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A nivel mundial se estima que en 2050 habrá 2.000 millones de habitantes en la etapa de la vejez

¿Cómo garantizar la calidad de vida de los adultos mayores?

La educación permanente para las personas adultas mayores permite mejorar su calidad de vida. Centros universitarios como la ESPOL y la ESPE son un ejemplo. Foto: Pilar Vera
La educación permanente para las personas adultas mayores permite mejorar su calidad de vida. Centros universitarios como la ESPOL y la ESPE son un ejemplo. Foto: Pilar Vera
20 de diciembre de 2014 - 00:00 - Palabra mayor / Fiapam

El envejecimiento poblacional se ha convertido en un reto para las sociedades modernas ya que en el presente siglo asistimos a un fenómeno singular, en donde más y más personas superan las barreras cronológicas de la edad que se ha dado en considerar como etapa de la vejez.

Esta situación considerada como uno de los logros más importantes para la humanidad, se constituye en un grave problema para los Estados si no se tiene en cuenta la necesidad de brindar soluciones adecuadas a las derivaciones que este acontecimiento trae consigo.

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la expectativa de vida aumentó 23 años en la región, al pasar de 55,7 años en el período 1950-1955 a 74,7 años en 2010-2015. En el primer quinquenio esa esperanza de vida era 10 años inferior al promedio de los países industriales, y en el quinquenio actual la diferencia es de 5 años.

El concepto de calidad de vida es eminentemente complejo, evaluador, multidimensional y multidisciplinario, que resulta de la combinación de factores subjetivos y objetivos. Debe ser valorado desde las condiciones materiales y espirituales de vida, imprescindibles para facilitar el desarrollo psicobiológico y social–histórico que los criterios técnicos determinan para cada lugar y para cada época, hasta el grado de satisfacción personal de cada individuo con las condiciones de vida que ha alcanzado y que por ende repercuten de manera positiva o negativa sobre su salud.

Según diversos autores, la ‘calidad de vida’ es sinónimo de ‘bienestar personal derivado de la satisfacción o insatisfacción con áreas que son importantes para él o ella’; ‘ecuación en donde se balancean la satisfacción de necesidades y la evaluación subjetiva de bienestar’ o ‘medición de la diferencia, en un tiempo, entre la esperanza y expectativas de una persona con su experiencia individual presente’.

La calidad de vida en los adultos mayores debe considerar aspectos tales como el estado de salud, el estado funcional, la predicción de la incapacidad y la determinación de los estados de riesgo. A partir de esta información es necesario planificar programas preventivos y acciones concretas de salud y la organización de servicios sociales inherentes y ajustados a las necesidades que esta franja etaria demanda.

El envejecimiento como un proceso biológico integrado a factores multifactoriales y multidimensionales donde todo lo que se haga antes de los 60 años será el resultado de un mañana mejor y lo que se haga durante y después de los 60 le permitirá sostener ese bienestar o al menos hacer mucho más llevadera su existencia.

Aquí es necesario destacar que se convierte en un factor excluyente la educación, la planificación o como mínimo la información que el adulto reciba antes y durante la edad señalada. Dicho en términos más claros: la educación como elemento positivo de la calidad de vida en la tercera edad.

Entre otros factores también es importante que la sociedad en general, los políticos y los científicos revisen conceptos que naturalizan la declinación de la capacidad mental a medida que avanza la edad de los individuos. Es posible evitar esta declinación si se brinda una estimulación óptima durante todas las etapas de la vida de un sujeto y se continúa reafirmando la misma durante la adultez y la vejez.

En un mundo de cambios vertiginosos se convierte en un desafío apostar a un envejecimiento poblacional acompañado de un porcentaje cada vez mayor de individuos que viven la vejez con autonomía y calidad de vida.

Esto no será posible si en la agenda de legisladores y responsables de las políticas sociales, particularmente las relacionadas con los adultos mayores, no se incorporan temas como: adultos mayores como sujeto de derechos, jubilación, envejecimiento cognitivo, estereotipos del envejecimiento, educación, salud mental, atención en instituciones públicas y privadas, prevención y promoción de la calidad de vida.

Otros aspectos igual importantes son la accesibilidad: transporte público, barreras arquitectónicas; seguridad social; abuso y maltrato en la vejez; relación intergeneracional y residencias para mayores.

De la mesa para el tratamiento de estos temas debieran participar todas las instituciones a través de sus representantes, tales como los Centros y las Asociaciones de jubilados y pensionados nacionales y provinciales, el Movimiento de Jubilados, los profesionales de la Gerontología y Geriatría,  quienes vivencian cotidianamente estas temáticas y aúnan esfuerzos para hacerlas visibles ante las autoridades.

El tiempo que inexorablemente pasa, se convierte en un elemento democratizador de las acciones que ejercitamos con nuestro prójimo y no admite excepciones en esto de llegar a la vejez y a tener derecho a una calidad de vida preservada por quienes tienen el deber de velar por ella. Esta agenda debe ser un compromiso para 2015.

El envejecimiento poblacional es un fenómeno mundial. Si bien actualmente, en el caso de Ecuador, cerca de  9% de la población es mayor de 60 años, esta cifra se duplicará al 2025. A nivel mundial se estima que al 2050 serán 2.000 millones de habitantes  con más de 60 años.

La juventud no dura toda la vida y nadie sabe cómo va a ser su vejez y por lo tanto los viejos son ahora el espejo de un futuro que está en nuestras manos reconstruir.

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