“Es un buen tipo”, así empiezan los amigos y conocidos del karateca Esteban Espinoza. El ecuatoriano competirá este sábado 10 de agosto de 2019 en los -84 kilogramos de esa disciplina deportiva en los XVIII Juegos Panamericanos que se desarrollan hasta mañana en la capital peruana (Lima).

Pese a su estatura, de 1.86 metros, y corpulencia, Espinoza no borra la sonrisa de su rostro. Camina junto a sus compañeros de equipo, Franklin Mina y Andrés Tejada, con quienes convivió en la Villa Panamericana durante estos días.

Siempre con risas. El karateca bromeaba con su amigo Marco Fuentes, que lo conoce desde que era un niño y empezaba a practicar el arte marcial japonés en un club de karate de Quito.

Fuentes le ha dicho en varias ocasiones que a la hora de enfrentarse a un rival debe enojarse, cambiar su expresión de amabilidad y ser más duro.

“Cuando te pares en el tatami enójate para que el rival tenga miedo”, lo aconsejó. Esa es una clave vital en una disciplina de contacto como el karate.

Risueño, sencillo, cordial y simpático al hablar, así es Espinoza. Tampoco falta en él la confianza, cree mucho en sus capacidades para realizar un buen papel.

“Yo no vengo a competir, vengo a ganar (los Juegos Panamericanos 2019)”, le dijo a Medios Públicos. Esta será su tercera participación en el certamen y no quiere volver a Quito con las manos vacías.

“He peleado con algunos de la categoría. Les he ganado y me han ganado, pero esta vez no la van a tener fácil”, apuntó.

El ecuatoriano integra el grupo B de su división con el colombiano Carlos Sinisterra, el venezolano Freddy Valera y el peruano Carlos Mendoza. Solo dos de ellos clasificarán a la semifinal y asegurarán medalla.

“Me siento súper rápido, bien preparado”, agregó.

La delegación ecuatoriana compitió en torneos en Irán y Kazajstán que le permitió a los karatecas medirse con deportistas élite y aprender de ellos.

Su primera experiencia en unos Panamericanos fue en la edición XVI, celebrados en Guadalajara (México), en el año 2011. Espinoza tenía 21 años y debutaba en una competencia de primer nivel. Sufrió una lesión en el primer combate y tuvo que retirarse.

Cuatro años después clasificó a Toronto 2015. En Canadá no logró un buen desempeño, se quedó en las rondas preliminares por su mayor debilidad: los nervios.

Sin que se le escape una sonrisa de la cara, el quiteño resaltó a EL TELÉGRAFO que junto a su entrenador, Luis Valdivieso, han trabajado en ese aspecto fundamental. En su mente se repite que Lima 2019 serán sus juegos.

“Esteban Espinoza viene con todo a dejar el nombre del Ecuador bien alto”, enfatizó. En los últimos meses practicó los prearranques y se concentró en no caer en distracciones o errores menores que pueden incidir en la competencia.

Aún recuerda la medalla de bronce que pudo ser de oro sino salía del área en la semifinal de los Juegos Odesur. “Estaba que me daba contra el piso. Se me fue la final pero conseguí la de bronce y clasifiqué a los Panamericanos”, rememoró.

En Lima peleará en una nueva categoría. Subió de menos 75 kilos a menos 85. No le ha ido mal y se siente optimista. Espinoza está casado y tiene un hijo, a quien mantiene gracias a un empleo de fisioterapeuta. Tener que trabajar lo afectó en el entrenamiento de competencias pasadas.

En toda la entrevista, al referirse a la falta de apoyo económico cambió su ánimo por uno más serio y molesto. Esa es la rabia que sus amigos quieren que proyecte en los duelos deportivos y coseche los objetivos anhelados.

Espinoza confía en inscribir su nombre en la historia del deporte ecuatoriano con garra y corazón, como él considera. “Tengo una espinita que me la tengo que sacar en estos Juegos”, finalizó. (I)