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La satisfacción de demandas históricas dejó sin discurso a las organizaciones tradicionales
El Día del Trabajo evidencia la división de los grupos sociales
20 de abril de 2005. Tras varias semanas de protestas en las calles finalmente es depuesto el entonces presidente de la República, Lucio Gutiérrez. Aunque fue una mayoría opositora del Congreso Nacional, la que cesó en sus funciones al Mandatario, los protagonistas de aquellas jornadas fueron los miles de ciudadanos que, con el lema “que se vayan todos”, exigían también la salida de los legisladores.
Fue un momento de inflexión en la historia del país, pues ya no se trataba de organizaciones políticas o sociales las que determinaban la caída de un Jefe de Estado, sino más bien la acción de ciudadanos que, en forma espontánea, se tomaron las calles para expresar su descontento contra el Gobierno. A ellos se les bautizó con el apelativo de ‘Forajidos’.
Fue el final de una década dominada por la desestabilización política, pero protagonizada por los movimientos sociales. Ecuador era un hervidero. Profesores, doctores, estudiantes, indígenas, choferes, jubilados, estaban cohesionados y reaccionaban, muchas veces en la calle, cuando sentían que sus derechos eran vulnerados.
La semana pasada se recordaron los 10 años de la llamada ‘Rebelión de los Forajidos’, pero ¿qué pasó con esos movimientos sociales que en gran parte fueron protagonistas de la historia ecuatoriana desde el regreso a la democracia?
El politólogo Franklin Ramírez sostiene que el objetivo de esas jornadas fue traer a la memoria aquellos sucesos, leer lo que aconteció entonces, a la luz de lo que pasa ahora. “No es solo volver al pasado sino recuperar un símbolo de la participación popular y ponerla a la luz de las encrucijadas de la política ecuatoriana hoy en día”, manifiesta.
Para el académico la gente olvida, tiene un tipo de sociedad enfocada en el presente, vive de la inmediatez, de los mensajes que recibimos de la publicidad, de la televisión y vive un presente muy efímero, por eso se consideró necesario abrir estos espacios de memoria. Más aún cuando muchos de esos movimientos sociales han perdido su poder de convocatoria y representación.
Haciendo una retrospectiva, parte de la izquierda y el movimiento indígena celebraron la caída de Jamil Mahuad, mientras que las organizaciones políticas fueron las partícipes en el derrocamiento de Abdalá Bucaram. Y en la salida de Gutiérrez fueron los ciudadanos los protagonistas.
“No había partido ni movimiento sino la gente, que se autoconvocó, que salió a las calles. Estudiantes, amas de casa formaban piquetes en las esquinas, la gente se movía de un sitio a otro, fue una protesta que marcó un antes y un después”, recuerda Ramírez.
A favor y en contra
Para Gustavo Zurita, presidente de la Confederación Unitaria de Trabajadoras y Trabajadores Autónomos del Ecuador (Cuttae), aquellas jornadas marcaron el inicio de un nuevo proceso político y administrativo en el país.
Durante los 8 años del gobierno de Rafael Correa hay un cumplimiento de demandas históricas ciudadanas, aunque todavía hay temas pendientes por resolver. Esos pedidos eran la bandera de lucha de muchas organizaciones, al verse cumplidos, de alguna manera, se quedaron sin discurso.
“Estamos conscientes de que en 8 años hemos avanzado bastante, nadie puede negar el cambio fundamental en los derechos de los trabajadores autónomos, amas de casa y sectores sociales históricamente excluidos, no podemos exigir tampoco que se puedan solucionar todos los problemas”, asegura Zurita.
Por eso él aclara que seguirán apoyando las iniciativas que consideran positivas. “Ya vemos que existen reformas legales que reconocen todas las formas de trabajo y el fortalecimiento del derecho de la sindicalización”, indica a propósito sobre las reformas laborales.
Es tan evidente la pérdida de influencia de los movimientos sociales, que hace 2 semanas la coordinadora de Pachakutik, Fanny Campos, se propuso recuperar el poder de movilización de los años 80. Fue en esa década que despertó la Conaie con el primer levantamiento.
Cuando se desarrolló la Asamblea Constituyente, estos movimientos sociales participaron activamente en el debate, pero luego paulatinamente han perdido su presencia.
