Es un conflicto ajeno. Pero involucra a Ecuador en la frontera norte con Colombia. Allí el país de Eliécer Gaitán tiene dos grandes problemas: los desertores de la guerrilla y los narcotraficantes que se pasean entre ambas naciones.

El país vecino arrastra una lucha de más de 60 años contra varios grupos insurgentes. Pero el gobierno de Manuel Santos firmó la paz con uno de ellos: las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas  (FARC). Sin embargo, no todos sus integrantes estuvieron de acuerdo con terminar la guerra y de ahí surgieron los disidentes que hoy estarían ligados al crimen organizado.

Colombia, además, tiene que batallar con los narcotraficantes de los carteles mexicanos de Sinaloa y Jalisco. Ellos han sembrado  enormes extensiones de cultivos de hoja de coca (ver infografía) en el límite con Ecuador: 25.000 hectáreas de coca en el Departamento de Nariño.

“Allí habrían 13 grupos, integrados por unas 30 a 300 personas, vinculadas con la recolección de coca y la refinación de cocaína”, advirtió a EL TELÉGRAFO Hernán Moreano, docente de la Escuela de Relaciones Internacionales del Ecuador (UIDE).

Esos dos problemas colombianos han contaminado el lado ecuatoriano a lo largo de toda la frontera: Esmeraldas, Manabí, Carchi y Sucumbíos.

En la provincia verde está Mataje donde hay un puente construido por Ecuador y Colombia (como parte del acuerdo binacional de integración), el cual  “sería utilizado por los narcotraficantes para pasar precursores químicos, como acetona, ácido sulfúrico y gasolina blanca”, explicó Moreano.

Según él, en esa zona existirían más de 40 pasos ilegales, es decir, caminos de tránsito para los exguerrilleros de la Columna móvil Daniel Aldana. De esta nació el Frente Oliver Sinisterra, cuyo segundo a bordo es Segundo Arízala Vernaza, alias “Guacho”. Él secuestró y asesinó a los tres integrantes del equipo periodístico de diario El Comercio.

“Guacho”, quien es ecuatoriano, sería uno de los brazos del cartel mexicano de Sinaloa, señaló el fiscal general colombiano, Néstor Martínez.  “Guacho” era un efectivo de cuarto nivel de las FARC, experto en explosivos y tiene una trayectoria de 10 años, subrayó a este diario Camilo González, director  presidente del Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz de Colombia.

Las provincias de Esmeraldas y Manabí serían parte del corredor estratégico, que estaría dominado por esos grupos. Ambos son rivales y luchan por controlar el mercado internacional de la cocaína.

“Por la mañana son balnearios y en la noche sobrevuelan avionetas, casi tocando el mar del Pacífico, para evitar los radares. De allí se dirigen a Centroamérica con cargas de droga para vender después en el mercado estadounidense”, dijo Moreano.

Otros actores que tampoco se incorporaron al proceso de paz en Colombia están en Putumayo que colinda con Sucumbíos, en Ecuador. Allí operan los Frentes 32 y 48 de las FARC, que estarían también vinculados con el narcotráfico, contó Moreano.

“Quieren atemorizar a esa zona a través de la violencia. Su mensaje es: operamos aquí, defendemos el negocio y el territorio”, agregó.

Según él se trata de amenazas complejas, híbridas y mutables porque son bandas que tienen varios negocios: tráfico de armas, trata de personas, lavado de activos, minería ilegal. Además, en San Lorenzo no habría confianza en el Estado ni en la autoridad política, ni en la Justicia. Allí la violencia y el sicariato imperan cada día, aseguró.

¿Cómo ha captado a la población de esas provincias ecuatorianas? Con dinero procedente de negocios y actividades ilegales los pobladores compran agua, comida, ropa, equipos y medicamentos para los narcotraficantes.

“Lo ilegal es lo más rentable para ellos. Vender arroz, yuca o pescado representa $200 al mes o más. El narco le ofrece la misma cantidad por día solo por pasar víveres. Además, si los delatan saben que pagarán con sus vidas”, anotó Moreano. (I)