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Un estudio realizado en Mar del Plata (Argentina) revela datos sobre este tema en distintas edades

Los adultos mayores tendrían más capacidad para perdonar

Vivir en paz es una opción que está muy vinculada a la capacidad de perdonarse y perdonar a los demás. Contar con el apoyo de la familia contribuye a esto.
Vivir en paz es una opción que está muy vinculada a la capacidad de perdonarse y perdonar a los demás. Contar con el apoyo de la familia contribuye a esto.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
06 de febrero de 2016 - 00:00 - Kléver Paredes B.

Perdón, lo siento, discúlpame, son palabras necesarias cuando se ha cometido un error.  Pero, a veces, sucede que por orgullo, resentimiento, odio o indiferencia, no siempre se las menciona a pesar de que pueden ser una pesada carga para continuar la vida.

La capacidad de perdón en los seres humanos se expresa hacia los demás, pero también es necesario saber perdonarse uno mismo para liberarse de ciertas ataduras, sobre todo, del pasado. La terapeuta mexicana María Laura Salas Navarro menciona que muchas veces estamos relativamente cerca de la mamá o hijos y tenemos un resentimiento añejo, lo que ocasiona que no podamos acercarnos a ellos e, incluso, no podamos darles un abrazo.

Si tan importante es el perdón en la vida, ¿qué significado tiene en las personas adultas mayores?, ¿expresarlo representa efectos similares a otras edades?
Recientes hallazgos contradicen el supuesto de que la vejez es una etapa solo de pérdidas y aportan evidencia acerca de las múltiples ganancias. Una de ellas es la optimización de los vínculos interpersonales. Es ahí donde el perdón se muestra como una capacidad valiosa que está presente en las últimas etapas de la vida.

Con el objetivo de identificar si existen diferencias significativas entre las dimensiones de la capacidad de perdón, se realizó una investigación en Mar del Plata, Argentina, con 160 personas cuyas edades fluctuaban entre los 20 y 30 años (jóvenes); 40 y 50 años (de mediana edad); 60 y 70 años (adultos mayores) y de 80 a 90 años (personas de edad avanzada).

Con ellos se indagó en el perdón consigo mismo, a otras personas, a situaciones de la vida y las creencias que lo determinan. La muestra fue conformada por género y grupo de edad, con las siguientes características: el 66,9% tenía pareja y el 33,1%, no. En cuanto al grupo de convivencia, el 17,5% vivía solo, 31,3% con pareja, el 50% con la familia y el 1,3% con amigos.

La distribución según el nivel educativo: 0,6% primario incompleto, 3,1% primario completo, 6,3% secundario incompleto, 21,3% secundario completo, 18,1% terciario/universitario incompleto, 47,4% terciario/universitario completo, 0,6% posgrado incompleto y 0,6% posgrado completo.

En lo que respecta a la ocupación, 1,3% se encontraban desocupados, 11,9% eran estudiantes, 13,1% trabajadores autónomos, 13,1% empleados, 6,3% docentes, 2% profesionales de diferentes disciplinas, 30% son jubilados y el 4,4% son amas de casa.

Los resultados de la investigación realizada por Franco Morales y Claudia Arias, de la Facultad de Psicología Universidad Nacional de Mar del Plata,  no registran diferencias significativas en tres de las cuatro dimensiones donde el perdón puede expresarse (a uno mismo, a otros y a situaciones) entre ninguno de los cuatro grupos de edad. Esta discrepancia, señalan, se debe a que el instrumento de evaluación ha sido aplicado solo en estudiantes universitarios y no en población adulta general.

Se determinaron diferencias significativas en las puntuaciones de la dimensión sobre las creencias que determinan el perdón en favor de los dos grupos de mayor edad.

Estos resultados indican que más allá de que esta capacidad no parece aumentar en las últimas etapas de la vida, los adultos mayores recurren a sus sistemas de creencias más que los jóvenes para perdonar.

La religiosidad y el perdón se encuentran relacionados con el proceso de envejecimiento; estudios (Girard y Mullet) han registrado que la gran mayoría de las personas que invoca a una filosofía personal sobre perdonar incondicionalmente son adultos mayores.

