El rostro del montañista ecuatoriano Santiago Quintero expresa felicidad. Después de 1 año y medio volverá a enfrentarse a una elevación de más de 8.000 metros sobre el nivel del mar (msnm), cuando en septiembre intente ascender a la cumbre de Manaslu (8.156), el octavo pico más alto del mundo y ubicado en la cordillera del Himalaya.
Manaslu forma parte de su proyecto de ascender a 14 elevaciones de más de 8.000 msnm. Ya lleva 6, por lo que, si logra ascender al gigante asiático, completaría la mitad de su expedición.

Además, marcaría un hito deportivo en el continente, ya que sería el segundo sudamericano con más cimas de esa altura y sin oxígeno, después del colombiano Fernando González, pero con la diferencia de que el ecuatoriano lo ha hecho con la mitad de sus pies amputados.

El entrenamiento del escalador se inició en enero con un régimen variado, que incluye bicicleta, escalada en muro y travesías de largo aliento. Quintero hace ciclismo de ruta, en promedio 60 kilómetros, también bicicleta de montaña, 14 kilómetros entre Lloa hasta el refugio del Guagua Pichincha.

La travesía de largo aliento consiste en recorrer una distancia de 52 kilómetros, desde la avenida Occidental, pasando por las antenas delPichincha, el Ruco Pichincha, el Guagua Pichincha hasta llegar a Lloa. Ese entrenamiento lo hace en la mañana y en la noche.

La última parte de su preparación será en este mes, en el volcán Chimborazo. Quintero ascenderá a la cumbre desde el campo base, unos 1.500 metros de desnivel. Ese recorrido lo realizará 2 veces, prácticamente sin descanso.

Durante su estancia en el Chimborazo, permanecerá 10 días en el refugio de la montaña más alta del Ecuador para “aislarse del mundo” y enfocarse en sus entrenamientos.

Con esa carga física, el ecuatoriano se siente seguro de que podrá afrontar con tranquilidad el reto de Manaslu. El 2 de septiembre partirá hasta Asia y allá se encontrará con el italiano Gianpaolo Corona y el nepalí Mingma Sherpa, quienes lo acompañarán en su travesía.

Su esposa Claudia Echeverri viajará con él, pero permanecerá en el campo base. Quintero se mostró convencido de que necesita a alguien en ese lugar, por cualquier emergencia que se pueda presentar y también para que comunique los avances a los medios.

Según Quintero, la peligrosidad de la montaña es que es propensa a avalanchas. Por esa razón eligió las fechas, entre septiembre y octubre, para ascender. Durante esos meses transcurre la temporada de otoño, en la que hay más viento, pero menos posibilidades de avalanchas.

En los primeros días de octubre espera poder contar al país que consiguió la séptima cumbre de su proyecto.

Si todo sale según su planificación y asciende a la cima de Manaslu, pretende quedarse 15 días más en Nepal junto a su esposa Claudia. Ellos colaborarán como voluntarios, en lo que puedan hacer,  luego del terremoto que afectó a ese país, en abril de este año.

“Voy a trabajar de albañil, carpintero; de lo que me toque, pero queremos ayudar. Mi esposa lo hará en el tema médico y luego de eso volveremos a Ecuador”.

Siempre sin oxígeno

Quintero ha realizado todas sus expediciones siempre sin el apoyo de tanques de oxígeno. El montañista explicó que usarlo sería como una especie de trampa, ya que con un tanque de ese elemento se baja unos 2.000 metros de altura de la elevación.

“La idea ha sido siempre llevar al cuerpo al máximo nivel de ejercicio físico. Es un tema ético para mí y es parte de mi proyecto deportivo y profesional”.

Sin embargo, no criticó a quienes usan ese respaldo para ascender a diversas cumbres. Explicó que a otras personas simplemente su físico no les da para más y deben usar algo artificial para conseguir la meta de ascender. (I)