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“Tengo 7 operaciones y aún me quedan fuerzas”

“Tengo 7 operaciones y  aún me quedan fuerzas”
12 de abril de 2015 - 00:00 - Andrés Granizo Morejón

Franklin Salas recuerda claramente uno de sus primeros viajes internacionales con Liga de Quito, cuando tuvo que pagar una factura de $ 900 con Paúl Ambrosi por adquirir en su habitación del hotel canales de ‘pago por ver’, sin darse cuenta. Su salario de juvenil se vio mermado, pues los ‘albos’ obligaron a los jugadores a cancelar ese valor. 

Así empezó su recorrido en el fútbol nacional, en el que cumple 15 años de vigencia, hoy con la camiseta del archirrival de Liga, Deportivo Quito. A final de año analizará si se retira, todo dependerá de si le  quedan fuerzas para jugar una temporada más.

No se ilusiona con retirarse con la camiseta ‘blanca’, pero sí se instruye para continuar vinculado al fútbol. El ‘Mago’ estudia para ser director técnico en el instituto de la Ecuafútbol y ha absorbido conocimientos de varios estrategas que lo dirigieron, entre ellos Jorge Fossati, Juan Carlos Oblitas, Hernán Darío Gómez y Edgardo Bauza. 

¿Cómo vive el presente en Deportivo Quito?

Muy tranquilo y contento. Este club me ha brindado la oportunidad de seguir jugando, la gente me recibió de la mejor forma, obviamente con las exigencias que se debe tener para conseguir un buen rendimiento. Ahora hemos empezado a cosechar lo que el profesor Tabaré Silva planifica.

Usted ha dicho que desde el principio lo convenció el proyecto deportivo del club, pero entonces no se daban los resultados. ¿Qué le pasaba por la cabeza, se sentía frustrado?

Era difícil, pero comprensible. El proyecto era totalmente nuevo, con un entrenador que nunca había dirigido acá y 25 jugadores de diversos equipos, de segunda categoría o de la serie B. Era complicado para todos. No sabía cómo jugaba ‘Rojitas’ (Juan Rojas), cómo se movía Ronnal Campos o Richard Calderón. Necesitábamos  un tiempo prudencial para conocernos. Ahora existe más confianza y eso se refleja en el campo de juego. 

Dice que fue complicado adaptarse futbolísticamente. ¿Ocurrió lo mismo en el campo emocional?, considerando que su corazón es ‘albo’.

Soy profesional. El fútbol es el mismo en Liga y en Deportivo Quito. Las sensaciones pueden ser diferentes, los objetivos también, al igual que la hinchada. Confieso que la principal preocupación que tuve a inicios de temporada fue saber cómo me iban a recibir y a tratar los aficionados. Mucha gente estaba en desacuerdo con que yo venga al equipo, pero esto es una profesión y acá me dieron la oportunidad de jugar.

¿Se siente un ‘villano’?

De ninguna manera. Con Liga viví los mejores años de su historia, entre 1998 y 2011. Ganamos 5 títulos locales, 4 internacionales, fui parte de la Selección gracias a lo que hice en Liga. Hay mucha gente que es hincha de Liga por mi juego y el club aseguró muchos aficionados para su futuro. Le di todo a Liga. No puedo encontrar a alguien en la calle que me diga ‘tú no jugaste bien’ o ‘no diste todo lo que tenías que entregar’. Me voy con eso, con el cariño de la gente, con todos los recuerdos. Mi historia en Deportivo Quito recién está empezando. 

¿Regresaría a Liga?

No lo sé. Estoy por terminar mi carrera y primero quiero ver cómo finalizo esta temporada. Este año quiero disfrutarlo al máximo. Si me preguntaban lo mismo hace 2 años, cerrados los ojos respondía que en Liga me retiraría. Ahora ya no  puedo decir eso, porque después me cierran nuevamente las puertas y me voy a quedar con esa ilusión.  

¿Cómo está planificando el retiro?

Estoy estudiando la carrera para ser entrenador en el instituto de la FEF. Debo aprovechar el tiempo, porque lo que quiero es terminar de jugar y enseguida vincularme a trabajar en lo que me gusta. Si es posible, entrenar en las divisiones inferiores como formador.

¿Cómo compagina su faceta deportiva con la académica?

