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La sociedad debe cambiar la forma en que percibe a los adultos mayores y acostumbrarse a verlos como miembros activos de la comunidad, sin importar que vivan en sus casas o en instituciones

¿Cómo envejecer de forma productiva?

El aumento de la esperanza de vida y los planes de seguridad social del siglo XX determinan que debemos planificar nuestra vejez, aspecto que no se toma en cuenta ni al jubilarse ni en edades tempranas. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
El aumento de la esperanza de vida y los planes de seguridad social del siglo XX determinan que debemos planificar nuestra vejez, aspecto que no se toma en cuenta ni al jubilarse ni en edades tempranas. Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
21 de noviembre de 2015 - 00:00 - Palabra Mayor / Voces en el Fénix

El envejecimiento poblacional es uno de los mayores desafíos para el siglo XXI. En este marco, la sociedad deberá cambiar la forma en la que percibe a las personas adultas mayores y acostumbrarse a verlas como miembros activos y productivos dentro de la comunidad, sin limitar esto únicamente a la esfera económica, sino también a la participación social.

El potencial productivo de las personas mayores es todo un tema, y de gran actualidad, que fue introducido en el mundo gerontológico por el Dr. Robert Butler, presidente y fundador de los Centros Internacionales de Longevidad.

Según sus palabras, al envejecimiento productivo se lo debe entender como “la capacidad de un individuo o una población para servir en la fuerza de trabajo remunerada, en actividades de voluntariado, ayudar en la familia o mantenerse independiente, tanto como sea posible”.

Otros autores han propuesto una concepción más amplia del término, definiéndolo como “cualquier actividad realizada por una persona mayor que produce bienes o servicios, sea remunerada o no, o que desarrolle capacidades para producirlos”.

Desde este punto de vista, el enfoque del envejecimiento productivo hace referencia al concepto de productividad en un sentido aún más amplio, entendiéndose como el conjunto de beneficios colectivos que las personas adultas mayores consiguen a partir de sus acciones individuales.

Es decir, la productividad apunta al hacer con un sentido, y no necesariamente referirse solo a la esfera económica, sino también a la contribución social de las personas mayores y a su satisfacción de necesidades sociales de importancia.

Por lo tanto, contribuir es la esencia de este paradigma, y la clave para comprender el concepto de envejecimiento productivo desde una perspectiva más holística.

A medida que fueron cayendo las tasas de mortalidad y la edad promedio de la vida se acerca a los 90 años, nos enfrentamos cotidianamente a una nueva serie de desafíos.

Uno de ellos, por cierto, es el ¿cómo?, ¿cómo proporcionar apoyo financiero a este aumento afortunado de vida útil y que en su mayor parte nunca fue previsto?

Esta falta de planificación aparece en los planes de retiro y viejos modelos de seguridad social de principios del siglo XX, donde la esperanza de vida promedio se estimaba en los 60 años.

Como su nombre lo indica, el envejecimiento productivo se refiere a la forma en la que podemos envejecer sin dejar de ser miembros activos y productivos dentro de la sociedad en la cual vivimos.

Y ser productivo no se limita, una vez más, a ser económicamente productivo, sino más importante aún, socialmente productivo.

Y este es un beneficio tanto para la sociedad en general como para el individuo en particular, que necesita beneficiarse de la vejez, “y no solamente sufrirla”. Gran temática esta que gira en torno a valores culturales, así como a valores económicos de las sociedades.

Culturalmente se espera que las personas mayores disfruten de su vejez y de su jubilación y que no perturben al resto de los miembros de la sociedad, que formen parte.

La mirada es un poco así: económicamente como sociedad, los queremos, pero no necesariamente como una carga para los que hoy somos contribuyentes.

Esto es una consecuencia de los efectos residuales de la Revolución Industrial, donde algunos seres humanos se convirtieron en engranajes de las grandes máquinas. Nuestro sistema educativo occidental y la dinámica social de la familia giran también en torno al concepto de la jubilación. Aunque nadie recuerda a Stradivarius querer dejar de fabricar violines y pedir jubilarse…

¿Jubilarse para qué? En la era industrial la jubilación pudo haber tenido un cierto sentido. Ahora, en la posindustrial y de la información, ya no es tanto así.

El envejecimiento productivo está un poco lejos de la posición defendida por la teoría de la realización de actividades utilitarias concretas, cuando uno ya es viejo.

Tampoco quiere decir que los individuos tienen que mantenerse siempre activos, pero aboga por una participación social significativa.

Las actividades realizadas deben ser percibidas siempre como positivas, y participar de ellas debe dar un significado a las personas mayores a su vida.

Uno de los factores a tener en cuenta no es la obligación de que participen, sino también crear las oportunidades para poder llegar a hacerlo. ¿Cómo se podría lograr esta alternativa? Por un lado, a nivel micro, en una esfera más personal. Necesariamente tiene que pasar a través de una mejor capacitación, el empoderamiento y la transformación objetiva y favorable de las condiciones de participación. Su asistencia a cursos, talleres y proyectos educativos es ejemplo de cómo se puede lograr un cambio positivo, un deseo de involucrarse y de contribuir a la sociedad.

A otro nivel, un cambio social. La sociedad deberá cambiar la forma en la que percibe a las personas adultas mayores y acostumbrarse a verlos como miembros parte y activos de la comunidad.

