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Serena y su tutú dan una lección de rebeldía

Serena luce un tutú de su nueva colección, realizada en colaboración con Nike y con el diseñador de moda estadounidense Virgil Abloh.
Serena luce un tutú de su nueva colección, realizada en colaboración con Nike y con el diseñador de moda estadounidense Virgil Abloh.
Foto: EFE
02 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Fanático y Agencias

La historia está llena de mujeres que con pequeños o grandes actos han conseguido ganarle algunas batallas al machismo, al racismo o al sexismo. Mujeres valientes que van desde Rosa Parks, que se negó a cederle el asiento en el autobús a un blanco en 1955; las sufragistas británicas, que consiguieron su derecho al voto hace ahora 100 años, o Kristen Stewart quitándose los malditos tacones en la alfombra roja de Cannes.

Serena Williams, que es famosa por su carrera deportiva y por su demoledor carácter, volvió a estar esta semana en el ojo del huracán por dar muestras de su fuerte personalidad.

La famosa tenista vistió durante el último Roland Garros una malla elástica postparto de una pieza que, como ella indicó, mejoraba su circulación sanguínea, pero fue muy criticada por ello.

Luego del parto, Serena tuvo problemas de coágulos y embolias, y tendrá que jugar el resto de su vida con prendas de vestir de compresión.

La Federación Francesa de Tenis consideró que su atuendo no era adecuado para una jugadora de tenis y que no respetaba los cánones y prototipos de indumentaria impuestos: la típica faldita que una mujer debe llevar.

Serena respondió inmediatamente. “Vivimos en el 2018, el mundo es diferente. Es importante ser una misma, libre. Además, os recuerdo que mi ropa tiene una función curativa”.

La multinacional Nike, fabricante de ropa e implementos deportivos que auspicia a la tenista estadounidense, también se unió a la particular denuncia de Williams con un tuit en el que se puede ver una imagen de la deportista y se lee la leyenda “Puedes sacar al superhéroe de su disfraz, pero nunca lo despojarás de sus superpoderes”.

El pasado fin de semana Serena Williams recibía un revés por parte de la organización de Roland Garros: en la próxima edición del Torneo francés se endurecería el código de vestimenta y no se permitiría, por ejemplo, un look como el que llevó el pasado mes de junio la ganadora de 23 Grand Slam.

A Bernard Giudicelli, presidente de la Federación Francesa de Tenis, parece que le importó más el look que la raqueta, y aseguró que “a veces hemos llegado muy lejos. El conjunto de Serena de este año, por ejemplo, no será aceptado más. Hace falta respetar el juego y el lugar”.

Se trata de un claro ejercicio de machismo envuelto en forma de dress code que, sin embargo, no era la bola de partido... Ante la salida de pista de Giudicellu, Serena remató con un smash adornado con tutú que le dio el punto, el set, el partido y la ovación unánime de la pista central del US Open... y del mundo.

Con un cuerpo que simula un body asimétrico (perfectamente personalizado en la manga con su nombre), una falda de tul que bien podría ser el tutú de una fornida bailarina, calcetines con sus iniciales bordadas y zapatillas de Off White para Nike, Serena Williams dio una lección brillante de feminismo al demostrar que, efectivamente, el traje no hace al superhéroe (súper heroína, en este caso) y que en lo que tenemos que fijarnos es en sus logros deportivos (4 oros olímpicos, 39 Grand Slam -23 de ellos, individuales-, y el honor de ser la única tenista en haber completado el Golden Slam en las dos modalidades) y no en si un señor de traje y corbata considera que su look es adecuado no.

Políticas machistas en el tenis

Al parecer, en su sentido más conservador, para el mundo del tenis –ese que exige en el torneo de Wimbledon que todo el atavío de un participante sea blanco, incluyendo su ropa interior– es inconcebible que el cuerpo de una mujer se manifieste fuera del canon e irrumpa en la cancha con signos de una neutralidad de género, piezas propositivas y telas de innovación tecnológica.

Para este deporte, jactado de elitismo a más no poder y rebosante de estéticas supremacistas, parece que también le es urgente mantener a las mujeres en un atuendo que refuerce los lindes con lo masculino, que les devuelva a ese juego de ocultamiento y desocultamiento grácil de lo femenino –durante su desempeño, las deportistas exponen su short y piernas en vaivén– y que, sin exageraciones, pretende borrar cualquier aspecto intimidante en sus mujeres profesionales.

Asimismo, en el Abierto de Estados Unidos, Alize Cornet fue sancionada durante un partido por cambiar su camiseta frente al público. Luego de una pausa durante su primera ronda contra Johanna Larson, Cornet advirtió que llevaba al revés su prenda, tomó un respiro, se la quitó y se la puso correctamente. Escándalo. ¡¿Por qué tenía que exponer así su torso y ese sugerente brasier deportivo?

Aunque la Federación Estadounidense de Tenis y el Women’s Tennis Association han dicho que la sanción fue absurda y solicitaron que esta se retirara del expediente de Cornet, pidiendo también al Grand Slam que modificara sus reglas, el Abierto insiste en que todos los jugadores pueden cambiar de camiseta en sus sillas y que las mujeres pueden hacerlo en un “lugar más privado”. (D)

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