Con el paso de los años, muchos de los líderes de los movimientos sociales se han radicalizado en su oposición al Gobierno. Eso impide el diálogo y por ende la satisfacción de demandas.
Paralelamente a ese hecho, dentro de los mismos movimientos han surgido grupos disidentes que critican la radicalización y son proclives a un acercamiento con el Gobierno para solucionar sus problemas y ser actores principales en la elaboración de políticas.
De esa manera se ha creado un conflicto interno que perjudica a los movimientos sociales. De un lado los que están a favor del diálogo y otro grupo que considera al Gobierno como enemigo.
En el sector de los profesores antes estaba la UNE, pero ahora también existe la Red de Maestros. En el caso de los trabajadores estos eran representados por el FUT, pero ahora surgió la CUT.
Con los indígenas ya no solo está la Conaie, sino también la FEI, la Fenocin y la recientemente creada Alianza Indígena.
En cambio, Juan Vareles, dirigente de la Confederación Ecuatoriana de Organizaciones Clasistas Unitaria de Trabajadores (Cedocut), tiene otra lectura.
“Es evidente que al inicio del Gobierno ese movimiento de los forajidos coincidió en hacer un cambio en la historia del Ecuador y apoyó al Gobierno de Rafael Correa, pero en estos 8 años esos movimientos han estado saliendo y en todo el país se ha producido una quiebra de estas voluntades porque ya no se sienten representados”, asegura.
El próximo 1 de mayo nuevamente quedará evidenciada la división. Por un lado marcharán los grupos opositores y del otro los que respaldan al Gobierno. (I)
La ‘Pichicorte’ determinó la caída de Lucio
Aunque grupos organizados ya expresaban su malestar contra el gobierno de Lucio Gutiérrez, como sectores indígenas y trabajadores, el detonante de la caída del gobierno fue la conformación de la llamada ‘Pichicorte’.
En medio de la oposición política, el 8 de diciembre de 2004 el entonces Mandatario convocó a un Congreso extraordinario, con la finalidad de reestructurar la entonces Corte Suprema de Justicia (CSJ). Esto se logró por resolución de 52 votos de los diputados de Sociedad Patriótica (PSP), Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE), Movimiento Popular Democrático (MPD), Prian, algunos independientes y socialistas, pese a las críticas de la oposición.
Con la designación de nuevos jueces, afines al Gobierno y a su aliado roldosista, fue nombrado como presidente de la Corte el jurista Guillermo Castro Dáger, conocido como ‘Pichi’.
El 30 de marzo de 2005, Castro Dáger anuló los 2 juicios que pesaban contra el expresidente Abdalá Bucaram, acusado de uso indebido de fondos públicos durante su gobierno (aquella resolución posibilitó su retorno), lo que avivó aún más las protestas ciudadanas, especialmente en Quito.
El 5 de abril, la Federación Nacional de Servidores Judiciales (Fenaje), que ya estaba en paro, exigió la disolución de la Corte. Gutiérrez, sin tener atribuciones, disolvió la Corte para aplacar las manifestaciones callejeras, pero pese a ello no pudo evitar su caída el 20 de abril de 2005. (I)
Datos
El 14 de abril de 2005 las protestas ciudadanas en las calles de Quito se multiplicaron, con la finalidad de impulsar la caída del gobierno de Gutiérrez.
El 15 de abril, el expresidente Lucio Gutiérrez calificó de ‘forajidos’ a un grupo de manifestantes que llegó a su casa. Estos grupos acuñaron este apelativo para radicalizar la jornada.
El 19 de abril se realizó una marcha multitudinaria que fue reprimida violentamente por la fuerza pública. Aquel día murió el fotógrafo Julio García, de nacionalidad chilena.
Llegó el día 20, cuando el descontento popular contra el gobierno de Lucio Gutiérrez provocó levantamientos en Quito, lo que determinó su derrocamiento. Fue depuesto por el Congreso Nacional aduciendo abandono del poder. Las Fuerzas Armadas le retiraron su apoyo, ante lo cual, inmediatamente, dejó el Palacio de Carondelet a bordo de un helicóptero. Lo sucedió Alfredo Palacio.