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Entrevista / pabel muñoz lópez / secretario nacional de planificación y desarrollo (senplades)
“La gente ha valorado más el diálogo que la paralización”
El gran diálogo nacional, como lo ha denominado el Gobierno, y las medidas que este adopte en un año difícil desde el ámbito económico son temas latentes. El titular de la Senplades, Pabel Muñoz, reflexiona sobre ello con EL TELÉGRAFO.
¿La convocatoria al diálogo y el planteamiento de una optimización del aparato estatal son nuevos para el Gobierno?
No es un tema nuevo, en el plan de 2007 fue el objetivo 2 reformar el Estado para el bien colectivo; en el plan 2009–2013 estuvo presente en el objetivo 12; y en el plan 2013–2017 la ciudadanía lo colocó como el primer objetivo y lo denominó consolidar el Estado democrático y la construcción del poder popular. El primero buscaba recuperar las facultades del Estado e hicimos una reestructuración de la Función Ejecutiva, eliminamos 100 entidades y creamos 40 (60 entes menos). En 2009 la idea era consolidar un Estado democrático, superar el corporativismo como ocurría con las telefónicas que eran partícipes de los organismos de regulación en telecomunicaciones y había que potenciar los territorios con énfasis en la desconcentración y descentralización. Finalmente, en el plan actual, el objetivo 1 es consolidar el Estado democrático y construir el poder popular.
El objetivo 1 también da pautas para que la ciudadanía cogestione la política pública y vigile la calidad de los servicios. ¿Eso se ha consolidado?
Hemos aplicado la participación ciudadana desde el primer día de Gobierno y lo haremos hasta el último, pero evidentemente hay que fortalecerlo aún más. En la Constitución el énfasis en la participación ciudadana se eleva a una función del Estado y en estos 8 años aprobamos una Ley de Participación Ciudadana que manda a abrir espacios de participación en el diseño, seguimiento y evaluación de la política pública. Hay que reconocer que no todos los ministerios tenían instancias de participación y ahora, con el gran diálogo nacional por la equidad y justicia social, todos la estamos acatando.
¿Se construyó ese poder popular?
Falta. Es un propósito que nunca estará completo. Hay que mantener vivo el poder constituyente, porque en ciencia política hay 2 momentos: el poder instituido, donde las instituciones están consolidadas, y el poder constituyente que se activa cuando estás en permanente construcción y búsqueda de objetivos políticos como la verdad, libertad, justicia y equidad. Eso fue Montecristi con la Asamblea Constituyente y lo que no debe pasar en un proceso político como el nuestro es creer que ha terminado cuando siempre hay que perfeccionarlo, en procura de terminar con el Estado burgués que heredamos.
Hoy todos hablan de libertad y verdad. Quienes se oponen al Gobierno exigen libertad. Incluso el actor político Guillermo Lasso ha dicho: “El Presidente Correa es solo el Presidente de la República y no puede imponernos cómo vivir”. ¿Se han desvalorizado esos principios?
Lo fundamental es que la política está en la sociedad, eso es saludable. Algunos quieren colocar la política desde el grito en la calle y lo lamentable es cuando eso supone el uso de la violencia como una forma de expresión. Pero también tenemos la opción del diálogo traducido en debate, intercambio de ideas, consenso y disenso. La democracia no es solo consenso, también debe existir un disenso respetuoso ycanalizar esas diferencias (...). Sería terrible el pronunciamiento de Lasso porque no es que Correa impone una forma de desarrollo, él corrió las elecciones de 2006, 2009 y 2013 con un programa de Gobierno. La gente no votó por Correa y 99 asambleístas sino por una propuesta.Muchos no comprenden eso y creen que la Senplades inventó el Plan del Buen Vivir cuando, en definitiva, recoge los programas de Gobierno por los que la gente votó en las urnas (más de 5,5 millones de votos en 2013).
La politóloga belga Chantal Mouffe, que hace unos días visitó Ecuador, propuso una confrontación agonista, que coloca al oponente como adversario y no como un enemigo al que hay que destruir. Ciertos sectores afirman que el Gobierno solo dialoga entre sí y no con quienes piensan diferente. ¿Qué opina?
Es importante que podamos conversar con filósofas políticas como Chantal Mouffe, de un pensamiento posmarxista y que siempre trabajó en una línea de la democracia radical, que combina elementos de democracia representativa, directa y participativa; también supone el reconocimiento y valoración positiva de una suerte de populismo, porque ciertos sectores atacan a los gobiernos progresistas con el estigma de populistas. Mouffe y Ernesto Laclau son parte de los autores que recuperaron el populismo como una forma de expresión de los gobiernos democráticos de América (...). Es ahí donde uno entiende que la democracia es consenso y disenso, pero cuando el disenso busca calentar las calles y la desestabilización con consignas como “Fuera Correa”, ya no es un debate democrático. El debate puede ser duro, profundamente acalorado, pero también respetuoso del orden democrático establecido y para cuando existen dirimencias están las elecciones.
¿Cuál es el balance político sobre el proceso de diálogo?
Mi balance es positivo en términos cuantitativos y cualitativos. Se sumó el Ejecutivo, la Asamblea y otras entidades, pero lo más importante es que la ciudadanía, desde los barrios y parroquias, ha reaccionado al diálogo. En Quito se ha planteado la figura de Asambleas Populares, y organizaciones políticas como PAIS, Avanza o el Frente Unidos se han activado. PAIS se ha reunido con más de 50 mil ciudadanos y desde el Ejecutivo son más de 1.800 organizaciones (...) Lo importante es que llegamos a acuerdos por el lado productivo, social y político con temas concretos: democratizar las compras públicas y potenciar la economía popular y solidaria con créditos y la asociatividad con una ley de alianzas público-privadas. Y coincidimos con las organizaciones sociales en que había que mejorar el Decreto 016 y el Reglamento de la Ley de Recursos Hídricos.
¿Cuánto ha incidido el diálogo en las movilizaciones de la oposición?
Creo que la gente ha valorado más el diálogo que la paralización en la calle. La gente sabe que este es un año en que los ecuatorianos debemos empujar en la misma dirección, producir, generar riqueza y empleo; en que nuestras diferencias deben ser canalizadas a través de un debate respetuoso.
¿Ha cambiado la correlación de fuerzas?
Sería un error fijarnos solo en la coyuntura. Hay un profundo cambio que va desde el diseño institucional. La Constitución de 1998 prohibía que los actores interesados sean parte de los cuerpos regulatorios, pero eso sucedía. Hoy no, escuchamos opiniones de todos los sectores pero las decisiones se toman en procura del bienestar colectivo. La política redistributiva de la riqueza y del poder, la descentralización y desconcentración son una forma de modificar esas correlaciones de poder. Como cuando dijimos que no puede existir asocio entre el capital financiero y los medios de comunicación, o cuando Lasso, siendo candidato, propuso de forma populista el incremento del Bono de Desarrollo Humano y el Gobierno le dijo sí, pero se financiará con las ganancias excedentarias del sistema financiero. Ahora, el promedio de aprobación de los mandatarios de América es del 42% y del presidente Correa es del 61%, eso revela que un Gobierno con 101 meses en el poder mantiene la confianza de la gente.(I)