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El estado emocional deja huellas profundas

El estado emocional deja huellas profundas
30 de abril de 2016 - 00:00 - Antonio Álvarez Méndez. Brigada Internacional de Topos

Soy Héctor Méndez Rosales y estoy por cumplir 70 años de vida. Anteriormente fui maestro de inglés, estudié también ciencias políticas y filosofía; tengo dos hijas, pero ahora mi vida la dedico a salvar vidas y rescatar a personas fallecidas en las tragedias. Me llaman ‘El Chino’ o ‘El Topo Mayor’.

Nosotros nos encargamos del rescate, ubicación y recuperación de las víctimas con vida y entregarlas a sus familiares. Esa es la primera fase. Una segunda se orienta a la demolición de las edificaciones, a dirigir a los operadores de las maquinarias para no afectar a los cuerpos de las personas fallecidas.

Sin duda alguna, las personas adultas mayores están entre las más vulnerables cuando un desastre como el de Ecuador se produce, igual los niños y las mujeres. Hay que tomar en cuenta que no necesitan solo ayuda material sino también de tipo emocional que a veces deja huellas mucho más profundas que el mismo terremoto.

En el caso de la tragedia que afectó a Ecuador, estuvimos presentes en las zonas asignadas por las autoridades. Pudimos ver a muchos adultos mayores que necesitan ayuda especial en este lugar y con seguridad en los albergues.

La prioridad ante una tragedia es rescatar a personas con vida, que sean ubicadas en este caso bajo los escombros. No importa la edad que tengan, pero cuando se trata de un niño o un anciano existe una mayor motivación porque justamente son más vulnerables y han logrado sobrevivir en situaciones extremas. Ese volver a la vida les marca su existencia. Con los jóvenes y adultos hombres es diferente, ellos por lo general son los primeros voluntarios que ayudan a recuperar vidas.

Los adultos mayores, los rescatistas, quienes operan las maquinarias, los niños, jóvenes, a todos nos afecta una tragedia porque estamos ahí mirando, palpando, respirando lo que sucede, como en segundos cambia la vida para siempre, mirando tanto dolor por todo lado, por eso es necesaria la atención emocional. Los ancianos son quienes sufren mucho por dejar su casa, que es el trabajo de toda su vida, igual sucede cuando se les pide abandonar la zona.

Yo sostengo que a los jóvenes, aquellos que son más inquietos, que muestran condiciones de liderazgo se les debe enviar como voluntarios porque el dolor de ver la muerte le cambia a uno para siempre el sentido y el valor de la vida de uno y de los demás. Los chamacos deben ser más solidarios, ayudar más a los afectados, despojarse por un rato de tanta tecnología y ver que la vida es muchas cosas, no siempre buenas.

Los adultos mayores o ancianos, como se les quiera llamar, según las culturas, son respetados o excluidos. En mi país, México, todavía existe respeto hacia ellos, son vistos como un aporte por sus conocimientos y experiencia y por eso se forman los consejos de ancianos. En los desastres de igual manera, a pesar de ser vulnerables, contribuyen a mitigar los desastres justamente porque ya vivieron más años y afrontan la vida de manera distinta, en algunos casos ellos perdieron mucho más antes y lograron levantarse y seguir adelante, ese valor no tienen a veces los jóvenes por eso se debe mirar de manera positiva a este grupo de población. (O)

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