Manuel es su nombre. No recuerda cuántos años tiene ni tampoco le importa. Por su apariencia debe tener más de 60. Vive solo y cuando alguien lo contrata trabaja como jornalero en el campo. “Mejor por qué no me presta 50 centavitos para una cola y un pan. De gana pregunta tanto”.

Es mediodía en la plaza de la parroquia de Malchinguí del cantón Pedro Moncayo, en la provincia de Pichincha. Manuel es de poco hablar y se aleja por una esquina, en dirección a su casa, en la que años atrás vivía con su padre y madre. Sus hermanos hace mucho tiempo que no lo visitan. Ellos se radicaron definitivamente en Quito.

Tres horas más tarde, Manuel está sentado en la vereda de la calle principal. No le importa el inclemente sol que baña su rostro. Su mirada se pierde por todos lados. Sostiene en su mano derecha una botella de aguardiente, casi vacía. “Más pasa borracho que en juicio, esa es su vida hace años”, comenta una vecina de su casa.

Manuel pasa días sumido en la inconsciencia, pero cuando está cuerdo tampoco tiene una opción o la ayuda de alguna institución. Más puede su adicción, que seguramente terminará llevándose su vida.

La vida de Manuel como alcohólico es el drama de muchos adultos mayores en el sector rural, sin esperanza de cambiar su vida. En las ciudades sucede algo similar. En Quito el consumo de algún tipo de bebidas alcohólicas es frecuente, por ejemplo, en cargadores de los mercados, cuidadores de vehículos, vendedores ambulantes y hasta hace algunos años uno de los principales problemas de los trabajadores de aseo de la municipalidad.

La precaria situación económica de los trabajadores informales los hace más vulnerables, pero el consumo de bebidas alcohólicas también está presente en grupos de personas adultas mayores de la clase media y alta.

Lamentablemente, en Ecuador no existen cifras sobre adicciones de los adultos mayores, tanto en el Ministerio de Salud como en el Consejo Nacional de Control de Sustancias, Estupefacientes y Psicotrópicas (Consep). En esta última entidad, su trabajo se enfoca en la población joven.

En la Agenda de Igualdad para los Adultos Mayores, elaborada por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), tampoco se habla sobre las adicciones. En lo referente a la salud del adulto mayor, tomando en cuenta la Encuesta SABE I, se menciona como enfermedades que deterioran la calidad de vida a las de origen cardíaco, cáncer, cerebro-vasculares, pulmonares, diabetes, hipertensión arterial, deterioro cognitivo y depresión.

Es la depresión uno de los factores principales para el consumo de alcohol en los varones, además de la soledad, pérdida de trabajo, proyectos de vida, contactos sociales y familiares; deterioro físico y mental. Similar sucede con las mujeres, a quienes se asocia también con el deterioro mental y a la aparición de síntomas de demencia, como trastornos de la memoria.

Francisco Rodríguez, psicólogo español, resalta que “quizás la falta de situaciones dramáticas o que llamen profundamente la atención de la sociedad, las adicciones en las personas mayores son silenciadas por los medios de comunicación y escasamente abordadas en los temas de salud pública. Salvo cuando aparecen en aquellos mayores relacionados a la música, el cine, teatro, que por acción de alguna droga (de uso legal o ilegal) cometen alguna trasgresión”. También resalta que algunas investigaciones, encuestas o toma de datos, no preguntan sobre este tema a las personas que tienen más de 60 años. Hay casos de adicciones, dice, que son de mayor significación en relación a las poblaciones más jóvenes.

En Ecuador, las adicciones de los adultos mayores están más relacionadas al consumo de alcohol y no de otro tipo de drogas. Así lo ratifica  Rodolfo Rodríguez Castelo, especialista en Neuro-Psiquiatría, auditor en el Instituto de Neurociencias, en el antiguo Hospital Psiquiátrico Lorenzo Ponce, en Guayaquil. Ellos no conocen las drogas actuales, dice,  su problema se centra en el consumo desmedido de licor.

Alcohólicos Anónimos, entidad que presta su ayuda a las personas de todas las edades que no logran superar esta adicción, también considera que el consumo de licor es más frecuente en las personas de mayor edad, aunque no son quienes más acuden a estos espacios. En uno de los grupos, que se reúne en el norte de Quito, las edades de los asistentes están entre los 25 y 50 años. Hay más presencia de hombres, “lamentablemente quienes no logran salir, a los 70 años, su vida estará acabada”.

El primer paso para un alcohólico, en todas las edades es aceptar que es un consumidor y que por lo mismo requiere ayuda para superar su adicción. Hay casos de los llamados bebedores problema, que no tienen conciencia que están consumiendo más, no reconocen que toman ni que aumentan los volúmenes. Dicen que siempre han tomado lo mismo y que pueden controlarse.

En las mujeres el consumo de alcohol es más oculto, porque el castigo social hacia ellas es mayor en relación a los hombres, pero igual beben incluso tragos fuertes. Los espacios de ayuda son igual limitados. Otra de las razones para que su consumo pase inadvertido radica en que ellas no causan escándalos ni salen con las amigas para tomar. En el caso de los hombres, esto sucede con frecuencia.

Datos

Abuso de psicotrópicos en los adultos mayores. Podría encuadrarse dentro de 3 causas principales:

1) No asumir que el envejecimiento es un fenómeno biológico, universal, progresivo, ineludible e irreversible, que comienza en el instante mismo del nacimiento.

 2) La polimedicación, buscando paliar efectos indeseables de los mismos medicamentos.

3. La dependencia a los fármacos impuesta por el medio que lo rodea.

Muchas veces, las personas mayores “se jubilan y no saben qué hacer. El que ha basado su vida en cosas fuera de su casa o en su trabajo, cuando lo pierde o jubila, pierde sus vínculos sociales”. En ese minuto en que les sobra el tiempo libre, empiezan a beber.

Las familias suelen tolerar el consumo de alcohol en sus adultos mayores a menos que se asocie a trastornos de conducta, que la persona se ponga más agresiva o que tenga otras enfermedades que pueden complicarse.

Otra adicción presente en los adultos mayores es el juego, por ejemplo en los casinos que empieza como una forma de entretenerse al no tener qué hacer en sus casas.