El 15 de agosto de 2007, la capital del Perú, Lima, y el sur del país fueron impactados por un terremoto de 7,9 grados Celsius, que duró 3 minutos. Dejó 596 muertos, casi 2.291 heridos, 76.000 viviendas destruidas e inhabitables, 431 mil personas afectadas y el tejido social destruido. El terremoto tuvo su epicentro en la ciudad de Pisco. La ciudad de Chincha fue la más devastada según el censo en zona del Instituto Nacional de Estadística e Informática. A los pocos días de ocurrido el terremoto, una coalición de ONG y grupos de adultos mayores que trabajamos por y con este grupo poblacional, visitamos las zonas afectadas para el levantamiento de información sobre el impacto del fenómeno en los adultos mayores. Las ONG que participaron conformaban el componente técnico llamado Alerta Blanca de la Brigada Alerta Blanca integrada por personas mayores, previamente capacitadas. La Brigada Alerta Blanca fue creada en 2001 dentro del proyecto Personas Mayores por el Cambio con el financiamiento y apoyo técnico de Help Age International – HAI. Después de levantamiento de información y con recursos económicos limitados, se priorizó el trabajo en el sector Sunampe, en Chincha.

En los otros lugares se alcanzó ayuda puntual de necesidades básicas o atención de salud y se realizaron acciones de incidencia a nivel sectorial a fin de que se diferencien las necesidades particulares de la población mayor. Esta forma de trabajo devino de la experiencia ganada en la intervención que hicieran algunas ONG integrantes de la coalición en 2001, post terremoto de Moquegua, en el sur del Perú.

Se intervino de manera integral: atención médica, psicológica, social y acciones de abogacía para incidir en las autoridades fortaleciendo la asociatividad de las personas mayores pro-defensa de sus derechos. Además, campañas de salud física, psicológica y social en coordinación con la alcaldía y el centro de salud de la localidad. Recorrido de las personas adultas mayores de la Brigada Blanca con miembros del equipo técnico Alerta Blanca por los refugios y casas para conocer e identificar la situación de las personas mayores; ayuda a la organización de los adultos mayores para que exijan puntos de reparto de medicinas, alimentos, agua y abrigo de manera diferenciada. Se centró en la distribución de productos especializados como medicinas para enfermedades crónicas tales como Hipertensión Arterial y Diabetes, también pañales para adultos; además de gestionar sillas de ruedas, materiales para que se cubrieran y protegieran de la intemperie. Igual, se realizaron talleres a la población adulta mayor para el manejo del estrés, exteriorización de sus emociones y a los familiares de las personas mayores para sensibilizarlos a no abandonarlos para la promoción de una convivencia armoniosa.

La intervención de las ONG con el respaldo de la Brigada Alerta Blanca, cubrió un vacío en la atención de las personas mayores en los planes de gestión de riesgos, en su mayoría destinados a atender niños, niñas, adolescentes y mujeres gestantes. Se logró sensibilizar a las autoridades sobre su rol en relación a la población mayor. Los adultos mayores aceptaron el apoyo emocional brindado por sus pares. Se identificó que muchos adultos mayores brindaban apoyo económico, emocional e instrumental a sus hijos, cuidando a los nietos y los pocos bienes que les quedaban. También se activó la solidaridad intergeneracional. Las mujeres entre 60 y 69 años son las más afectadas post emergencia; a mayor edad se encontró menor incidencia de problemas de salud mental. (O)