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Livin Castillo superó su deportación y entrena para regresar al ring

El boxeador Livin Castillo se entrena diariamente para la cartelera boxística del próximo 20 de octubre en el coliseo Julio César Hidalgo, en Quito.
El boxeador Livin Castillo se entrena diariamente para la cartelera boxística del próximo 20 de octubre en el coliseo Julio César Hidalgo, en Quito.
Foto: Álvaro Pérez / EL TELÉGRAFO
13 de septiembre de 2018 - 00:00 - Redacción Fanático

Dice que nunca un rival golpeó su rostro. Por esa razón su nariz y sus pómulos están en perfecto estado, contrario a lo que sucede con la mayoría de boxeadores.

Livin Castillo ha mantenido esa característica a lo largo de su carrera y hoy quiere volver a pelear con más fuerza; hacer honor a su apodo de “La Máquina”, por su facilidad para vencer a sus rivales en varias ocasiones.

El esmeraldeño estuvo desaparecido del mapa deportivo por unos cinco años, tiempo que vivió y trabajó en Estados Unidos. Sin embargo, hace nueve meses volvió al país obligado por las políticas migratorias del presidente Donald Trump, pero no quiso entrar en detalles de aquel proceso.

En Los Ángeles tuvo diversos empleos: fue despachador de frutas, conductor y también pintaba graffitis para películas. En invierno también colaboró con la Policía en la limpieza de la nieve en las calles.

En medio de todo, siempre se dio tiempo para entrenar, aunque no fue su prioridad. También estuvo a cargo de un gimnasio donde enseñaba boxeo y se entrenó para artes marciales mixtas, algo que no le costó pues de niño y adolescente practicó taekwondo.

Incluso estuvo a punto de pelear con el número uno, pero la organización canceló la pelea por temor: vieron que por sus condiciones, Castillo dejaría KO rápidamente a su contrincante.

“La situación era difícil, porque había mucha tensión en el último tiempo. No me preocupaba mucho por mí, no podía entrenar con regularidad y debía estar más pendiente del trabajo”, contó.

Desde Quito se marchó con un inglés básico y allá aprendió más, pues casi siempre se relacionó con estadounidenses, más que con los hispanos que viven allá.

Así logró establecerse en las actividades que realizó y en las que ganaba siempre por hora. Por ejemplo, en su labor de pintar graffitis para películas le pagaban $ 30.

Había la posibilidad de que se quede de forma legal, con la opción de casarse con una residente. Sin embargo, él no quería ningún compromiso, así que cuando le tocó retornar lo hizo sin problemas.

Ya en Quito volvió a entrenar de forma constante y apareció la oportunidad de formar parte de una cartelera. Él disputará la pelea estelar el próximo 20 de octubre en el coliseo Julio César Hidalgo de la capital, en la denominada “Batalla por Quito 2”.

“De a poco me siento mejor, sobre todo con la preparación física. No me canso. No he planificado tampoco hasta cuándo voy a pelear, porque me siento como un muchacho de 18 años. Me muevo más rápido que alguien de esa edad y no me falta fuerza, tengo buenas energías”, dijo emocionado.

Todas las mañanas trota una hora y media y por las tardes se dedica al trabajo táctico y técnico. Eso no lo ha olvidado y su memoria se activó con los primeros golpes al saco o a algún sparring en el cuadrilátero.

Su condición física siempre ha sido alabada y eso viene por su condición de deportista, durante toda su vida. Además del boxeo, practicó baloncesto y taekwondo. Recordó que de niño jugaba hasta cinco partidos de baloncesto y después iba a entrenar boxeo en el gimnasio.

Su talento para pelear era innato, pero él no lo conocía. Es más, siempre huía de los problemas y de las peleas; les tenía miedo. Hasta que un día, unos niños de su escuela siempre lo molestaban y lo seguían hasta su casa en Borbón, donde nació.

Buscaba refugio con su mamá María Rodríguez, pero fue ella mismo quien prácticamente le ordenó que enfrentara al otro niño y peleara con él. “Le gané. Así fue cómo empecé a ir a entrenar y me gustó el deporte, a partir de que mi mamá me obligó a pelear con otro niño”.

Ahora, con 42 años, no mantiene un registro de cuántas peleas lleva entre el amateurismo y el profesionalismo. Sin embargo, aseguró que debe haber estado arriba del ring unas 400 veces.

Además de la pelea de octubre, planea unos cuatro combates más, además de instalar su propio gimnasio de boxeo en Quito, luego de aprender algo del negocio en sus días en California.

“La Máquina” va ganando fuerza y ritmo para demostrar nuevamente su capacidad sobre el cuadrilátero. En octubre espera recordar viejos tiempos, cuando enviaba a sus rivales a la lona en pocos segundos. (I)  

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