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El Telégrafo
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El Día del Abuelo pasa desapercibido en Ecuador

La coexistencia entre abuelos y nietos crea nexos muy fuertes por convertirse, en algunos casos, en padres sustitutos. El crecimiento de la esperanza de vida ha permitido que los abuelos puedan disfrutar mejor de sus nietos y bisnietos.
La coexistencia entre abuelos y nietos crea nexos muy fuertes por convertirse, en algunos casos, en padres sustitutos. El crecimiento de la esperanza de vida ha permitido que los abuelos puedan disfrutar mejor de sus nietos y bisnietos.
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
30 de julio de 2016 - 00:00 - Kléver Paredes B.

Carmen no quiere que su hija y el esposo de ella se enojen. Con sus 68 años a cuestas, carga con su brazo izquierdo a uno de sus nietos y a dos más sujeta con su mano derecha.

Así llega al local de la asociación de diabéticos ubicado en el centro de Quito, cerca de la plaza de Santo Domingo. Al entrar a uno de los salones su amiga, Lili, le dice: “qué pasó Carmita, anda de árbol de Navidad o se puso una guardería”.

Mientras su hija y esposo están disfrutando de un paseo por las islas Galápagos, Carmen se quedó a cargo de sus tres nietos, como lo hace de manera frecuente.

Sus amigas le increpan que no lo haga, que es mucha responsabilidad, que a su edad no está para este trabajo. Ella solo guarda silencio. Ese día no pudo participar en las sesiones de ejercicios, solo miraba a ratos porque su atención se centraba en los nietos que “son bien traviesos”.

Ni en la época de vacaciones escolares, la tarea de cuidado termina para Carmen. Y otra vez  guarda silencio cuando le preguntan si su hija le ha llevado de paseo. Y tampoco tiene tiempo -cuenta Lili- para ir a las actividades que organiza la asociación. Siempre hay algún pretexto.

Al igual que Carmen hay miles de abuelos cuidadores, responsables directos de sus nietos, de retirarlos de las escuelas, alimentarlos, acompañar la realización de las tareas escolares, jugar con ellos, atenderlos, mientras sus hijos terminan la jornada de trabajo. En algunos casos este cuidado también significa aportar con recursos económicos.

Ese 26 de julio Carmen ignoraba que se conmemoraba el Día de los Abuelos. Tampoco lo sabían sus compañeras de la asociación de diabéticos y seguramente, menos aún, su hija.

Debe desconocer también que la labor que efectúa se conoce como “la abuela esclava” y que se  trata de un fenómeno muy frecuente y por eso está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como uno de los malos tratos hacia la mujer, por ser sobre quien recae esta responsabilidad.

Como el Día de los Abuelos como no genera un movimiento comercial similar al Día de la Madre o del Niño, pasa desapercibido, al igual que el trabajo que realizan los “homenajeados”. En esta fecha los adultos mayores se quedan sin regalos ni sorpresas, sin abrazos o un gracias por su ayuda.

Este es un fenómeno que las familias no quieren reconocer y, en ocasiones, se llega al extremo de considerar que la única culpable es la abuela porque se niega a delegar responsabilidades, se ha vuelto desinteresada o distraída.

Sin duda y por la falta de estadísticas, deben existir miles de abuelas esclavas que no encuentran cómo liberarse de la pesada carga impuesta por sus propios hijos. Buscar el equilibrio entre sus capacidades y responsabilidades, ofrecerles cariño y comprensión familiar; ayudar a estas mujeres a reconocer sus límites físicos y emocionales, por ahora, es solo un ideal.

En la actualidad, el rol de las abuelas cuidadoras está muy ligado a la vinculación de la mujer adulta en el ámbito laboral. Hoy, ya no se dedican exclusivamente a ser madres y criar a sus hijos, sino que estudian o están al frente de cargos que antes estaban reservados solo al hombre, con la responsabilidad que ello conlleva, superando en algunos casos el ingreso del cónyuge en la economía familiar.

A su vez estos cambios hacen que ahora los padres estén cada vez más implicados no solo en la educación de sus hijos, sino también en aspectos de la vida cotidiana, como es el cuidado de los nietos.

