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El Telégrafo
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Jonathan Mosquera Camacho / ciclista de bmx estilo libre

"He dormido en la calle y pasado hambre por el BMX"

"He dormido en la calle y pasado hambre por el BMX"
Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO
22 de enero de 2017 - 00:00 -

General Villamil, Playas.-

Jonathan Mosquera Camacho empezó a sufrir desde el mismo instante de su nacimiento. En la mitad de las labores de parto, su madre, Narcisa Camacho, se quedó sin fuerzas para seguir pujando. Una parte del cuerpo del pequeño quedó atrapado en el vientre, pero una maniobra de la partera hizo que el recién nacido reaccionara. El bebé estaba morado. Le faltaba oxígeno. Respiraba con dificultades. Pero un par de oportunas nalgadas lo ayudaron a reanimarse y enseguida estalló en llanto. Era una señal de vida. Ese día, Jonathan nació dos veces.

Veintitrés años después de aquel susto, el recuerdo de ese momento se mantiene vivo en la mente de Narcisa. Era 13 de junio de 1993. Era de noche y llovía en Playas. Las calles del popular barrio San Vicente eran intransitables por el lodo y el agua, por lo que el ingreso de una ambulancia o de cualquier otro vehículo era impensable. Por eso decidió dar a luz en su casa, en su cuarto y con la asistencia de una partera, siguiendo una tradición familiar.

La habitación no ha cambiado mucho desde aquel día. Sobre una de las paredes desgastadas y sucias por el paso del tiempo cuelga la foto del pequeño Jonathan enmarcada en un cuadro negro. En el segundo piso, subiendo por unas escaleras rústicas de concreto, sobre una vieja cómoda de madera, hay cuatro trofeos que ganó Jonathan hace tres años. Perdieron el brillo. Solo quedan esos, el resto se quemó en un incendio que destruyó parte de la vivienda. De un gran clavo que sostiene un extremo de un toldo de cuatro puntas cuelga una medalla que el rider ecuatoriano ganó hace dos años en Barcelona, España.

El pasado 11 de enero, después de realizar una gira en Argentina, ‘Pandilla’, como lo llaman en Playas, regresó al barrio donde nació y creció. Recogió los reconocimientos que ganó en los últimos años y se los llevó.

Afuera, una bandada de niños con las piernas blancas por el polvo, algunos descalzos, se reunieron para saludarlo. “Queremos ser como tú”, le repetían mientras lo saludaban y abrazaban. En el barrio San Vicente, Jonathan es una celebridad.

Este joven ‘suicida’, que vuela como ave en su bicicleta para escapar de la pobreza, aprendió a lidiar con el dolor y las carencias desde la niñez. Todo el dinero que ganaban sus padres —una pareja de emigrantes esmeraldeños que llegó a Playas para trabajar sembrando larvas de camarón— era para la comida de él y sus seis hermanos.

Por eso, cuando se sintió con las fuerzas suficientes para empezar a ganarse su propio sustento lo hizo sin dudar. Las necesidades lo empujaron a la calle cuando apenas tenía 10 años. Reunía monedas cuidando los carros de los turistas fuera de los restaurantes de Playas, vendiendo caramelos en los buses interprovinciales, limpiando ‘monte’ a machete y como ayudante de albañilería.

Ganaba entre $ 10 y $ 15 diarios, suficiente para alimentar el sueño de toda su vida: tener una bicicleta. En su casa nunca hubo una. Tuvo que trabajar y reunir dinero durante tres años para comprarle una de segunda mano a un amigo.

El único representante que tiene Ecuador en el circuito mundial de BMX Freestyle (estilo libre) —que se encuentra entre los mejores del planeta y que ha ganado torneos en Colombia, Perú, Chile, México Argentina y Estados Unidos— aprendió a montar una ‘bici’ cuando era un adolescente.

Trasladémonos a sus inicios. Tuvo su primera bicicleta cuando tenía 13 años, ¿no era tarde para empezar a practicar BMX estilo libre?

Era tarde, pero no imposible. Las grandes estrellas mundiales de esta modalidad empezaron entre los 5 y 8 años, pero yo a esa edad veía cómo mis amigos se divertían en sus bicicletas, hacían saltos y piruetas sobre las veredas de las calles. Yo era un simple observador porque mis padres no tenían plata para comprarme una bici. Mi papá iba y volvía de trabajar en una chopper que le prestaba un amigo. Su regreso a casa a almorzar coincidía con mi retorno de la escuela. Así que aprovechaba para subirme y aprender a andar, pero no pude. Recuerdo que siempre peleábamos con una de mis hermanas por agarrarla primero. Ella sabía andar perfectamente pese a que era menor. Yo siempre me chocaba con los postes y me raspaba las rodillas.

