qué pasará con el método de Hondt?

Hay que cambiar el sistema electoral de Ecuador, reconstituir la unidad del voto. Hay un sistema esquizofrénico de división del voto en tantas partes. Eso implica trabajar en circunscripciones, no se puede ajustar un solo tornillo, o ajustar todos al mismo tiempo o se desajusta la coherencia y matas a la institución. (I) 

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