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El culto a la juventud impide pensar que inevitablemente los años pasan

Vejez, la etapa de la vida que a veces olvidamos planificar

La vejez no es sinónimo de enfermedad, por el contrario, es una de las etapas de la vida donde está presente el tiempo para disfrutar y compartir entre amigos. Foto: Archivo
La vejez no es sinónimo de enfermedad, por el contrario, es una de las etapas de la vida donde está presente el tiempo para disfrutar y compartir entre amigos. Foto: Archivo
08 de noviembre de 2014 - 00:00 - Kléver Paredes B.

Los deseos más comunes de los padres a sus hijos son: “quiero que seas un buen estudiante”, “quiero que triunfes en la vida”, “que termines una carrera”, “que seas un profesional bien remunerado”, “que viajes, disfrutes la vida y formes una familia”. Y el pensamiento de los hijos, por lo general, es: “cuando sea grande tendré un buen puesto de trabajo”; “ganaré mucho dinero”, “quiero divertirme,  viajar, disfrutar la vida”.

En los 2 casos, los objetivos llegan únicamente hasta la edad adulta. No se mira más allá. Resulta raro escuchar a los padres o a los hijos hablar o planificar sobre sus aspiraciones en la vejez. Es como pensar que nunca llegará.

Para la mayoría de las personas, esa etapa se ignora, tal vez por el temor a la enfermedad, por la pérdida de la independencia, la fragilidad que significa o el rechazo disfrazado y que persiste en una sociedad que rinde culto a la juventud como sinónimo de belleza y bienestar.

“La vejez y la muerte suelen provocar miedo, debido a lo poco discutido y analizado del tema”, considera Susana Sommer, integrante de la Comisión Mundial de Ética de los Conocimientos Científicos y de las Tecnologías de Unesco y autora del libro Según pasan los años.

Ella interroga a sus lectores: “Es factible envejecer graciosamente, con humor y con donaire. ¿Cómo debemos enfrentarnos a nuestro temor principal: un deterioro físico y mental incapacitante? ¿Cómo es posible aceptar las limitaciones físicas, sin considerarnos discapacitados, en las cosas que sí podemos hacer todavía con placer e interés?

Pasar de la niñez a la adolescencia tiene sus complejidades, pero de la madurez a la vejez implica ir ajustándose a los cambios que experimenta cada ser humano, hombre o mujer, en lo físico, psicológico, social y espiritual; significa aprovechar las oportunidades, pero también aceptar las limitaciones.

El concepto envejecimiento puede aplicarse tanto al conjunto de la población como al individuo. En todo el mundo la proporción de personas mayores crece más rápidamente que cualquier otro grupo de edad. La esperanza de vida, en el caso de Ecuador, es de 75 años en promedio, esto, unido a la disminución de la natalidad, explica el envejecimiento poblacional.

Por ello, la primera pregunta que debemos respondernos es: ¿Qué tan conscientes estamos de esta situación y cómo nos preparamos para llegar en condiciones óptimas a la etapa de adultos mayores?

Una breve encuesta con 20 personas de diferentes edades demostró que la mitad tiene un bajo nivel de conciencia acerca del impacto que representan sus hábitos actuales en su proceso de envejecimiento. Su estilo de vida es poco saludable, la actividad física es ocasional, su alimentación es inadecuada y los chequeos médicos responden más a la presencia de una dolencia que a la prevención.

Llegar activo y saludable a la vejez es el reto para todos y que debe ser incorporado desde tempranas edades. Mantener estilos de vida poco saludables equivale a una vejez sin calidad de vida.

La Encuesta de Salud y Bienestar del Adulto Mayor SABE II, 2010-2011, advierte las patologías más frecuentes que adolecen las personas adultas mayores del Ecuador, entre ellas la anemia (mala alimentación) asociada a otros procesos crónicos de enfermedades.

La prevalencia de este mal en los adultos mayores fue la fecha de la encuesta del 19,4%, siendo los hombres quienes más la padecen. Se menciona como una de las causas el desconocimiento de cómo alimentarse de forma saludable, no solo en la vejez sino en otras edades.

El envejecimiento activo es un tema que, al igual que el aumento de la expectativa de vida, toma cada vez más vigencia.

Según una investigación del Instituto Internacional de Estudios sobre la Familia de España, se debe procurar llegar a la vejez en las mejores condiciones posibles: sin enfermedades asociadas, en buena salud física y mental, y con autonomía e independencia para las actividades cotidianas. Si a esto le añade una actitud positiva ante el proceso del envejecimiento y una participación social activa, eso es el envejecimiento activo.

Para la Organización Mundial de la Salud, el envejecimiento activo es el proceso de optimización de las oportunidades de salud, participación y seguridad con el fin de mejorar la calidad de vida a medida que las personas envejecen. Tres son los pilares de este proceso: bienestar físico, mental y social; participación en la sociedad de acuerdo con las necesidades, capacidades y deseos de las personas mayores, tanto individual como colectivamente; y la seguridad y la protección.

La vejez no es una enfermedad y eso se sustenta en estudios científicos. A pesar de luchar vanamente por conservar la eterna juventud, existe una sola forma de no envejecer, y esa es morir.

Vivir es envejecer y todo ser humano es parte de ese proceso, lo quiera o no, pero en sus manos está poder hacerlo en mejores condiciones de salud y bienestar. Y mientras a más temprana edad se hable de este tema, mejor será la calidad de vida para los futuros adultos mayores. Tener canas, arrugas en la piel, menos capacidad de concentración no es el fin del mundo, dice Susana Sommer; hay que mirar más las bondades que ofrece la vejez.

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