El enfoque principal de la AIBA es el profesionalismo y, pese a cambiar su nombre a Asociación Internacional de Boxeo, no restó la última A de sus siglas, la vocal del amateurismo. Su presidente, el chino Ching-Kuo Wu, ha dejado en claro que el objetivo de su gestión es “que vuelva la época dorada”.

Para tal objetivo, el asiático ha conseguido implementar nuevas reglas al juego que desde hace al menos dos años se aplican en las competiciones oficiales. La que más controversia causó fue la del retiro del casco de protección.

Ayer, la AIBA confirmó que esta misma normativa se aplicará para los deportistas masculinos en los encuentros de boxeo olímpico en Río de Janeiro. Será la primera vez en 32 años que los pugilistas no usarán protección en la cabeza.

Según Ching-Kuo, esta y otras medidas adoptadas (ver subnota) “servirán para que se recupere la confianza en la veracidad de los combates y la reputación del deporte”. No es para menos. Antes de las Olimpiadas de Londres 2012 la BBC destapó un escándalo en torno a las medallas de oro que habían asegurado dos boxeadores de Azerbaiján antes de subir el ring. El incidente dejó en evidencia la facilidad de arreglar peleas en el antiguo sistema de competencia.

Para los pugilistas ecuatorianos la reglamentación ya empieza a ser familiar. Carlos Mina, reciente medallista de oro en el Torneo Internacional Strandja 2016 (Bulgaria), recuerda que antes de los Panamericanos de Canadá se empezó a propagar el retiro del cabezal.

El boxeador nacido en Guayaquil comenta que al principio fue incómodo, porque “los golpes a la cabeza llegaban con más fuerza”. Luego se acostumbró y -si bien ya no tenía un casco que restara el efecto de al menos el 80% de los impactos- consiguió mejorar su técnica defensiva. “He pulido mi capacidad de esquivar los golpes y protegerme con los guantes, pues uno se vuelve más consciente de que ya no tiene nada que lo proteja”.  

Pese a lo expresado por Carlos, él se vio afectado en Toronto 2015 por la falta de casco. En su combate por cuartos de final con el cubano Julio César La Cruz recibió de lleno un cabezazo que le provocó un corte entre el arco superciliar y la frente; una zona que antes solía estar mejor resguardada por el cabezal. Pese a estar entero físicamente y en condiciones de vencer, cayó derrotado por nocaut técnico por lesión.

Un argumento que no convence

La base científica sobre la que se sustenta la decisión de la AIBA es un estudio realizado con base en 15.000 rounds. La mitad de ellos sin protección en la cabeza. Los resultados fueron que se reduce el porcentaje de contusiones de 0,38% a 0,17% cuando no se usa el cabezal.

Santos Vásquez, director de la Asociación Provincial de Boxeo del Guayas, no solo ha estado en el ring peleando, sino también formando pugilistas. Su experiencia le indica que “la función del casco  es amortiguar los golpes y al quedar sin protección se es más vulnerable a los cortes”, como lo que le sucedió a Mina en los Panamericanos.

Al directivo le parece que es suficiente castigo físico para el boxeador “los golpes que llegan al pómulo, nariz y mentón”. “Hemos visto nocauts por golpes a la cabeza a pesar del casco, es apenas lógico suponer que sin él sería peor”.

El doctor Pedro Bedón, quien también preside la Comisión Profesional de Boxeo de Pichincha, no está de acuerdo con la medida. Como médico, estima el casco “como una imprescindible protección para el competidor amateur” ante los impactos en una parte del cuerpo de tanta importancia.

Para él, la intención de la AIBA es “que del amateurismo se pase de inmediato al profesionalismo, lo cual afecta a muchos de los boxeadores que aún están sumando experiencia”. La clave, a decir de Bedón, estará en reconsiderar los criterios del réferi para detener la pelea cuando estime que el pugilista ha sufrido golpes de consideración y así proteger su integridad física. (I)

Base de selección y puntaje fueron reconfigurados

Para las Olimpiadas de Río los participantes de boxeo no necesariamente deben provenir de las competiciones AIBA Opening Boxing (nivel amateur). La entidad ha dado paso a que los competidores de sus subdivisiones profesionales -como la  World Series of Boxing y la Aiba Pro Boxing- también puedan obtener un cupo a los juegos. Bajo el criterio del presidente Ching-Kuo Wu, “es una oportunidad para que los boxeadores asciendan al nivel de élite”. Estos pugilistas, acostumbrados a disputar hasta diez rounds, tendrán que ajustar sus estrategias a largo plazo para vencer en los tres asaltos que comprende la pelea a nivel olímpico.

Otra reforma que experimenta la disciplina es el sistema de puntuación, que será igual al de las peleas profesionales. Los jueces tendrán que dar puntaje de diez al vencedor de cada round y no calificar por la sumatoria de cada golpe acertado. Bajo estas nuevas reglas, algunos especialistas del deporte estiman que se valorará más la calidad que la cantidad. (I)