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Investigación
Las condiciones económicas y una buena salud inciden en el bienestar
Aunque no es novedoso que la percepción de infelicidad tiende a aumentar con los años, la investigación realizada por el Barómetro de la Deuda Social entre unos 6 mil adultos mayores muestra que la felicidad merma menos entre los 60 y los 75 años de vida (donde el porcentaje de quienes se consideran desdichados pasa del 14,6 al 17,5) que entre los 18 y los 59 años (donde pasa del 7,4 al 11,5). En otras palabras, el hacerse viejo no impacta tanto como suele creerse sobre nuestra sensación de autosatisfacción.
El trabajo muestra a su vez que si bien en este sentido no existe gran diferencia entre hombres y mujeres, sí la hay en cuanto a nivel educativo“.
“A menor educación, mayor infelicidad: entre los adultos que no terminaron la secundaria, el porcentaje de los que se consideran infelices (17,5%) resulta bastante más alto que entre quienes completaron ese nivel (12,1%)”, señalan los autores de la investigación.
“Cualquier sea la variable analizada, desde la capacidad de ahorro hasta la salud, los adultos mayores con mayor nivel educativo son los que se encuentran en mejor posición. Pero el nivel educativo -explica el doctor Amadasi- no tiene incidencia por sí mismo sino porque constituye un claro indicador de estratificación social. Hace sesenta años las oportunidades de acceder a una educación no eran igualitarias como lo son hoy, por lo que el hecho de haber estudiado los ubica ya de por sí en una mejor posición social”.
Junto con el nivel socioeconómico y el hecho de compartir la vida con personas de su misma generación, el otro gran factor que repercute sobre el grado de felicidad de los adultos mayores es su percepción sobre el propio estado de salud.
Como muestra el estudio, la diferencia entre quienes declaran padecer enfermedades graves y quienes declaran no tener problemas de salud es enorme. Mientras que el porcentaje de personas que se consideran infelices entre los primeros es del 20,2%, en el segundo grupo se reduce a casi la mitad (11,1%). Aún así, de cada dos personas mayores, incluso con estados de salud críticos, una asegura que es “muy feliz”.
Los hogares donde solo viven mayores de 60 años son cada vez más numerosos en el país y aparecen asociados a índices más altos de bienestar. Esto a pesar de las limitaciones desde la salud que puede representar el envejecimiento y la vejez sobre todo a más avanzada edad.