El marketing nos ocultó y no promocionó a una campeona mundial de ajedrez. La realidad puede ser interpretada desde diferentes formas de ver el mundo, pero la misión del marketing es crearnos un mundo único y encarcelarnos en él. El marketing bien manejado anula todas las otras miradas de una realidad mucho más rica, y ese es su objetivo.

Estamos invadidos de un periodismo futbolizado y no deportivo, las grandes marcas promueven el deporte que se vende en la lógica del mercado, los productos promocionales son bien empaquetados por las grandes empresas, medios de comunicación y periodistas acólitos del negocio. Es una red que funciona bastante bien.

Vemos fútbol, escuchamos fútbol, olemos fútbol, comemos fútbol; el marketing  ha eliminado un mundo deportivo mucho más diverso y sin duda interesante.

Carla Heredia fue hace poco campeona mundial de ajedrez amateur en Rodas, Grecia. Pocos pudimos saber del hecho, pocos conocen este gran mérito para el Ecuador. Ella, nuestra deportista tricolor es Gran Maestra de Ajedrez, alcanzó siete puntos de nueve posibles, finalizando invicta en la categoría 2100-2200 de ELO (sistema matemático para evaluación del juego del ajedrez, elaborado por el profesor de física de la Universidad de Milwaukee Arpad Elo).

El ajedrez está considerado por el Comité Olímpico como un deporte de alta concentración y destrezas mentales. Desde la esfera de lo intelectual está más cerca de las matemáticas, se necesita un 99% de cálculo y análisis, mucha previsión en el carácter, cautela y prudencia; y Carla, sin duda, los tiene.

Carla compitió con 235 ajedrecistas de 24 países, hizo tablas en la primera ronda, ganó las cuatro siguientes, tuvo tres empates consecutivos y ganó la última ronda ante el alemán Christian Koening. En segundo y tercer lugares se ubicaron el sudafricano Michael Misanguanwini y el belga Van Herck Marcel. Tuvimos una gran final, Ecuador le ganó a Alemania y quedamos campeones mundiales. ¿Acaso no es ese el sueño de todos los ecuatorianos?

Doménica Azuero, cuencana, se proclamó días después de Carla, campeona mundial júnior de bicicross en Rotterdam, Holanda, con un tiempo de 28 segundos y 130 milésimas en un recorrido que muchos de los expertos lo denominan ‘perfecto’. Dominó de principio a fin la competencia con total aplomo, dejando en segundo lugar a la estadounidense Sheanen Reno, quien sumó  29 segundos y 486 milésimas, y en tercer puesto a la rusa Tatiana Kapitanova, con un ‘crono’ de 30 segundos y 047 milésimas.

Tampoco se supo mucho, fue el domingo 17 de julio, hace menos de un mes. Tras una que otra nota corta, el tema no se ha vuelto a mencionar.

Si Carla y Doménica estuvieran en las vallas publicitarias de las grandes avenidas, si sus rostros estuvieran expuestos en buses y estampados en camisetas, si en las esquinas se vendieran gorras con sus nombres, si la gente hiciera filas largas por comprar sus cromos. Si en un mundo ideal ellas estuvieran en las portadas de los grandes medios por más de un mes seguido, ¿sería distinta la sensación de orgullo y patriotismo?

Estoy segura de que sí, entonces, ¿en dónde se asienta en realidad nuestro orgullo tricolor? Estamos en manos de un marketing demoledor acompañado de periodistas del Barcelona o del Emelec que son los encargados de ‘informarnos’ y, peor aún, de entusiasmar a todo el país.

Tenemos una gran tarea de despojarnos de las cosas que entendemos y aprendemos a través de los medios de comunicación sesgados y netamente comerciales, pues es apenas una pizca de la realidad, que incluso ha logrado manipular sensaciones y sentimientos que sin duda nos afectan en varias dimensiones: Carla y Doménica son un ejemplo de esto.

Hay que darle jaque mate a los intereses y a los hilos de poder que están detrás del marketing de los ‘deportes negocio’, que a la luz del día es claro que alimenta a otros, menos a los futbolistas, pues, según  sus declaraciones, no tienen ni para comer.