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Luis Bolívar Hernández, integrante del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social Transitorio

El coronel que recibió su ascenso a general después de 18 años

El coronel que recibió su ascenso a general después de 18 años
Foto: Jhon Guevara / EL TELÉGRAFO
20 de enero de 2019 - 00:00 - Redacción Actualidad

Han pasado más de 18 años después de que cinco de 14 altos oficiales del más alto rango del Ejército ecuatoriano se opusieron al ascenso del entonces coronel Luis Hernández.

Él toma las cosas con serenidad y sin revanchismos, se considera un ser humano con suerte. Por ejemplo, en aquel episodio de la guerra del Cenepa contra Perú, cuando tomó una de las decisiones más difíciles de su vida: atacar la base norte -invadida por las fuerzas militares rivales- y recuperarla para Ecuador.

Fueron horas en las que vivió el llamado “estrés del comandante”, pues un hecho como ese tiene muchas repercusiones que van desde perder soldados hasta sufrir la derrota posicional.

Viéndolo ahora, con un traje gris impecable, corbata de rayas grises y rojas y un pañuelo de seda azul, no parecería el coronel que en una cruenta guerra estuvo en primera línea de combate, como debe actuar un líder de sus tropas.

También es difícil imaginarlo como un guerrero, como un hombre dispuesto a matar o morir, como un estratega que entiende (sobre la base filosófica y bélica del maestro Sun Tzu), que los seres humanos solo deben guerrear cuando confrontar es la última opción, cuando el diálogo se ha agotado, cuando las razones y los argumentos dejan paso a las balas.

 Porque Luis Hernández es un ser de paz, un ciudadano  ejemplar que marca hitos y deja huellas en la sociedad.

Tanto así que mientras tomamos un café en el mall El Jardín se acerca a nosotros Haydé Rivadeneira, una mujer esmeraldeña divorciada de un militar -vaya casualidad-, le pregunta feliz si ya puede llamarlo general, lo abraza y le pide que siga combatiendo sin tregua la corrupción desde su posición en el Consejo de Participación Ciudadana Transitorio (CPCCST).

Curiosa analogía y misterioso círculo de la vida: dos décadas después de que le tocara ser uno de los comandantes en la guerra fronteriza, hoy es uno de los comandantes en la guerra contra el robo de miles de millones de dólares a los ecuatorianos y a favor de la reinstitucionalización del Estado.

Después, mientras caminamos por los pasillos del centro comercial, a Luis Hernández le sorprende que no sea solamente Haidé quien se le acerque sino decenas de personas, como, por ejemplo, Marco Puente, quien le dice “mi general” y lo abraza de manera efusiva.

El ciudadano le cuenta que hasta hace pocos meses trabajó en una institución de justicia y que ahora las cosas empezaron a ser rectas, gracias a lo que hacen personajes como “el general”.

Luis Hernández todavía no sale de su perplejidad con todo lo que le está ocurriendo a partir de que el pasado 4 de este mes le llegó el dictamen de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH).

Y en su actitud orgullosa pero humilde no tiene interés en dar el paso que otro, en su caso, tomaría: exigir que lo restituyan a las Fuerzas Armadas y asumir cualquier función jerárquica que le correspondería como general de brigada.

Recuerda la larga lucha, desde 2001, que le ha significado recuperar su dignidad, su honor y el grado militar que le compete a un oficial de hoja impecable, a un oficial que fue héroe de la patria, a un oficial que gracias a su tesón y su temple ganó todos los reconocimientos a su valentía y a su inteligencia estratégica.

Este hombre de 65 años, cuyo aspecto es el de una persona de muchos años menos, pide disculpas por mirar su celular con frecuencia, pero las disculpas están demás: son mensajes de WhatsApp, uno  tras otro, que le llegan para felicitarlo.

En su casa ubicada en el norte de Quito, en la calle De los Helechos, sector de Collaloma, frente al populoso Comité del Pueblo, recuerda cómo, de manera espontánea, le hicieron honores en el Palacio de Carondelet un grupo de la brigada de fuerzas especiales que comandó.

Se encontraron, por casualidad, en la reciente visita de los miembros del Consejo al Presidente de la República. Y Hernández vivió una emoción inédita cuando el coronel Reiner Ramírez y sus oficiales y soldados le rindieron honores como general.

Pero ni eso, que él agradece tanto, hace que cambie de opinión. Gracias a una lucha incansable, difícil, trajinada, ahora es general de brigada. Sin embargo, no recibirá ninguna indemnización millonaria (como suele suceder con quienes reciben el apoyo de la CIDH) ni tampoco la pedirá.

Mientras muestra su amor a su esposa, la británica Therese Newenhall (profesora del colegio La Condamine), y a su hijo William Luis (chef, de 31 años), se detiene a pensar y luego expresa que, en realidad, le gustaría ser militar activo solo durante 15 o 20 segundos.

Agradecería tanto que el presidente Lenín Moreno, en una ceremonia sencilla, le entregara el documento oficial que lo acredita como general de brigada. Vestiría el uniforme militar, como debe ser, agradecería a quienes lo apoyaron durante todo esta larga y heroica batalla legal de 18 años y se despediría, de inmediato, de la institución en la que permaneció por 32 años y en la que obtuvo, siempre, las condecoraciones y los estímulos más altos que un oficial puede lograr en su carrera.

Luis Hernández fue, además, asambleísta constituyente en Montecristi y, en sus años como civil se dedicó al turismo con su paradisíaca hostería, ubicada en Cuyabeno, en el corazón de la selva; y un restaurante en el tradicional barrio quiteño de San Juan, con una bellísima y alucinante vista de las cúpulas de las iglesias del Quito colonial.

Y si se trata de recordar a uno de sus ejemplares comandantes no tiene ninguna duda: el general José Gallardo, su referente, su apoyo y su maestro.

Se refiere a él como un hombre de coraje moral y explica el concepto: existen muchos hombres con coraje físico, que pueden combatir en una guerra y ganarla.

Pero hay muy pocos con coraje moral, que todos los días de su vida libran enfrentamientos éticos consigo mismos. Estos hombres –parafraseando al dramaturgo alemán Bertold Brecht- son los imprescindibles.

Cuenta con posgrados en Ciencias y Estrategia Militares y Relaciones Internacionales, entre otros. (I)   

Antecedentes

Vida militar

El general Hernández se graduó de subteniente de Infantería, oficial de Estado Mayor en la Academia de Guerra de la Fuerza Terrestre y oficial de Estado Mayor Conjunto.

Formación académica

Tiene posgrados en Ciencias Militares y Estrategia Militar, Politica Militar y Relaciones Internacionales. Máster en Administración Publica, Universidad Shippensburg, EE.UU.

Guerra del Cenepa, 1995

Comandó las operaciones del Ejército en el Alto Cenepa. Él está en la lista de beneficiarios de la Ley de Héroes y Heroínas, de 2011. También recibió la condecoración Cruz de Honor al Mérito de Guerra.

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