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Entrevista / ricardo iacub / doctor en psicología de la edad mediana y vejez
“Miremos el potencial y fortaleza de los viejos, en lugar de sus limitaciones”
Ricardo Iacub es doctor en Psicología con especialización en Edad Mediana y Vejez; catedrático de la Universidad de Buenos Aires, Argentina; autor de varios libros y publicaciones; asesor gerontológico del primer canal de televisión para adultos mayores Aqua Mayor, de Argentina, entre otros cargos.
En Ecuador ofreció una conferencia magistral a propósito de la celebración del Día del Jubilado. A través de su conocimiento y experiencia, abordamos el envejecimiento poblacional que experimenta América Latina y, de manera especial, la construcción de un nuevo paradigma de la vejez, con derechos, responsabilidades e igualdad de oportunidades.
América Latina experimenta un envejecimiento acelerado de su población, en un período de tiempo menor y en condiciones económicas adversas en relación a lo que sucedió en Europa, ¿cómo debemos asumir esta nueva realidad de la región?
Esta revolución demográfica nos sirve para pensar en un cambio global de una magnitud que nos cuesta darnos cuenta, por todo lo que implicará que tanta gente envejezca. Por un lado, es un desafío porque sabemos que las pensiones deberán replantearse y tocará depender de otras fuentes que pueden ser vía impuestos. Es una época donde tenemos que ser muy creativos y asegurar que los derechos de las personas no se pierdan a lo largo de su vida. También es una oportunidad. La gente está envejeciendo como en ninguna otra época, no solo por la cantidad de años sino por la calidad de vida por los descubrimientos científicos o ciertas transformaciones sociopolíticas o educativas. La gente vive con un nivel de disfrute muy diferente a décadas atrás.
¿Esto implica también emprender acciones con mayor rapidez frente a esta nueva realidad?
La experiencia de que sea más rápida la transformación demográfica, a diferencia de lo que fue en Europa, supone hacer cosas más rápidas, pero nos permite también corregir los errores en los que cayeron otros países, incluso en América Latina. Argentina y Uruguay son países envejecidos desde hace más años, ciertas políticas y lineamientos de ellos pueden ser útiles para otros países que están envejeciendo. Debemos aprovechar las experiencias comunes y el conocimiento de organismos internacionales; pensemos el envejecimiento como un tema público y no solo de salud. En las últimas décadas existe una información abundante para manejarse con mayor precisión y calidad. Tenemos más herramientas.
En América Latina se vive una tendencia de integración en diferentes ámbitos, ¿debe ser también el envejecimiento poblacional motivo para el impulso de políticas comunes entre todos los países?
Sería un objetivo trascendente para una América Latina unida, pensemos que tenemos un destino común en donde hay ciertos aspectos similares que nos pasan a unos más lento y a otros más rápido. Desde Argentina se presta su contingente a Paraguay y El Salvador. En los últimos 10 años de gobierno argentino se dio una transformación en la mirada del adulto mayor, que nunca había sucedido, más allá de las políticas muy modernas que tuvo el país desde la década del 70 cuando se tomó el modelo inglés y americano. En los últimos tiempos tenemos jubilaciones universales y dispositivos sociales, no porque a alguien se le ocurrió trabajar por los viejos, sino porque existe un paradigma de derechos que trascienden una condición social, etaria o de género y conduce a una mirada distinta sobre el ser humano.
¿Cómo se llegó a esta construcción negativa de la vejez y que en la actualidad predomina por sobre los derechos que tienen las personas adultas mayores?
Es difícil definir a este estado particular de cosas porque desde la historia se ve que existen representaciones positivas y negativas sobre la vejez.
Más bien tiene que ver con ciertos relatos de pueblos, como Atenas y Esparta, que estaban cerca, pero tenían una mirada distinta de la vejez. Lo que sí podemos afirmar es que la estructura capitalista deja de lado ciertos sujetos por su capacidad laboral, se privilegia un derrotero individual sobre un colectivo y, en esta lógica, los viejos quedaron fuera, más aún con la jubilación como tal. Con la Revolución Industrial los viejos no podían adaptarse a esta nueva realidad, lo que no sucedía en la Edad Media cuando seguían dedicados a ciertas actividades y eran útiles.
