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Batioja y Vilela, una carrera llena de sacrificios

La ecuatoriana Valeria Batioja (lentes) observa a su compañera Ariana Vilela, durante el juego ante la dupla de Perú, que terminó con la victoria “tricolor” y el pase a los cuartos de final de los Suramericanos.
La ecuatoriana Valeria Batioja (lentes) observa a su compañera Ariana Vilela, durante el juego ante la dupla de Perú, que terminó con la victoria “tricolor” y el pase a los cuartos de final de los Suramericanos.
Foto: Luis Cheme
06 de junio de 2018 - 00:00 - Luis Cheme

Valeria Batioja y Ariana Vilela no ven a sus familias hace dos meses. Para competir en los Juegos Suramericanos Cochabamba 2018, en voleibol de playa, salieron de su natal Esmeraldas para concentrarse todo ese tiempo primero en Portoviejo y posteriormente lo hicieron en el Centro de Alto Rendimiento de Cuenca, con el propósito de adaptarse a la altitud.

Aunque suene paradójico, el anhelo de ambas deportistas es que las competencias terminen lo más pronto posible; y si regresan al país con la medalla de oro, mejor.

El lunes se clasificaron a los cuartos de final del torneo femenino tras vencer a Perú 2-0 en su segunda presentación sobre la arena del Complejo Olympic de Bolivia.

En su primer partido vencieron por el mismo marcador a Bolivia y ayer debían buscar su paso a las semifinales ante una dupla chilena.

Sacrificios por el deporte
La vida de estas dos esmeraldeñas, como la de la mayoría de deportistas de alto rendimiento, está llena de sacrificios. Ariana, por ejemplo, no estuvo en la conmemoración de los ocho meses de vida de su hijo, que los cumplió el 1 de junio pasado.

Llena de nostalgia, hizo una videollamada con su esposo y pudo ver a su bebé. Lloró, pero se sintió reconfortada cuando su pareja le dijo una frase que aún retumba en su cabeza y que se convirtió en su principal motivación para ganar una medalla en los Suramericanos.

“Nos sentimos muy orgullosos de que representes al país”, le dijo su esposo antes de cerrar la comunicación.

El embarazo la mantuvo alejada de la arena poco más de un año. Nunca pasó por su cabeza el retiro definitivo. Por el contrario, el nacimiento de su bebé le dio más fortaleza para continuar en actividad. Ella es uno de los ejemplos de que ser madre no es una barrera en el deporte.

Ariana empezó jugando voleibol de salón, un deporte muy popular en Esmeraldas, que se practica mucho en los colegios y los barrios.

Fueron sus primas quienes la motivaron para que se uniera a los entrenamientos, ya que le vieron altas condiciones para el voleibol, pero el salto definitivo a la arena se lo debe a sus hermanos.

Fueron ellos quienes la “arrastraron” a la práctica de esta disciplina frente al mar, aunque en principio se sintió atraída por practicar el atletismo, finalmente los logros la engancharon.

De ahí en adelante su carrera en el voleibol ha estado marcada por el éxito. Es casi invencible en Ecuador.

En su palmarés se registran 11 títulos nacionales consecutivos y un sinnúmero de campeonatos provinciales.

Hasta ahora no ha encontrado una adversaria de su nivel a escala nacional. Eso hizo que sea convocada al equipo nacional para disputar los Juegos Suramericanos de Cochabamba.

Consciente de que su carrera deportiva no durará para siempre, Ariana piensa en su futuro y se decidió por estudiar zootecnia en la Universidad Luis Vargas Torres de Esmeraldas.

Su gusto por los animales se lo debe a su padre, quien durante su infancia la llevaba a su natal Bolívar, una parroquia rural cercana a Mompiche, donde creció en medio de vacas, caballos, cerdos y plantaciones. Pero reconoce que es amante de los perros.

Dupla hace tres meses
Valeria la “Zurda” Batioja es su pareja de juego desde hace tres meses, pese al corto tiempo se han complementado bien en la cancha. Hablan mucho y se dan apoyo constante. Cuando una falla, la otra le levanta el ánimo. Parece que se conocieran hace años, pero recién llevan un trimestre juntas.

“Vale”, como la llaman, empezó en este deporte por casualidad. Un entrenador esmeraldeño le propuso

unirse a su equipo cuando la vio jugando baloncesto en una cancha del sector Casa Bonita, un barrio ubicado en la periferia de Esmeraldas.

Vio su habilidad para encestar y pensó que bien podía utilizarla en el voleibol. Fue así que en cada participación demostró tener las condiciones para saltar y pasar los balones por encima de la red.

Tal como Ariana, empezó en la modalidad de salón, pero allí duró poco tiempo. Su salto a la otra modalidad fue inmediato, aunque en principio no le gustaba terminar sucia de arena, eso pasó a un segundo plano.

El mayor sacrificio que ha hecho por este deporte es dejar los estudios universitarios. Este semestre no se inscribió en la carrera de ingeniería química porque eligió dedicar todo su tiempo para prepararse para los Juegos Suramericanos.

Paralelamente a su actividad deportiva, ella tiene un negocio de fabricación de productos de limpieza. A eso quiere dedicarse después del retiro deportivo, algo que tampoco ha pasado por su mente aún, ya que sus objetivos son altos y quiere dejar el nombre de Ecuador en lo más alto del voleibol de playa.

Entre sus mayores logros, a nivel internacional, consta la clasificación a los octavos de final de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014, donde demostró un gran nivel, destacándose por su técnica.

En ese torneo hizo dupla con Mishell Molina -que ya no está más en el equipo nacional- y cayeron eliminadas ante las representantes de la República Checa. (I)  

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