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Las razones tributarias del intento de golpe y el auténtico modelo norteamericano

Las razones tributarias del intento de golpe y el auténtico modelo norteamericano
11 de junio de 2015 - 00:00

Es un error pensar que las clases altas de Latinoamérica no tienen predisposición a pagar impuestos. El error consiste en pensar que alguien “tiene” predisposición a hacerlo. No hace falta ser ni rico ni latinoamericano para no querer pagar impuestos. El caso del filántropo norteamericano Warren Buffet (ciudadano más rico del mundo en 2015) quien lidera un grupo de presión que cabildea contra sus propios intereses de clase demandándole a su gobierno que le suba los impuestos a los más ricos, es un caso muy atípico, no la norma. Buffet debería inspirar nuestras élites americanofílicas, pero es demasiado pedir. Por supuesto no existe ni un caso similar en América Latina y no es necesario ahondar en esto, porque la mayoría de los ciudadanos de este mundo no es como Buffet, sino como el actor Gerard Depardieu, que prefirió hacerse ciudadano ruso antes que pagar los impuestos franceses (en la lista podríamos incluir a otros que cambiaron su domicilio con este propósito, como los corredores de F1 L. Hamilton y F. Alonso, el tenista Björn Borg, el actor Sean Connery, los Rolling Stones, entre muchos otros).

Como todos los ciudadanos tenemos aproximadamente la misma (a)moral respecto a pagar impuestos, lo único que hace que unos países paguen más tributos que otros es la capacidad del Estado para exigirnos que lo hagamos. Y América Latina ha llegado a ser campeona de la desigualdad mundial porque también ha sido la campeona de los estados débiles. Porque con estados débiles, incluso los presidentes progresistas deben declinar en sus esfuerzos recaudatorios, porque de lo contrario, arriesgan sus gobiernos. Los intentos de golpe de Estado en Latinoamérica, como el que transcurrió en Argentina en 2008 y el que actualmente ocurre en Ecuador, se explican por qué nuestros gobiernos progresistas están creando un Estado fuerte y “al fin” empiezan a cumplir el rol primermundista de recaudar impuestos progresivos. ¡Ya era hora!

Lamentablemente, nuestras burguesías han sido malacostumbradas por las ganancias fáciles del rentismo facilón de las exportaciones primarias o del comercio importador, dos sectores a los que les va mejor sin Estado. Porque nada es mejor que regalar el mercado interno para abrir mercados externos a nuestros productos primarios, porque nada es mejor que tener importaciones baratas para aumentar el poder adquisitivo de los ingresos del sector extractivo y porque nada es mejor que el comercio libre para vender productos importados. No se acostumbraron ni quieren hacerlo a pagar impuestos porque son sectores a los que no les conviene un Estado fuerte y desarrollista. Porque cualquier Estado desarrollista les haría perder estos privilegios que son incompatibles con cualquier proyecto de desarrollo. Este modelo de apertura indiscriminada no conduce a ningún tipo de desarrollo viable, no industrializa y solo puede generar riqueza para una pequeña fracción de la población. ¡No es un modelo de desarrollo que integre a toda la sociedad!

Así que los sectores receptores directos o indirectos de estas rentas extractivas siempre boicotearon los Estados fuertes. Incluso se construyeron un Estado propio, con seguridad privada, salud privada, educación privada y barrios privados, para definitivamente desentenderse de la responsabilidad de contribuir a financiar el desarrollo del resto de la economía y de la sociedad. Esto explica que las sociedades rentistas primarias muestren ser poco emprendedoras e inviertan poco en educación, por ejemplo.

Es tan escasa nuestra cultura tributaria que ha llegado al extremo de que para algunos la presión tributaria es un argumento a favor del derecho de rebelión, que justifica el fin de la democracia. Y esto es una enorme barbaridad, porque no se puede disfrutar de las mieles de la civilización sin contribuir a su sostén. Para quienes creen que el modelo norteamericano es el ideal al cual debemos aproximarnos, “les confirmo que tienen mucho de razón”. Pero les sugiero que en lugar de inspirarse por el modelo actual de país hegemónico que lleva unos 100 años siendo desarrollado, se inspiren por el modelo que EE.UU. siguió cuando era  un país en desarrollo como los nuestros. Hemos de emular lo que EE.UU. hizo para desarrollarse, no lo que hace ahora siendo desarrollado.

Les recomiendo la lectura del excelente libro ‘Patada a la escalera’ de Ha-Joon Chang, profesor de Cambridge de origen coreano, que nos ilustra sobre las estrategias que utilizaron los países ahora desarrollados cuando eran subdesarrollados, comenzando por Inglaterra. Pero para ceñirme a la brevedad de esta nota, transcribo aquí para vuestra reflexión lo que opinaba uno de los padres fundadores de Estados Unidos, Benjamin Franklin (cuyo rostro ilustra el billete de 100 USD, lo que sin duda demuestra la importancia que tuvo su acción en los brillantes orígenes de esta nación) sobre cómo consideraba él que merecían vivir quienes no contribuían a financiar la sociedad. “Aquel a quien no le guste la sociedad civil en estos términos, dejémosle retirarse para vivir entre los salvajes. No tiene derecho a recibir los beneficios de la Sociedad quien no paga la tarifa que permite solventarla”. Benjamin Franklin (carta a Robert Morris, 25/12/1783).

El comportamiento de Depardieu fue el “de un salvaje” de acuerdo a Benjamin Franklin, pero sin duda fue más democrático que el de nuestras élites. Depardieu prefirió autoexiliarse y asumir todo el costo del repudio social que ello implicó, pero en ningún momento se le ocurrió ser un golpista de la democracia. (O)

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