Detrás del oro, brilla el espíritu de una mujer sonriente y humilde.  Pero ella es más que una amable expresión facial que refleja un sentimiento de satisfacción. Caterine Ibargüen, campeona olímpica de salto triple en Río-2016 con una marca de 15.17 metros, también es la campeona de la humildad.

Sabe de dónde viene, no se le olvida. A su primera competencia, estando muy niña, asistió con los zapatos de doña Francisca, su madre, a quien ama más que a su propia vida, al igual que a su abuela Ayola, quien también tuvo mucho que ver en su crianza.

Ese recuerdo permanece imborrable en su mente. Aquello quedó en evidencia el pasado 16 de agosto, cuando Rubén Darío Cartagena, un periodista antioqueño, le llevó una razón a la campeona. “Sofía, una niña de Medellín que practica el atletismo y vive en condiciones mínimas, me pidió que apenas te viera te dijera que eres  su mayor ejemplo. ¿Qué repuesta le envías?”, le dijo el periodista.

Entonces, los ojos de Ibargüen  tomaron otro brillo, derramaron lágrimas y algo de nostalgia embargó su ser, el comentario la trasladó inmediatamente a su pasado.

“Me agrada que me tenga como un ejemplo. La  clave es la responsabilidad y disciplina para conseguir  los sueños. Todos los días me levanto con un propósito bueno para mi vida, mi familia y mi país. La invito a que lo ponga en práctica”, aseguró Ibargüen, quien nació en Apartadó (Antioquia) un 12 de febrero de 1984 (tiene 32 años).

Muerta del susto y con la mente puesta en ser una profesional, en 2008 Caterine emprendió viaje a Puerto Rico para graduarse como enfermera, gracias a una beca que se ganó en la Universidad Metropolitana. Pese a que los estudios le quitaban algo de tiempo, Ibargüen siempre vivió en función del atletismo. Ahí, en Puerto Rico, conocería a Ubaldo Duany, un entrenador cubano con el que también perfeccionaría su técnica en salto triple y quien le devolvería la confianza en sí misma tras no haber podido clasificarse a los Juegos Olímpicos de Pekín-2008.

Reina del salto triple

En los últimos cuatro años el salto triple femenino ha tenido nombre propio: Caterine Ibargüen. La antioqueña ha ganado prácticamente todo en lo que compitió desde Londres-2012. Únicamente en la parada de junio de la Liga Diamante, en Birmingham, no pudo quedar en la primera posición y la semana pasada en Lausana, Suiza, volvió a ser protagonista.

La antioqueña saltó 14.76 metros, aunque no fue el mejor de la temporada, le sirvió y por mucho para quedarse con una victoria más en la Liga Diamante y sumar 56 puntos en su carrera por el cuarto título consecutivo en este certamen. Son cinco victorias en seis apariciones en las reuniones de la liga. Ganó en Doha, Rabat, Roma, Mónaco y ahora en Lausana. Su superioridad es innegable. Ibargüen es invencible.   

En Suiza tuvo que esperar hasta el quinto salto para lograr un nuevo triunfo. La presión en esta ocasión no la puso Yulimar Rojas sino Olga Rypakova, quien en su cuarto intento realizó un salto de 14.53 metros, superando el 14.41 del primer salto de la colombiana. Pero Caterine respondió, se demoró pero lo hizo. Y saltó los 14.76 metros que le dejaba la vara muy alto a la kazaja, quien tiene como mejor registro en 2016, un salto de 14.74 metros, que lo obtuvo en Río-2016. No se le puede llamar campeona anticipada a Ibargüen, solamente debe presentarse en Bruselas para ser tetracampeona de la Liga Diamante.  

Es precisamente en Bélgica donde el próximo 9 de septiembre se cerrará la edición 2016 de esta competición, que dominó a placer la antioqueña, como lo hizo en los últimos cuatro años. (I)