Sin embargo, el capitalismo, al mismo tiempo, resolvió a partir de un nuevo estilo de vida de la jubilación (fomentada por los grupos de izquierda como un derecho, según lo decía Carlos Marx, el derecho a la pereza) una etapa en la que pueda realizarse el ser humano sin tener que trabajar, cosa que antes estaba habilitado solo para la gente más rica.
Este cambio cultural hace que toda sociedad busque alternativas que den cuenta de estilos de vida ecuatorianos, argentinos o regionales que generen cambios.
Además de la búsqueda de alternativas, es también urgente eliminar los prejuicios y estereotipos negativos que existen sobre el envejecimiento y sobre la vejez.
Hay un plus ideológico que la gerontología intentó derribar: cómo se tomaron ciertas características de un grupo social y se las miró, desde ciertos lentes, más como la enfermedad que como un potencial de salud; que veían más la debilidad que el potencial de fortaleza para enfrentar la vida. Estos cambios se dieron desde la década del 60 y vinieron acompañados de otros movimientos que reclamaban sus derechos en un nivel de igual y no de sentirse menos como las mujeres, las personas con discapacidad o las lesbianas. Hoy podemos ser distintos y no por ello tener menos derechos. Hoy esos lentes que nos hacían ver solo la enfermedad de los viejos nos hacen ver que eso no representa todo su territorio, que si bien existe algo más de presión arterial o colesterol, esos sujetos pueden ser buenos ciudadanos, presidentes de un país o un pontífice. Gran parte de gente que se destaca es de adultos mayores y a ellos no los vemos.
Como sociedad y a nivel individual seguimos pensando en la juventud como la etapa ideal de la vida, en todos los sentidos, ¿qué hacer frente a esta realidad?
Hoy, lo que hace la ciencia es cuestionar criterios que estuvieron basados en miradas que construían como sujeto ideal al joven, y quienes no estaban en ese rango eran los diferentes, los raros. Esa lectura se centró más en pensar en la dificultad de los viejos en lugar de su capacidad para seguir viviendo y disfrutando la vida. Detrás de esta mirada están las ideologías; en un momento se pensaba que los viejos eran los adecuados para gobernar y los jóvenes no. Hoy sucede lo contrario. Lo ideal es buscar un equilibrio dentro de cada cultura, como dicen las Naciones Unidas, construir una sociedad para todas las edades en la cual todos se destaquen de acuerdo a sus capacidades.
En este contexto actual, ¿qué función deben cumplir los medios de comunicación para aportar a la creación de un nuevo paradigma para la vejez, con derechos, con dignidad y respeto?
Los medios de comunicación son los escenarios sociales, distintos a aquellos como el ágora de los griegos o la plaza pública; ahora son los diarios, la televisión, la radio, las redes sociales donde nos juntamos, así no nos veamos, para debatir e interpretar la realidad. Los medios tienen un poder enorme porque ellos clasifican cuál es noticia cuál no, qué sujeto vale la pena ser destacado o no, por la interpretación que hacen de la realidad. ¿Cuando se publica una noticia de una persona que hizo algo a los 80 años es una excepción o es una nueva posibilidad de ser un adulto mayor? Como construyen las representaciones, los medios vuelven más o menos verosímil cierta realidad. Si publican asilos como un lugar clásico, lo que se acentúa es que estos sitios son el final de los adultos mayores; pero si vamos a un sitio donde estudian, viajan, se divierten, como los jubilados extranjeros que llegan a diferentes ciudades del Ecuador para vivir su vejez, se rompen estructuras; se muestran los múltiples estilos de vida. Y esto deben representar los medios de comunicación, la diversidad de estas nuevas posibilidades, no solo para los viejos sino para las mujeres, las personas con discapacidad, para los indígenas o cualquier grupo que sufra discriminación. No deben limitarse a solo pensar en cómo elaborar una noticia más vendible para los lectores.