Y no importa si ellos continúan viviendo en sus propias casas o si lo hacen por otras circunstancias en instituciones.

La posibilidad de ser activo en el proceso de toma de decisiones de sus vidas es algo que debe estar presente en todos los contextos.

A nivel macro, un cambio de políticas emitidas por la administración pública deberá incorporar las recomendaciones de Naciones Unidas para las personas de edad: salud, seguridad, participación, independencia, cuidado, realización personal y dignidad.

El interés sobre la actividad productiva en la edad adulta ha aumentado considerablemente en los últimos años y ha conseguido llamar la atención de investigadores, actores sociales y políticos.

Recientes investigaciones se han centrado en el valor económico de dichas actividades, muchas de las cuales no están incluidas en el mercado laboral, teniendo como ejemplo el voluntariado.

Una buena pregunta que nos debemos hacer es la siguiente: ¿son todos los tipos de actividad productiva en la vejez igualmente significativos para todas las personas mayores?

Una cantidad considerable de las actividades productivas en las personas se produce en los años posteriores a la jubilación. Los investigadores Burr, Mutchler y Caro encontraron que entre los 55 y 74 años las personas mayores se mantienen más activas en las diferentes dimensiones del envejecimiento productivo: el voluntariado, el cuidado de los nietos, el apoyo informal de amigos, parientes o vecinos, la atención a personas dependientes familiares y aun en el trabajo remunerado. (Por Lía Susana Daichman). (I)

Nuevas políticas

La jubilación no debería ser obligatoria, sino flexible por las contribuciones

Las cuestiones relacionadas con la posibilidad de seguir trabajando después de la edad jubilatoria pueden variar y difieren entre los diferentes países y profesiones.

La jubilación debería ser flexible, no obligatoria, para no prescindir de una manera radical de las contribuciones de los trabajadores mayores.

Como la esperanza de vida crece, conceptos tradicionales como la necesidad de jubilarse a cierta edad deben ser revisados a distintos niveles: desde las políticas públicas hasta las prácticas privadas, incluyendo también su planificación dentro de la historia de vida laboral de la propia gente.

Ha habido algunas medidas adoptadas por el sector privado para alentar a los trabajadores a trabajar más tiempo a través de programas de reentrenamiento o trabajos a tiempo parcial, pero muy pocas desde el sector público.

Para aquellos que quieran y puedan jubilarse existen oportunidades para actividades voluntarias significativas y algunas nuevas formas de trabajo.

Reinventando el envejecimiento

Un cambio de actitudes sociales para fomentar la participación de las personas mayores. Estrategias potencialmente eficaces para fomentar el envejecimiento saludable, activo y productivo pueden verse frecuentemente afectadas por una serie de estereotipos que se atribuyen a las personas mayores.

Si bien tendemos a ver a las personas mayores dentro de nuestra propia familia o redes personales con una actitud más positiva, estas son vistas en general y más a menudo en forma negativa. Por ejemplo: una persona puede ser considerada demasiado vieja para aprender nuevas habilidades, capacidades o estar demasiado cerca de la edad jubilatoria para merecer ser reentrenada. Ambas actitudes hacen que sea más difícil para un adulto mayor mantener las habilidades que lo hagan atractivo para un posible empleador y a nuevas formas de trabajo.

Existen, lamentablemente, muchos prejuicios y estereotipos que nos limitan para realmente entender los desafíos y las oportunidades de una población cada vez más envejecida y de ahí que son capaces de bloquear también la búsqueda de soluciones innovadoras. Por ejemplo, retratar a las personas mayores como una carga más que como un recurso, nos lleva a pensar en maneras de reducir al mínimo el costo de inversión en el envejecimiento, en lugar de aprovechar al máximo la oportunidad para que a los mayores se les permita contribuir. Verlos como fuera de contacto o ‘fuera de onda’ nos impedirá pensar en estrategias que puedan aprovechar mejor su larga experiencia y conocimiento.

En la actualidad estamos envejeciendo de una manera diferente, a medida que las personas se van apartando de las normativas previas.

Estamos comenzando a ver nuevos role models que son más activos, exigentes, con ganas de trabajar más años o de disfrutar de otra manera su tiempo libre. “Como baby-boomers que somos y queremos que nuestras voces sean escuchadas”.

Hace varios años fuimos creando una nueva construcción social, la de la adolescencia, ahora se va desarrollando una nueva transición: la gerontolescencia. Es emocionante porque es una nueva etapa del desarrollo humano.

Por lo tanto, los responsables de formular las políticas públicas deben asegurar que estemos preparados para enfrentar los fuertes cambios demográficos que estamos y estaremos transitando.

Ya se puede ver universalmente cómo los adultos mayores realizan importantes contribuciones en campos tan diversos como las finanzas, la ciencia, las artes, la política y los servicios públicos. Esto probablemente se extenderá a medida que la población envejezca.

El envejecimiento poblacional amenaza con convertirse en el mayor desafío y ‘cuasi riesgo’ para el siglo XXI, si no tenemos las políticas adecuadas. Tomar medidas firmes para romper estas creencias negativas no solo beneficiará a las personas mayores y reducirá los costos del envejecimiento de la población, sino que también nos ayudará a construir sociedades sostenibles y cohesionadas, equitativas y seguras, el tipo de sociedad de la que todos queramos formar parte. (Por Lía Susana Daichman). (I)

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