La concentración es total, la flexibilidad de su cuerpo no puede fallar ni un solo milímetro y no es para menos. Un movimiento en falso provocaría que el balón toque el piso.

Así debe ser cada rutina que realiza Christian Galeano, de 23 años, quien practica esta actividad desde que integró las divisiones menores del Independiente Santa Fe, en su natal Colombia.

Su afición por esta disciplina comenzó al observar vídeos de Ronaldinho y de “Joga Bonito”, una especie de campaña en favor del juego limpio y que promocionaba imágenes haciendo estas piruetas.

Su paso a la profesionalización en este campo lo consiguió en el 2014. Un año después, la oportunidad de salir del país llegó a través de un organizador de campañas  contra las drogas, la prostitución y el alcohol. Él lo contrató para que junto a otros jóvenes hagan una gira por Panamá y Costa Rica.

Luego de esa travesía decidió seguir con los viajes; primero visitó Perú, luego Chile y ahora lo hace en Ecuador. “Recorro parte de Sudamérica, promuevo el deporte asistiendo a colegios, motivando a los niños para que crezcan con esta pasión y, además, incentivo el freestyle fútbol”, aseguró Christian.

Sin embargo, cuando salió de su localidad natal (Suba, Bogotá) no lo hizo solo. Su primo, Ervin Galeano, de 20 años, lo acompañó, y tras un entrenamiento arduo entre ellos lograron perfeccionar una rutina que se transmite en instituciones o a veces simplemente en las calles o mercados de cualquier urbe.

El Mercado de las 4 Manzanas (centro de Guayaquil) se convirtió en la tarima, y con un parlante que emitía música electrónica Ervin llamó a los presentes diciendo lo que iba a hacer. Luego cada uno hizo una presentación individual y continuaron con una grupal.

“En la calle demostramos las diferentes modalidades de este deporte; asimismo, interactuamos con los espectadores, les prestamos el balón y les enseñamos algunos trucos”. Ruth Domínguez, de 45 años y comerciante del lugar, se mantuvo atenta durante los 5 minutos que dura la coreografía.

“Los chicos son buenos, a mí no me agrada el fútbol, pero lo que ellos hacen es diferente”, manifestó la vendedora que sacó un dólar de su bolsillo para dárselos. Mariela Ochoa, quien tiene un local de juguetes, aseguró que el espectáculo vale la pena verlo. “Existe mucha sincronización y agilidad de parte de estos jóvenes. Es un número que agrada mucho y que quienes lo ven pagan con gusto”. El freestyle fútbol es considerado un deporte-arte, donde interviene el balón, pero deben realizarse una serie de trucos y movimientos capaces de llamar la atención del público. En la actualidad se realizan torneos donde evalúan tres modalidades: el estilo, la dificultad y por supuesto, la creatividad del jugador para el dominio del balón. Galeano participó en el torneo Sudamericano en Costa Rica. Ahí logró una cuarta posición, ahora espera que arranque otra competencia, pero su sueño es viajar a Europa para el Mundial de Rusia 2018, y darse a conocer.

La ilusión más grande de estos jóvenes es convertirse en estrellas del balón, construir una academia donde puedan enseñar a niños sus técnicas y, sobre todo, que el público o las organizaciones los apoyen. “Vamos a crecer con nuestro arte”, finalizó Galeano. (I)