El marroquí Rachid al Murabity obtuvo su sexto triunfo, el quinto consecutivo, en el Maratón de las Arenas, prueba que se desarrolla en el desierto del sudeste marroquí y en la que los participantes recorren a pie 250 kilómetros repartidos en cinco etapas.

En esta 33ª edición de la mítica carrera, Al Murabity obtuvo tres victorias parciales y sentenció el triunfo al imponerse en la cuarta y penúltima etapa, apodada “La Larga”, con 86 kilómetros. 

Al Murabity empleó 19 horas, 35 minutos y 49 segundos en recorrer el trazado, que transcurre entre las estepas del sur del Atlas y el desierto del Sahara.

El hermano menor de los Al Morabity, Mohamed, fue segundo (20:01:28), y el francés Robert Merile (20:41:00) llegó tercero.

Al Murabity, nativo de la localidad desértica de Merzuga, famosa por sus monumentales dunas, ganó su primer Maratón de las Arenas en 2011 y, desde 2014, ha conquistado todas las ediciones de manera consecutiva.

Con la excepción de la edición de 2012, en la que venció el jordano Salameh al Aqra, todos los Maratones de las Arenas desde 1997 se los han repartido entre tres marroquíes: Lahcen Ahamsal (diez triunfos), Mohamed Ahamsal (seis) y Al Murabity (cinco).

En la competición femenina se impuso la estadounidense Magdalena Boulet, que también aprovechó “La Larga” cuarta etapa para obtener una ventaja definitiva sobre sus perseguidoras.

Con un tiempo global de 25 horas, 11 minutos y 19 segundos, Boulet superó con holgura a la danesa Bouchra Eriksen (26:36:00) y a la británica Gemma Game (27:00:23).

Boulet es la cuarta atleta estadounidense que gana el Maratón de las Arenas, después de Lisa Smith (1999), Meghan Hicks (2013) y Nikki Kimball (2014).

Una prueba exigente
Ampollas entre los dedos de los pies que hacen llorar, calor y cansancio que provocan delirios, una tormenta de arena: nada está a favor de los atletas que desafían el desierto marroquí. 

Hace cinco días que un millar de corredores tomaron la salida en esta aventura fuera de lo común. Profesionales, pero también amateurs, participan en el Maratón de las Arenas y ninguno se libra del mal común: las ampollas.

“Es la primera causa de abandono”, explica el médico de la carrera desde hace 19 años, Frédéric Compagnon. “Hay corredores que tienen lesiones muy importantes y que les harán sufrir durante semanas. No les queda piel en los pies. Para algunos, es incluso difícil retomar una actividad profesional tras haber pasado por aquí”. 

Tres meses antes de la salida, los participantes reciben un protocolo para preparar los pies a este esfuerzo.

Elena Raymond ahora sabe cómo cuidar de sus pies después de 10 participaciones en la carrera y, sobre todo, no volver a pasar por el episodio “dantesco de dolor” de la primera vez. “Tuve ampollas en toda la planta del pie. Fue un horror”. La corredora añade que la mayoría queda impresionada por las ampollas. “He visto llorar a tipos por dos ampollas, cuando al día siguiente es insoportable”.

Karim Mosta, personaje emblemático del Marathon des Sables (29 participaciones) también pasó por una primera experiencia terriblemente dolorosa. “Las 10 uñas desaparecieron. No sabía que había que salir con zapatillas un número por encima porque los pies se hinchan. Las corté por delante para poder acabar el maratón”.

En su primera participación, Louis Picquet solo tiene dos ampollas tras los primeros cuatro días de carrera.

“Nos han enseñado a vendarnos, es divertido, se aprende todos los días. Esto no va a impedir acabar”, dice convencido este comerciante de 47 años, que participa junto a un grupo de amigos, y que sufre más por el calor y por una tormenta de arena que afectó a los atletas el jueves pasado.

Algunos no cesan de divagar, repitiendo cosas una y otra vez, por ejemplo; otros tienen la sensación de no resistir estar de pie y experimentan vértigos. (I)