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El Telégrafo
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Fury pelea para sobrevivir a una crisis personal

Tyson Fury posa junto a los cinturones que ganó en los últimos años.
Tyson Fury posa junto a los cinturones que ganó en los últimos años.
Foto: AFP
13 de octubre de 2016 - 20:46 - Agencia AFP

El púgil inglés Tyson Fury, consumidor de cocaína confeso, renunció ayer a sus títulos mundiales de los pesos pesados y fue despojado de su licencia, aportando su nombre a las historias trágicas de este deporte.   

Fury, de 28 años, de una familia de púgiles -su padre era apodado el ‘Rey Gitano’ y participó en varias peleas ilegales a manos desnudas-, fue despojado el jueves de su licencia mientras se investigan cuestiones “médicas y de antidopaje”, anunció la organización competente.     

La decisión de la Junta de control del boxeo británico (BBBC, en inglés) se produce unas horas después de que Fury renunciara voluntariamente a sus títulos OMB y AMB para concentrarse en el tratamiento médico de una depresión que le llevó a consumir drogas, según manifestó.   

“Gané los títulos en el ring y creo que deben perderse en el ring, pero no soy capaz de defenderlos en estos momentos y he tomado la difícil y emotiva decisión de dejarlos vacantes”, dijo el púgil de 28 años en un comunicado difundido por su promotora, Hennessy Sports.  

“Entro en un nuevo desafío de mi vida en el que sé que, como ante (Vladimir) Klitschko, venceré”, añadió Fury, aludiendo a su inesperada victoria ante el ucraniano que le dio, en noviembre de 2015, los dos títulos a los que ahora renuncia.   

Los problemas de Fury saltaron a la luz a finales de septiembre con su renuncia, un mes antes, a la revancha ante Klitschko.  

Unos días después de que la cadena ESPN revelara que Fury dio positivo por cocaína en un control antidopaje, este concedió una explosiva entrevista a la revista Rolling Stone que revelaba su estado errático.

“He hecho muchas cosas en mi vida. He tomado mucha cocaína. Mucha”, admitió. “¿Por qué no tomar cocaína? Es mi vida, ¿no? Hago lo que quiero. Sí, he tomado. Mucha gente toma”.

“No me entreno más. Estoy deprimido, estoy harto de la vida (...). La cocaína es algo pequeño en comparación con el hecho de no querer vivir”.

Fury añadió: “Estoy en las últimas. No puedo soportarlo más. Estoy en el hospital en este momento. Veo a psiquiatras. Dicen que soy bipolar. Soy maníaco-depresivo.

Honestamente, no sé si voy a terminar el año. Espero solo que alguien me mate, antes de que yo mismo lo haga”.

En manos de Fury está ahora sobrevivir a su crisis personal, como hizo el estadounidense Mike Tyson, o estrellarse definitivamente, como les ocurrió a campeones como Sonny Liston, Carlos Monzón, Héctor Camacho y tantos otros.  

Sonny Liston murió alcoholizado a los 38 años en Las Vegas, condenado a cargar toda su corta vida con el sambenito de matón y malo en su rivalidad con Muhammad Ali, pero Tyson asomó la cabeza finalmente de su paso por la cárcel y de la ruina.

Su tío y entrenador, Peter Fury, se mostró confiado en que regresará un día al boxeo.

“Con toda seguridad lo volveréis a ver en un ring”, expresó a la radio BBC 5. “El boxeo es su vida. Lo lleva en la sangre, en sus venas, no conoce nada más. Tan solo está frustrado. Cuando pierdes el interés en todo y no puedes verle sentido a nada, tienes un problema”.

“Fury -añadió su tío- no es adicto a las drogas. Únicamente cometió una estupidez. No irá a ninguna clínica de rehabilitación de drogas; es un maníaco-depresivo, que es una versión de una enfermedad bipolar”. (I)

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