El fútbol me ha enseñado que todo triunfo demanda un esfuerzo. Estoy haciendo acá mi trabajo y gracias a esto llevo el pan a mi casa. Pero también me estoy preparando para el futuro, porque si uno termina su carrera y se queda en el aire, sin saber qué hacer, es complicado. La familia entiende que debo prepararme y me respalda.  

¿Qué anécdota recuerda de ese tiempo en Liga?

Con Ambrosi una vez estuvimos en México para la Copa Libertadores,  teníamos 18 o 19 años. Era la primera vez que estábamos en un hotel tan grande y caro. En la habitación queríamos ver televisión y había canales en los que no aparecía la imagen. Salía un mensaje, poníamos a todo ‘sí’ y ahí sí pudimos ver. Después nos enviaron una factura de casi $ 900, porque estábamos aceptando canales internacionales y nosotros ni idea de lo que hicimos. Liga pagó, pero claro, luego nos fueron descontando de a poco. Nos costó un ojito de la cara ese chiste.   

¿Quién fue su guía como entrenador y dentro de la cancha?

Con Manuel Pellegrini me fue muy bien. Me dio el empujón para el debut y me ayudó mucho. Luego rescato el trabajo de Jorge Fossati, que es la persona que más me influyó. Junto a él, el ‘Bolillo’ Gómez me ayudó muchísimo en la Selección, me dio otra identidad. También hay otros entrenadores a los que yo aprecio mucho como Oblitas, el ‘Turco’ Asad, el propio ‘Patón’ Bauza, que mal o bien me aportó muchas cosas.  Futbolísticamente, Álex Escobar, que fue el primero que me acogió porque yo jugaba cerca de él.

¿Cómo surgió esa cercanía con Escobar?

Me ayudó bastante. En el partido que debuté en el 2000 ante Deportivo Cali, él me regaló unos zapatos. Me dijo que esté tranquilo, que me divierta y que me iban a ayudar mucho. Sentí esa confianza de él y luego en los entrenamientos me corregía cosas, me enseñaba a correr, a parar la bola, a moverme en la cancha. Es importante para uno como chico que haya un jugador grande y con experiencia que te guíe.

¿Siente que ahora se convirtió en esa guía para los más chicos en Deportivo Quito?

Uno debe ser agradecido y como a uno lo ayudaron, debe devolver esos conocimientos. Trato de hacer lo mismo con los chicos; incluso a veces ellos mismo se acercan, me preguntan cosas o uno ve algún defecto en ellos para corregirlo de buena forma. Cuando hacen caso les va muy bien.

¿Por qué dice que mal o bien Bauza le aportó?

Porque yo era un poco resistido de parte de él. No le gustaba mucho mi estilo de juego y tampoco el empuje que la gente tenía conmigo. Pero siempre me tuvo en sus equipos. No quería, pero me hacía jugar, alternaba o era titular. En los torneos internacionales también participé. Mal o bien, con el ‘Patón’, estuve ahí. Separando eso, se aprende mucho de un técnico tan ganador y uno recuerda las cosas que él hacía y entrenaba.

Con Bauza justamente jugó la final de la Libertadores y pateó un penalti ante Fluminense...

Fue lindo, pero un compromiso inmenso. Caminé 40 metros desde la mitad de la cancha al punto penalti y cuando me acercaba veía a toda la hinchada de Fluminense atrás del arco. Cuando cojo el balón el árbitro (Héctor Baldassi), que era amigo mío porque nos pitó varios partidos en esa época, me dice: ‘Tranquilo, Salitas, ¿cómo te sientes?’. Yo le digo: ‘Muy   nervioso’. Puse la bola y yo sabía dónde iba a patear. Después cerré los ojos, tomé carrera y le pegué con firmeza donde quería. Gracias a Dios entró. Después de eso, el festejo fue total por las atajadas de ‘Panchito’ (José Cevallos).

¿Los mundiales son una cruz para Franklin Salas? Ni con Liga ni con la Selección los pudo disputar.

Es una ‘espinita’. Pero lo importante fue que participé en el proceso para llegar a un Mundial. La mala suerte o el destino hicieron que no juegue el Mundial. Fue por un tema de lesiones más que nada, por eso me quedo tranquilo. No fue por bajo rendimiento o por problemas personales. Fue exclusivamente por lesiones; pero eso es parte del fútbol y lo tomo de esa forma. 