Si bien los diferentes roles de la vida se ejercen por elección propia, el ser abuelo no depende de ningún tipo de elección personal sino que obedece a la elección y decisión de los hijos de ser padres. El abuelo no elige cuándo ser abuelo, el rol llega a través de los hijos.

A diferencia de décadas pasadas, cuando el abuelo era una persona con más de 60 años, hoy esta condición sucede a edades más tempranas. Tal vez lo más difícil sea convertirse en esta figura demasiado joven o demasiado viejo.

En el primer caso si bien el rol de abuelo puede entrar en conflicto con lo profesional, también tiene la ventaja de poder acompañar a los hijos y nietos mucho más tiempo y disfrutar el crecimiento de la familia. En el segundo caso, la dificultad es mayor porque una persona anciana no tendrá la misma energía ni disposición para participar en el cuidado y juegos de un bebé. Las personas que se convierten en abuelos entre los 40 y 50 años se adaptan mejor al nuevo rol.

Los efectos combinados de la mayor esperanza de vida propicia una coexistencia más larga entre los abuelos y sus nietos. De esta manera, el rol de las personas de edad avanzada se modifica, pasando de ser una persona pasiva que necesita cuidados y protección, a ser un miembro activo de la familia, concediendo protección y cuidados.

Estos cambios sociales y familiares implican una transformación profunda en los papeles del abuelo, aunque estos nuevos tipos de relación abuelo-nieto no han recibido la atención deseable, predominando la tendencia de colocar aún a los abuelos en roles de altruismo y autosacrificio, señala un grupo de investigadores de la Universidad de Guanajuato. El estudio sobre el Vínculo generacional entre los abuelos y nietos adolescentes: entre la cooperación y la selectividad fue presentado en el Seminario Diversidad Cultura y Envejecimiento: la familia y la comunidad.

En este informe se resalta que la labor de los abuelos debe ser tomada en cuenta porque asumen papeles de extremo cuidado y lo hacen a menudo a costa de su bienestar material, físico, y mental.

Se menciona que el cuidado de los abuelos no se limita solo a nietos, niños sino también a los adolescentes. Los patriarcas actúan a veces como padres sustitutos y, según los datos de una investigación en Estados Unidos, las señoras mayores están cada vez más a cargo del cuidado integral de sus nietos.

Estos elementos sugieren que “el número de abuelos que toman responsabilidades primarias por la educación de sus nietos se ha incrementado debido a cambios demográficos, sociales, económicos y políticos”.

En Ecuador el fenómeno de los abuelos cuidadores se evidenció desde fines del siglo XX, cuando miles de ecuatorianos migraron a otros países. La responsabilidad de la crianza de los nietos recayó directamente en los abuelos. (O)

Los adultos mayores que crían a  sus nietos enfrentan encrucijadas

No cabe duda de que dentro de estas nuevas configuraciones se va asentando la tendencia de que un gran porcentaje de abuelos cuiden y críen a sus nietos, sean estos niños o adolescentes. Para 2005 se estimaba que había 4.5 millones de niños viviendo con sus abuelas en Estados Unidos, lo que representa un incremento del 30% tomando como parámetro la década 1990-2000. Ese número  tiende a incrementarse, de acuerdo al estudio sobre el Vínculo generacional entre los abuelos y nietos adolescentes: entre la cooperación y la selectividad.

Los datos indican indudablemente un aumento continuo de esta tendencia. Se estima que por lo menos en 2.4 millones de hogares, los abuelos son los únicos cuidadores de sus nietos adolescentes (U.S. Census Bureau, 2002). Más de la mitad cría a sus nietos por lo menos tres años y un hogar por cada cinco lo hace por más de una década.

Estos abuelos generalmente son requeridos para ofrecer asistencia a sus nietos en tiempos de crisis. Muchos jóvenes, con sus padres encarcelados, tienden a vivir con sus abuelos.

En el mismo estudio se menciona que hay cinco características que comparten estos abuelos biológicos. La primera es la etnicidad. En Estados Unidos los grupos étnicos de abuelos que más cuidado proporcionan son los afroamericanos y los latinos. La segunda característica es la edad. El promedio está entre los 55 y los 59.9 años. La tercera y cuarta característica es el género y la pobreza. Se trata en general de mujeres con plena responsabilidad por sus nietos, que son además pobres o están por debajo de la línea de pobreza, lo que vuelve estresante el cuidado de los niños y de sí mismos.

