Un aumento del 40% en carne, pan y lácteos. Licenciamientos masivos en dependencias del Estado. Impuestos municipales con incrementos de casi el 100%. Devaluación de la moneda. Un tarifazo de hasta 350% en las boletas de luz -el primero de una serie que se extenderá durante el año- y amenazas de despidos a los gremios...

El ajuste argentino desplegó ya todas sus fichas en el primer mes de 2016. Habrá una fresa que coronará este postre preparado por el chef Mauricio Macri: el Fondo Monetario Internacional (FMI) volverá a auditar las cuentas del país después de 10 años. En menos de 2 meses de gobierno, el presidente puso en combate a las organizaciones sociales. Ya nadie sabe cuántos trabajadores fueron despedidos de distintos organismos del Estado.

Macri argumenta que son todos “ñoquis”, un término para referirse a aquellas personas que cobran un sueldo del Estado sin trabajar. Y que además son militantes del kirchnerismo nombrados al apuro.

Los argentinos empiezan a mirarse de reojo. Macri sigue de “luna de miel” con sus electores que, según sondeos, respaldan sus primeras medidas con índices del 60%. La otra Argentina observa impávida el regreso del neoliberalismo de la década del 90 y los sectores más postergados ven cómo el bolsillo se vacía. Don José vive en la localidad de San Martín y no hace otra cosa que sacar cuentas. Aún no tiene edad para jubilarse y el tarifazo de luz -a partir del 1 de febrero- empieza a apretarle los zapatos.

“Dijeron que el aumento no sería para los sectores humildes, pero escuché que si tenés casa o un auto con patente desde 2000 pagás igual”. Es dueño de su humilde vivienda y con el ahorro de los últimos años se compró un vehículo. “Y ni hablar de los precios de los alimentos. La plata ya no me alcanza”.

Pero hay más. La boleta del impuesto municipal llegó con casi 100% de aumento a los vecinos del barrio porteño de Devoto. De 500 pesos a casi 1.000 mensuales (de $ 35 a $ 70). A esto se suma el tarifazo eléctrico. (I)