La creencia en un poder superior aumenta según la edad, aunque también se encuentran resultados inversos en lo que respecta a la creencia en un destino de resignación y aceptación.

Los resultados del estudio, publicados en la revista Neurama, especializada en psicogerontología, permiten pensar que las creencias y convicciones que las personas utilizan para justificar su perdón, además de las convicciones religiosas, involucrarían significados y representaciones más amplias.

“Aun así, al evaluar el contenido de los ítems de la dimensión en la que se han registrado diferencias por grupos de edad, el significado de dichas diferencias se refiere a las creencias sobre el destino y la divinidad y no sobre su relación con el concepto de perdón”.

“Un reservorio del capital humano”

Los resultados del estudio muestran consonancias y disonancias con investigaciones previas. Cuando se indagan diferencias por grupo de edad, los resultados tienden a ser favorables para los adultos mayores, ya sea en el aumento o mantenimiento de las dimensiones de la capacidad de perdón. Las creencias que determinan el perdón parecen aumentar su valor las últimas etapas de la vida.

Franco Morales y Claudia Arias recomiendan que en futuras investigaciones se indague, entre otras cuestiones, qué significados implican esas creencias, qué relación tienen con el desarrollo del perdón en situaciones concretas y, qué peso tiene el efecto de cohorte en esta variable.

Una limitación del estudio fue la no inclusión de factores sociodemográficos en los análisis, tales como nivel educativo y socioeconómico. Si bien estas variables no han mostrado una fuerte influencia predictiva en ambos constructos, queda por evaluar la neutralidad de las diferencias sociodemográficas en los resultados presentados.

“Se espera también que el relevamiento de disposiciones psicológicas que se mantienen o aumentan en las últimas etapas del desarrollo humano fomente un cambio positivo en la representación social del envejecimiento, y efectúe aportes para el diseño de intervenciones y contextos que favorezcan un envejecimiento positivo. El perdón como fortaleza humana se muestra, en la última etapa de la vida como un reservorio de capital humano para el sostenimiento y mejora de las relaciones humanas cercanas, lejanas y comunitarias”.

Mahatma Gandhi, el famoso pensador y pacifista indio, manifestaba que “las personas débiles nunca podrán perdonar, ya que la capacidad de perdonar es un atributo de las personas fuertes”.

Perdonar significa superar un afecto y un juicio negativos que tenemos de alguien que nos ofendió, para seguir adelante, pero no significa negarnos el derecho a tener ese afecto y juicio negativos. Es saludable molestarnos si alguien nos ofende. Lo que no es adecuado es sentirse continuamente molesto o irritado por ese acto que nos ofendió. (I)

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Investigación

¿Quiénes son menos propensos a deprimirse?

Influencia del perdón en la tercera edad es un estudio a las mujeres adultas mayores. Indicó que quienes perdonaban a otras personas eran menos propensas a deprimirse, pues también se sentían perdonadas por otros individuos.

El informe, divulgado en el más reciente número de la revista Noticias de la Ciencia y la Tecnología y publicado en Prensa Latina, refiere sobre cómo las diferentes facetas del perdón afectan los sentimientos de depresión de personas mayores.

La investigación también reveló que los hombres mayores mostraron niveles depresivos más altos cuando perdonaban a otros, pero no se sentían perdonados por las personas.

Con los resultados obtenidos por el equipo de la profesora Christine Proulx, de la Universidad de Misuri, en Estados Unidos, se ayudará a mejorar las atenciones y servicios a personas de la tercera edad de uno y otro sexo, en casos en que perdonar y ser perdonado pueda aliviar tensiones emocionales.

El grupo, también liderado por Ashley Ermer, analizó datos de una serie de entrevistas a más de mil personas y con una edad de 67 años o más. Igualmente los especialistas indagaron en aspectos contextuales de los sujetos de estudio tales como la religión, la salud y el bienestar psicológico, obteniéndose los resultados citados. “Hay que tener en cuenta que la investigación se realizó sobre una población predominantemente vinculada a la religión cristiana, la cual puede influir en la predisposición de las personas a perdonar, y que la actitud personal frente al perdón podría ser diferente en poblaciones con creencias distintas”, señaló Proulx. (I)

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