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Es mecánico de su hijo joel en la vuelta ciclística

La anatomía de la bicicleta obsesiona a Galo Burbano (Galería)

Galo Burbano recorre la habitación donde guarda algunas bicicletas que fueron utilizadas por Jaime Pozo e Hipólito Pozo entre 1960 y 1970 en varias Vueltas Ciclísticas al Ecuador. Foto: Álvaro Pérez.
Galo Burbano recorre la habitación donde guarda algunas bicicletas que fueron utilizadas por Jaime Pozo e Hipólito Pozo entre 1960 y 1970 en varias Vueltas Ciclísticas al Ecuador. Foto: Álvaro Pérez.
16 de octubre de 2014 - 00:00 - Miguel Suárez

En la casa de Galo Burbano el desorden es habitual. Las piezas y los artefactos de bicicletas están en todos lados, pero este tulcaneño conoce a la perfección cada rincón de su taller y sabe dónde encontrar hasta los más diminutos tornillos y rulimanes. Con la misma minuciosidad con la que cuida los 50 ‘caballitos de acero’ que forman parte de su colección, da mantenimiento a las ‘bicis’ de su hijo Joel, integrante del equipo Panavial que compite en la Vuelta Ciclística al Ecuador.                  

Burbano empezó a coleccionar bicicletas en 1983. Cada vez que entra en la habitación donde las guarda, suele hacer sonar el claxon de una que fue fabricada en la década del 60, pero junto a ella llama más la atención una rutera que algún ciclista utilizó hace 45 años en una Vuelta a Colombia. Galo la compró y la adaptó para utilizarla en pruebas de montaña y le puso llantas más gruesas para que resista más en caminos sinuosos.            

Para llegar al cuarto donde guarda sus ‘reliquias’ hay que subir por unas estrechas escaleras de concreto. El primer golpe de vista muestra unos trinches (piezas de metal que sostienen las llantas delanteras) de aluminio, hierro y fibra de carbono, colgados en una pared.

En el segundo taller se observa un ejemplar verde antiguo, descuidado y lleno de polvo, pero completamente funcional. Esta es una de las ‘mimadas’ de Galo. “Es la de los mandados, la uso para ir al supermercado”, dice con tono de broma.   

Allí se encuentran bicicletas de todo tipo y marcas: unas Giant, otras Cinelli, en medio de tornillos, aros, llantas y marcos de bicicleta. Destacan entre el montón 3 modelos modernos que forman parte de la colección de 10 ‘bicis’ que tiene su hijo Joel, ganador el año pasado de la tradicional Vuelta al Cotopaxi, junto a Felipe Endara.    

Algunas bicicletas se encuentran colgadas, unas arrimadas y otras apiladas en medio de más material deportivo, pero Burbano sabe dónde encontrar cada pieza.

La gira por este improvisado y rústico museo de ciclismo continúa en una tercera habitación. Para llegar hasta allí se deben emplear otras escaleras. Al ingresar, el olor a caucho se mezcla con el de la grasa y el aceite quemado. Burbano suele decir que en ese espacio se respira ciclismo. Ese es el taller principal de Galo. En el centro se halla una Precious de 5 marchas, con palancas Campanolo. Esa es la que está arreglando ahora el hombre de 60 años que también es maestro de matemática en el Colegio Bolívar de la capital carchense.   

Mecánico empírico

En su taller llaman la atención los más de 20 piñones que Burbano tiene ordenados sobre una repisa. El cuidado de las pachas, como las llama, es un arte que él lo domina a la perfección.  

Estos piñones se forman de platos de distintos tamaños en los que se agarra la cadena y se mueven una vez que se cambia de marcha. Para el ciclista aficionado -explicó- en el pasado las ‘bicis’ solo tenían 6 cambios, pero con el paso de los años se fueron incrementando a 8 y 10. Estas piezas él las ‘tunea’. “Les modifico dependiendo de las necesidades. Les desarmo y coloco más platos para que puedan soportar un mayor número de cambios”.

