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Puenting, un salto al vacío (Galería y Audios)

Puenting, un salto al vacío (Galería y Audios)
10 de septiembre de 2014 - 00:00 - Javier Tamba

Un grito estremecedor llama la atención de los conductores que circulan por el puente de la avenida González Suárez. El cuerpo de una persona cuelga de una cuerda. Varios ciudadanos intentan divisar la escena. Son los clientes que esperan su turno, el puenting siempre será una aventura, sobre todo si es de noche.

- ¿Solamente me dejo caer? ¿De espaldas o de frente?

- Mejor de frente. Pero depende de ti, si quieres hacerlo de espaldas debes dar un saltito, como hicieron los primeros en lanzarse.

- ¿Y el chico que se botó desde acá arriba (del tubo)?

- Es que él ha saltado full veces. Está abajo recibiéndoles.

- ¿Tiene que ser un salto espectacular?

- ¡Solo hazlo!

- ¡Ayyyy!

José Zambrano (33 años) se arrima al pasamanos y mira hacia abajo. Viviana Garzón (30 años), la chica que acaba de impulsarse está bien y ahora se balancea de la cuerda. Así, paulatinamente, desciende hasta tocar tierra firme.

Mientras eso ocurre, se prepara la siguiente: Sofía Llerena (18 años), estudiante de sociología en la Universidad Central, quien llegó acompañada de algunos familiares. Su madre, Silvia Pérez (49 años), traga saliva, su corazón se acelera. El fruto de sus entrañas está a punto de enfrentar al vacío.

Vacío, sí, pues la oscuridad impide observar lo que hay abajo. Solo sabe que entre el puente y la superficie hay de 70 a 80 metros. Cuando Sofía le confesó que se tiraría desde un puente, Silvia pensó que su hija estaba loca, luego decidió acompañarla. En algún momento, su otro hijo, Geovanny (24 años) la sometió a un padecimiento similar.

- ¡Sin pensar! El que piensa mucho, sufre.

- ¡Allá voy! ¡Ayyyy...!

La caída libre dura 3 segundos, 3 segundos que pocos están dispuestos a soportar. Le ocurrió al productor de TV Diego Segovia (33 años), quien en 2 ocasiones anteriores se arrepintió y no lo hizo.

Ambas veces fueron en Baños (Tungurahua), la última hace 3 años. Diego no pudo, se acobardó y huyó de la situación. Imaginaba lo peor: la cuerda rota, él cayendo vertiginosamente… Sin embargo, esta era su revancha. Lleno de valor, se dejó colocar el arnés y el casco. Sorteó los tubos de protección... Y otra vez le vinieron los malos pensamientos. Adherido a los tubos se negó a saltar.

- ¿Quieres que te ayudemos? Haremos cuenta regresiva.

- Está bien.

- ¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno! ¡Fueeeraaaa!

- ¡Ahhhhh!

De vuelta en la González Suárez, Viviana Garzón asevera que voló y sintió el mundo al revés. Más sensacional que tirarse del puente, según opina, es convertirse en un gigantesco péndulo, nunca antes el viento sopló tan fuerte sobre su rostro. Al pisar la superficie, las piernas le temblaban.

Circunstancias parecidas se grabaron en la memoria de Diego Segovia, que toma este primer reto como un renacer. El miedoso acaba de morir, ahora se siente libre. Su siguiente desafío es cruzar en bicicleta desde la frontera norte (Carchi) hasta la frontera sur (Loja) en 12 días. Lo hará junto a su amigo Patricio Calderón. Comenzarían la semana entrante.

Pero no a todos les aterra saltar. Hay quienes tienen tal temperamento que se lanzan del puente con la misma tranquilidad con la que se acostarían en una hamaca. Es el caso de Camila Montalvo, quien a sus 22 años acumula tres saltos. O Juan José de la Torre (25 años), un desarrollador web que suele sacudirse el estrés desafiando grandes alturas. Para él no existe nada mejor que ese cosquilleo en el estómago. Algo que siente únicamente cuando se enfrenta al peligro.

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DATOS

Esta actividad es segura, dice José Zambrano, quien tiene 40 saltos en 10 años de experiencia. No se trata de sumar horas de vuelo, es cuestión de vivir algo diferente.

Los osados utilizan un arnés, mosquetones, casco y cuerdas, utilizados en escalada de montaña. Las cuerdas deben ser dinámicas, es decir, diseñadas para estirarse lo suficiente con el golpe de la caída.

Se añade un rollo de cordino -cuyo largo supera la altura total del puente- que va sujeto a uno de los mosquetones y ayuda a recuperar los cabos de cuerda.

José Cobo, consumado montañista, asevera que los implementos son nuevos y siempre se los prueba antes de organizar los saltos.

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