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Militares y democracia

Militares y democracia
09 de febrero de 2016 - 00:00 - Luis Varese. Analista político

Uno de los más importantes triunfos de las nuevas democracias ha sido el inicio de la subordinación del poder militar al poder civil. Solamente en México, Costa Rica, Cuba y Nicaragua esto ocurría, debido a sus particulares revoluciones.

Los demás países teníamos a la Fuerza Armada como permanente Espada de Damocles sobre el cuello juvenil de las incipientes democracias. Espada de Damocles que sucesivamente cayó y guillotinó democracias y seres humanos durante décadas en nuestra América. Hubo excepciones, claro, con el coronel Caamaño en República Dominicana, el general Juan Velasco Alvarado en Perú, con Juan José Torres en Bolivia, Torrijos en Panamá e incluso en Chile con Pratts o Bachelet que buscaron cambiar esa servil dominación u oponerse al golpe como los dos últimos chilenos, para nombrar solamente alguno de los militares patriotas dignos hijos de Túpac Amaru, de Sucre, de Bolívar de San Martín.

Veinticinco años después y con miles de muertos, presos y torturados ofrecidos como columnas basales de la  terrible noche neoliberal, el coronel Hugo Chávez Frías inaugura los procesos electorales que revolucionan las estructuras del poder, entre ellas el poder de la Fuerza Armada. Luego será  Lula con fuertes contradicciones sin lograr derrotar la vanidad del golpe militar ni abrir todos los archivos de la dictadura; Kirchner, quien encarceló a torturadores; Bachelet, aun tímidamente, pero construyendo el poder civil a la espera de una Constituyente. Evo, sin duda y poco a poco. El Salvador, recientemente.  Ecuador, con el presidente Rafael Correa.

Personalizo con nombres o apellidos porque para ello no solo basta la fuerza de la institucionalidad del poder civil (muchas, demasiadas, veces violada), sino el coraje personal de los presidentes y presidentas.

Aquí en Quito, pocas horas atrás, el Comando Conjunto de la Fuerza Armada se pronunció en contra de una decisión administrativa que obligaba a devolver  del Instituto de Seguridad Social de la Fuerza Armada, 41 millones de dólares por el sobreprecio en una venta de terrenos en Samanes Guayaquil. Venta que debe ser revisada también por la responsabilidad civil al acordar ese precio. Lo grave de la situación no fue que discreparan de esta decisión del Ejecutivo, de que devuelvan el dinero, sino que lo pusieron como un hecho que atentaba “contra la institucionalidad de la Fuerza Armada y el derecho de oficiales y soldados y sus familias”. Es decir, en un claro y abierto mensaje de desobediencia al poder civil ganado en las urnas y a la Constitución de la República. Horas antes incitados por oficiales de reserva que militan en partidos de  derecha, unos 130 suboficiales y reservistas habían ocupado la calle frente al Ministerio de Defensa en protesta contra lo mismo. La protesta alimentada por los partidos de oposición recibía al día siguiente la bendición del Comando Conjunto de la Fuerza Armada.

En menos de una hora el presidente Rafael Correa destituyó a estos equivocados altos oficiales y nombró a un nuevo cuerpo de mando.

No son pocas las remembranzas que traen estos hechos. Mentira tras mentira, diciendo de manera insistente que se le van a quitar las sustanciosas pensiones de las que son beneficiarios los altos mandos. Agitación entre familiares, esposas y martillando sobre la crisis económica  cuyo ‘único culpable’ es el Gobierno. Hay algunos que siguen trabajando sobre la posibilidad del golpe y lo llaman a gritos. En Brasil, en Venezuela, en Ecuador. Finalmente movilización previa y pronunciamiento oficial con todos los uniformes y rigores. Rememorando a Tejero en España, lustros atrás.

La institucionalidad conseguida en estos años de las nuevas democracias ubica a las Fuerzas Armadas en nuevos y fundamentales roles que jugar. Por fin la defensa de la soberanía pasa a ser no solamente un esfuerzo a veces heroico de defender fronteras, sino una concepción integral de país y de nación, donde el compartir con el conjunto de  ciudadanos y ciudadanas, el combate a la pobreza y el crecimiento en la salud y educación de los niños y niñas de la patria es parte de la tarea militar también. Cuidar el agua, el petróleo, la biodiversidad. Crecer en el conocimiento y dominio del espacio, en la región austral, en el mar territorial, es parte de la defensa de la soberanía. Identificar los tentáculos del crimen organizado y del uso de sus recursos para mancillar el territorio con sus tráficos y drogas es parte de este concepto de servicio a la nación y así lo entienden militares y policías defensores de la soberanía nacional. Así lo proyecta el nuevo concepto de defensa desarrollado por Unasur. Preocuparse en mentir sobre los recursos del Issfa es continuar en la tarea de servir a los extranjeros  dueños del mundo y no a Ecuador.

Una vez más el coraje de Rafael Correa ha mantenido el estado de derecho, la defensa de la democracia y de la institucionalidad de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional. A los civiles desarmados nos toca consolidar este avance institucional y luchar para que sea mayoritario en la conciencia de los armados. Para ello están los y las dirigentes que supieron salir a las calles cuando el Presidente no estaba o también cuando estaba. Y si fuera necesario, volveremos a las calles a ofrecer el pecho, como el  joven héroe Bolaños, aquel nefasto 30 de septiembre. Y sepan que esta vez seremos millones junto con los militares y policías patriotas. Que sepan que nosotros, los miles de anónimos, no somos de los que nos escondemos cuando el río suena porque piedras o balas trae.

Nota al pie de página: Estos experimentos ‘institucionales’ de un sector de la Fuerza Armada coinciden con la llegada del embajador de Estados Unidos. El Gobierno de ese país ha tenido la delicadeza de enviar un experto en inteligencia. Estoy seguro de que en Ecuador nos interesaría mucho más un experto en economía popular y solidaria, en flores o en camarones o incluso en comercio con EE.UU. Pero no, justamente nos envían a un experto en inteligencia. Tal vez quieran contribuir a ese tanque de pensamiento que es  Yachay con este embajador, tal vez sea así y mi deformación solidaria me hace pensar mal. Tal vez todo sea una desafortunada coincidencia. Es lo más probable. (O)

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