Ecuador, 02 de Mayo de 2024
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El Telégrafo
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47 votos: ¿qué implica esta nueva victoria política de Lenín Moreno?

Alianza PAÍS (AP) no pudo ocultar más lo que podría considerarse como el secreto peor guardado de la política nacional de los últimos tiempos, su propia ruptura. Y sucedió lo que tenía que suceder: salieron al público todas sus fracturas, las mismas que, casa adentro, eran pan del día.

La tensa y tormentosa reunión de ayer a puerta cerrada -donde toda la bancada legislativa de AP sacó sus cueros al sol-, fue la punta de un ovillo que se enredó en los últimos meses.

En el cónclave dirigido por el Presidente de la Asamblea Nacional (dato que refleja la cambiante correlación de fuerzas dentro de AP), se liberaron algunas amarras, no todas. La tarea no fue fácil, ni podía serlo.

Basta recordar el entorno y el porqué se reunieron los asambleístas: tenían ante sí una agenda política bifurcada desde sus cimientos (a favor o contra el Gobierno); una ruptura de liderazgo al más alto nivel del movimiento (Moreno vs. Correa); la macondiana expulsión del presidente de AP por parte de algunos “guerreros leales” a su presidente vitalicio; la detención del “compañero” Vicepresidente, quien cada vez está más próximo a la destitución por vía de un juicio político en la Asamblea (Jorge G.); el desate de una verdadera oleada anticorrupción, capitaneada por el principal inquilino de Carondelet (ahí están los casos Odebrecht, Contraloría, Petroecuador, etc.). La lista sigue...

Antes del feriado de la semana pasada ya hubo gran ajetreo político dentro de AP. Ayer se consumaron los resultados que eran previsibles. En efecto, hasta el pasado miércoles 1 de noviembre, 44 asambleístas de AP habían dado su apoyo al presidente Moreno y su claro respaldo a la consulta popular; 18 se habían colocado al otro lado del río en dirección hacia Bélgica. Quedaban en duda 12 asambleístas, con su mirada bamboleante entre la Plaza Grande y Bruselas.    

En este corto interregno -5 días- las cosas no cambiaron esencialmente, aunque el juego de intereses, como pocos se ha visto dentro de una misma agrupación política, no estuvo exento de ajetreos.

Al sumar 47 voluntades de las 74 posibles (3 más de las que se contabilizaron hasta antes de la reunión de este martes), el presidente Moreno se apuntó un triunfo político de alto calibre dentro de su movimiento, de cara a la clase política en su conjunto y ante el país.

En la víspera, durante su acostumbrada cadena radiotelevisada de los lunes, el Jefe de Estado se refirió a la crisis interna de AP. En tono conciliador y apelando nuevamente a su táctica de la mano extendida, trazó la cancha y cerró la brecha a su favor.

Con ese antecedente, era virtualmente imposible la reversión del camino andado y de los acuerdos políticos conseguidos: la mayoría legislativa de AP se puso en línea con su discurso, con su agenda, con sus intereses estratégicos.

Es muy temprana la hora para entrar al análisis de pérdidas y ganancias, que las hay, sin duda. Y es así porque el país está ante un proceso en marcha, no ante un proceso cerrado, finiquitado, sacralizado. Son muchos y fuertes los damnificados de esta suerte de ruptura-cohesión dentro de AP. No se quedarán quietos. Aún controlan resortes importantes y efectivos de poder; tienen influencia; están dentro del Estado y saben dónde y cómo actuar.

Mientras tanto, Moreno suma. La fuerza política que acumula es considerable y la fuerza de su palabra se afianza. ¿Qué hará con estos elementos a su favor, cuando la economía muestra dificultades y la fuerza política opositora -con correístas incluidos- empiece a exigir, empiece a presionar? Ahí una de las preguntas del millón. (O) 

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