Pero remover estos platos del cuerpo principal es complicado si no se cuenta con las herramientas adecuadas. Pero Galo tiene extractores de piñones de todos los gustos y tamaños. Y demostró sus habilidades al desarmar en menos de 5 minutos un piñón de 6 niveles y remover una fila de los platos que se encontraba en una bicicleta de su hijo Joel, quien es médico veterinario. “Para cada pacha hay un extractor y estas herramientas ya no se las fabrica. Las modernas son fáciles de desarmar, pero en las antiguas hay que cambiar toda la pieza”.  

Si fuera el caso, Burbano tiene todos los componentes y la habilidad para armar desde cero una bicicleta, pues cuenta con aros, llantas, manubrios, radios, marcos, tornillos, pedales y asientos.    

Galo Burbano conoció la anatomía de una bicicleta cuando empezó a trabajar en el taller del exciclista carchense Julio Imbacuan. Recuerda que era un niño cuando decidió ganar un poco de dinero parchando llantas, engrasándolas, armándolas y alineándolas.

Gracias a ese esfuerzo pudo a los 12 años comprar su primera bicicleta. “Era una ATU alemana; ese modelo se usaba para cargar pan”, recordó con la misma sonrisa que siempre lo acompaña.

Bicicletas de exglorias ciclísticas encontraron un nuevo hogar

Los ejemplares más exclusivos de la colección de bicicletas de Galo Burbano se encuentran en la habitación más alejada de su casa. Para llegar a ella hay que cruzar un gran patio y subir otro grupo de escaleras. Allí aguarda su perra Monark (como la marca de bicicletas), que no para de ladrar pues acaba de parir un cachorro y la presencia de gente extraña la pone nerviosa.   

En ese lugar, colgadas en orden están cerca de 30 ‘bicis’ de todas las modalidades del ciclismo, colores y formas. Lo que sí tienen en común es que todas son antiguas. Una bicicleta naranja antigua que colgaba de la pared del fondo era con la que competía Galo en su etapa de ciclista amateur. “Miren, es una cáscara de huevo, tiene una tubería Reynolds como cuadro”, afirmó mientras la tocaba con cariño.  

En la pared adyacente, permanecía una Monark sueca de 1965, en la que compitieron las Vueltas Ciclísticas 2 referentes nacionales como Jaime Pozo e Hipólito Pozo. “Para coleccionar las ‘bicis’ de exciclistas, yo debía investigar quién las había adquirido y las compraba a esas personas. Algunas veces hacía buenos negocios y me las vendían baratas. La de Jaime Pozo me costó 40 mil sucres”, recordó Burbano.

También posee una Zeus verde en la que corría Carlos Montenegro, ganador de 3 Vueltas Ciclísticas al Ecuador. Otro ejemplar, una Benotto mexicana, fue empleado por Hipólito Pozo. Una de las más antiguas que tiene en su colección es una Arandeli alemana de 1946 de llantas con un rin 26.  

Las Monark son su marca favorita. A una de carrera le adaptó marchas. A otra de 1972 le colocó discos, pero una de sus más queridas es un ejemplar brasileño de la misma marca. Le modificó la manzana y cuenta con 3 marchas. En su taller la imaginación es infinita.

BONE CEDE EL TRIUNFO A VILLAVICENCIO

El máximo acto de compañerismo se vivió ayer a 10 metros de la meta en Puyo, durante la séptima etapa de la Vuelta Ciclística que inició en Macas. El esmeraldeño José Bone, de la Concentración Deportiva de Pichincha (CDP), iba a finalizar primero, pero se frenó para que su compañero David Villavicencio sea quien se lleve la etapa de 129,9 kilómetros en 2h58m30s.

Con su mano derecha, Bone lo señaló mientras Villavicencio levantó sus brazos para conseguir así su primera victoria de etapa en este giro ciclístico. El ibarreño de 23 años también es el líder de metas volantes con 39 puntos. “Todo el equipo ha trabajado bien desde el inicio de la etapa, pude sumar en 2 metas volantes y mis compañeros hicieron una gran labor de desgaste de otros ciclistas y pudimos alcanzar a los fugados”, reconoció.

El liderato del giro continúa a manos de Richard Carapaz (Panavial), quien también es líder de premios de montaña y categoría sub-23.

Hoy será la octava etapa del certamen, entre Puyo y Baños (104,3 kilómetros).

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