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En el centro se realizan charlas de prevención y psicoterapia

Pacientes crean un club en Quito

Pacientes crean un club en Quito
24 de mayo de 2014 - 00:00

Los 160 integrantes del Club de Diabéticos del hospital Enrique Garcés, al sur de Quito, cambiaron la figura del ‘pobre viejito solo en su casa’ por las diferentes actividades de salud y entretenimiento que comparten entre amigos.

Sus vidas se transformaron desde que cuentan con este espacio para dialogar y compartir entre los vecinos del sur de Quito y voluntarios que les brindan cariño.

Tener la enfermedad de la diabetes fue el pretexto para que los adultos mayores se unan y descubran, además de las charlas educativas, de prevención y psicoterapia que reciben en el hospital Enrique Garcés, los beneficios de los talleres de bailoterapia y del grupo de danza que formaron en el club.

Los días de la Madre, de la Mujer, del Padre, Navidad y el 14 de noviembre que se conmemora el Día del Diabético son las fechas más esperadas.

El grupo de adultos mayores, fundado por Mary Peralta hace 20 años, recibió en su inicio una donación para la construcción de una iglesia al interior del hospital Enrique Garcés. En 1998 Marlene Badillo, dirigente del grupo, consiguió las primeras máquinas para los exámenes de glucosa. Para ese entonces contaban con 30 integrantes.

Actualmente se reúnen los viernes, de 07:00 a 10:00. Su objetivo ahora es contar con un local propio. Aunque el hospital Enrique Garcés les brinda un espacio y las facilidades, su deseo es emprender otras actividades, como talleres de pintura y manualidades.

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Conviene pensar en el panorama social que nos rodeará en pocos años más al formar parte del creciente ejercicio de adultos mayores, además del círculo familiar y unos cuantos amigos que van quedando. La invisibilización de los ancianos se consolida paulatinamente en un “delito del silencio” con la complicidad de algunas estrellas de micrófono que cuentan con muchas canas y varias décadas de experiencia.

Con sus 60 años, la presidenta del FMI considera que “los ancianos viven demasiado y eso es un riesgo para la economía global. Tenemos que hacer algo, ¡y ya!”. Este grupo poblacional está fuera del mercado, es casi invisible y esta realidad también se reproduce en los medios de información y en quienes ejercen el periodismo, a pesar de sus años.

Los ancianos no solo se enfrentan al abandono, la indiferencia o al irrespeto. Detrás se esconde una serie de derechos como seguir disfrutando de una vida plena, independiente y autónoma, con salud, seguridad, integración y participación activa en las esferas económicas, sociales, culturales y políticas. Asumir este enfoque significa un nuevo paradigma en las acciones que toman los gobiernos.

Ni al interior de las mismas organizaciones de lesbianas, gays, bisexuales, transgénero e intersexuales hay investigaciones, cifras o programas específicos sobre este colectivo, por eso no forman parte de los discursos y tampoco del imaginario social. Su vejez está condicionada a los recursos económicos de los que dispongan, a la posibilidad de una pareja, a familiares cercanos o a la soledad.

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