¿Cuántas cirugías ha tenido en su carrera?

Tengo 7 en las piernas, de huesos, de ligamentos o de rodillas, pero aún me quedan fuerzas para jugar. Una media de 5-6 meses por operación, yo calculo que he estado unos 3 años de mi carrera en recuperación. Pero también pienso que gracias a esas lesiones no me fui al extranjero, me quedé en Liga y así pude ser partícipe de los campeonatos internacionales.

¿Qué alineación sería la ideal de todos los jugadores con los que ha compartido en su carrera?

En el arco a ‘Panchito’; por la derecha Ulises, en el centro al ‘Bam-Bam’ Hurtado y a la ‘Sombra’ Espinoza, por la izquierda a Néicer Reasco. En el medio a Édison Méndez, con Alfonso Obregón, Álex Aguinaga y a la izquierda Ambrosi; arriba el ‘Tin’ Delgado con Iván Kaviedes y yo al cambio por cualquiera (risas).   

Es creyente de la Virgen del Quinche, ¿cómo nació esa devoción?

Desde niño, por mis padres. Había imágenes de la Virgencita del Quinche por todos lados. Luego, cuando tenía 10 años, mis amigos acudían a las caminatas y yo también me metí en ese mundo. Muchísimos años he ido a las caminatas para agradecer todo lo que me ha dado.

¿Es cierto que alguna vez asistió a una caminata cuando se recuperaba de una lesión?

Eso fue producto del morbo de la gente. Dijeron que me lesioné por ir a las caminatas. Pero nada de eso fue cierto. Cuántas lesiones hay en el fútbol, como la de Hansel Batalla que se rompió los ligamentos por nada, solo cuando entrenaba. Es así. Las lesiones son accidentales, pero claro, había el morbo porque se sabía que yo iba a las caminatas y trataron de desviar el tema.

¿Tiene alguna cercanía con Hansel Batalla, que incluso lo fue a visitar tras su cirugía?

Es un chico que lo conozco varios años, desde que él estaba en la Sub-14 de Liga y me llevo muy bien con sus papás. Es más, conozco a la mayoría de su leva porque un tiempo, cuando me recuperaba de la rodilla, Patricio Hurtado, Santiago Jácome y Esteban Paz me convencieron de que vaya y entrene a los chicos; que le ayude al ‘Pato’. Estuve 4 meses con ellos e hice buena amistad con la mayoría. Yo también viví esa lesión y quién mejor que yo para explicarle un poco de cómo debe llevarla.

¿Es de preguntar a los entrenadores sobre alguna cuestión táctica en el camerino?

Es difícil hacerlo con el entrenador del momento y cuestionarle sobre su idea de juego. Yo prefiero conversar con otros técnicos y preguntarles sobre cómo les gusta jugar, en qué basan su esquema. Hablo de eso especialmente con Fossati, que es amigo personal.

¿Cómo fueron las experiencias en el  exterior, en Estrella Roja de Belgrado y Godoy Cruz de Argentina?

En Estrella Roja estuve casi un año,  en 2007. Fui con Hernán Barcos, Segundo Castillo y el colombiano Mao Molina. La pasé muy bien porque era mi primera salida al extranjero. Hubo un problema con el pago a Liga, porque no tuvieron el dinero y regresé a Ecuador. A Argentina fui en 2011, pero el fútbol de allá es difícil y duro, porque mi estilo de juego era un poco pausado, de toque.

¿Cómo pulió ese estilo?

Se nace con eso. Mi forma de jugar siempre fue de ser encarador, lanzarme a las bandas, hacer mis amagues. Como referente de gambetas lo tengo a Denilson y siempre intentaba hacerlo como él. Ahora he bajado un poco el ritmo, soy más cauto.

¿Cómo le afectó la polémica sobre un caso de estupro en su contra?

Fue un escándalo. Estaba en mi mejor momento futbolístico. No fue el problema con la chica, porque ella estaba enamorada de mí, sino con la mamá, que dijo que yo había abusado de su hija, cuando no fue verdad. Quedé manchado con la palabra ‘violación’. Si hubiera hecho algo malo, me retiraba. (D)

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