Finalmente, otra característica en común que presentan es un nivel de educación bajo. Tampoco se puede dejar de señalar que la mayoría de estas abuelas son viudas o viven solas. Muchas veces presentan dificultades para tener el poder y el control de criar a sus nietos, especialmente si estos son niños.

Por otro lado, se indica que hay tres grandes tipos de abuelos: los no-cuidadores, los co-parentales y los que custodian. Estas categorías están basadas en la cantidad de contacto que los abuelos tienen con sus nietos y con la extensión de su responsabilidad. Los abuelos no-cuidadores asumen cierto grado de responsabilidad en los cuidados, pero permiten que sus nietos retornen con sus padres biológicos. Abuelos co-parentales, en cambio,  son aquellos que viven con sus nietos y con al menos un padre biológico, compartiendo la crianza de aquel.

Los abuelos que custodian son aquellos que tienen plena responsabilidad por el cuidado de sus nietos.

Diversas investigaciones han indicado que muchas abuelas ocupadas en el cuidado familiar tienen limitaciones físicas, incremento de problemas mentales y baja satisfacción con sus vidas. El tomar la responsabilidad por sus nietos puede ser una experiencia estresante, aunque también puede brindar satisfacción en sus vidas.

Se han detectado algunos estresores en relación a la transición de roles, problemas financieros y estrés familiar. Uno de ellos radica además en la percepción de las abuelas en las fallas del Estado en atender las necesidades de sus nietos.  Las abuelas se sienten así carentes no solo de recursos financieros sino además de soporte familiar y social. (I)

"Las abuelas esclavas no se quejan  por temor a represalias en la familia

Es una enfermedad grave, que afecta a mujeres mayores sometidas a una sobrecarga física y emocional, que origina graves y progresivos desequilibrios, tanto somáticos como psíquicos. Las manifestaciones físicas son: hipertensión arterial; padecimientos metabólicos como la diabetes; sofocos, taquicardias, dificultad para respirar, mareos, hormigueos, desvanecimientos, cansancio (debilidad y decaimiento); caídas fortuitas.

A las manifestaciones físicas se suman las emocionales. Las abuelas presentan frecuentemente malestar general, ansiedad, tristeza, desánimo, falta de motivación; en ocasiones sentimientos de culpa por su malestar. En momentos de crisis piensan, incluso, en el suicidio como única salida.

Este síndrome puede llegar a ser potencialmente mortal debido al altísimo grado de sufrimiento que provoca y el gran deterioro de la calidad de vida de la propia afectada y de su entorno familiar.

Entre los factores que predisponen a padecer este síndrome, podemos resaltar los siguientes: realizar trabajos o actividades extra-domésticas además de sus obligaciones de ama de casa (cuidado de los nietos); familia numerosa; tener familiares incapacitados o enfermos a su cargo o acumulación de obligaciones.

Las mujeres que padecen o pueden tener este síndrome, son de mediana edad y adultas mayores, con excesivo sentido del deber y la responsabilidad, que no se quejan de la situación ante sus familias, por temor al rechazo de la familia. (I)

Datos

La delegación del cuidado de los hijos a las abuelas maternas, por lo general, es una de las estrategias de compatibilización familia-empleo más utilizadas.

Ocasionalmente, cuando se deja a los hijos  exclusivamente a cargo de los abuelos, ese nuevo rol genera dificultades. La abuela suele ser la principal responsable del cuidado de los nietos y eso le causa estrés.

Los hijos delegan el cuidado a sus madres por no contar con los recursos económicos para una niñera o guardería, sea porque existen lazos afectivos, por comodidad o por ser un servicio gratuito.

Existe el riesgo de que el compromiso adquirido por los abuelos se convierta en maltrato cuando una abuela que se niega a cumplir esa tarea y es cuestionada por  falta de amor.  Los hombres asumen el rol de cuidador solo cuando no existe alguien más disponible.

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