¿En esa época ya sabía que quería dedicarse a este deporte extremo?

No, yo soñaba con ser futbolista. Era delantero y marcaba muchos goles. Pero mis papás nunca me dejaban ir a entrenar al estadio. Y cuando me escapaba para hacerlo me castigaban porque no querían verme en la calle. Decían que me convertiría en un vago. Pero yo no salía a vagar, yo quería dedicarme a algo que me permitiera ayudar económicamente a mis padres. Pensaba que siendo futbolista iba a darle otro estilo de vida a mi familia.

Entonces, ¿en qué momento decide hacer de esta disciplina un estilo de vida?

Tenía 13 años. Había reunido $ 60 y estaba decidido a comprarme una bicicleta porque mis amigos nunca me prestaron las suyas. Yo iba al parque como espectador. Pero mi mamá se oponía a que la comprara. Me decía que invirtiera en los uniformes del colegio, en los zapatos, en los útiles escolares, etc. Pero yo quería una bici, estaba resuelto a comprarme una. Yo trabajaba cuidando carros afuera de la Feria de las ostras. A veces iba a vender corviches a la playa. Recogía chatarra para luego venderla. Así cumplí mi sueño de tener una bicicleta propia. Mis padres se opusieron, pero no les hice caso. Y valió la pena.

¿Cómo era su primera bicicleta?

Era una BMX clásica, pero vieja y remendada. Le sonaba todo. Pasaba horas en el taller reparándola. Un amigo me la vendió en $ 60, pero cuando la empecé a usar y vio que me divertía en ella me dijo que debía pagarle $ 30 más. Como era un niño, le tuve que pagar lo que me pedía porque no quería que me la quitara. En ella empecé a entrenar en el Skate Park (parque con rampas) de Playas donde me inicié. Pedaleaba cuatro kilómetros desde mi casa, llegaba a las 09:00 al parque y regresaba a almorzar a las 14:00, comía y volvía a las 16:00. Entrenaba hasta la madrugada.
A veces no iba a dormir a mi casa, me quedaba donde mis amigos porque se me hacía muy tarde. En esa época ya había dejado el colegio. Me retiré cuando estaba en cuarto año. Pero volveré.

Por lo que cuenta, todas las maniobras y piruetas que sabe las aprendió solo.

No se equivoca. Nadie me ayudó. Unos amigos armaron una rampa para saltar y caer en una piscina, pero nunca me llevaron pese a que les insistía. En lugar de desanimarme, su negativa me dio más fuerzas. Continuaba entrenando solo, viendo videos de los mejores del mundo, como Scotty Cranmer, Daniel Dhers, Dave Mirra (†), Van Homan, eran mis inspiradores. Hasta que llegó la primera competencia. Me inscribí en la categoría novatos y quedé primero. Gané $ 30 y un trofeo. Ese día, después de la premiación, invité a mi mamá a comer en los agachaditos. Tres meses después hubo otra competencia en Playas, me volví a inscribir y gané. En ese momento mi mamá entendió que eso era lo que me gustaba y a lo que quería dedicarme. La tercera competencia también la gané y ahí la recompensa fue mayor: me dieron una bicicleta profesional marca GT. Mi primer torneo internacional fue en Perú, me ubiqué entre los mejores. Ese fue mi primer viaje en avión.

Y ahora que está entre los mejores del mundo y compite en torneos internacionales, ¿ha enfrentado esas estrellas a las que admiraba en sus inicios?

Ahora son mis amigos. Me dan consejos, me ayudan a mejorar mi técnica. Estoy en contacto constante con ellos. Les parece increíble que un negro ecuatoriano que se formó en la calle brille entre los mejores del mundo. Algunos ni siquiera sabían que en América del Sur había un país llamado Ecuador. Ahora quieren conocer de dónde salió este negro con mucho talento.

El BMX estilo libre es una disciplina de mucho riesgo, ¿recuerda su primera caída?

Fue en Playas, en el parque donde me inicié. Estaba aprendiendo a hacer un giro con la bicicleta en el aire. Fue en la bici de un amigo que utilizaba frenos. Yo no los usaba, me sentía más cómodo así. Justamente fueron los frenos los que facilitaron mi caída. Se quedaron pegados, me fui hacia adelante y caí sobre el concreto. Me abrí una ceja. No me desanimé a pesar de todos los accidentes que me dejaron, por ejemplo, cejas partidas, rodillas cortadas, codos rasmillados, incluso, un hueco profundo en el pie izquierdo, tras clavárseme un fierro de la llanta trasera. Parece que tuviera el cuerpo anestesiado. Mi mamá me reprendió, me decía que deje de saltar porque me iba a matar o quebrarme un hueso. Quería quitarme la bicicleta. Ese día me fui de mi casa. Ya tenía 18 años. Es la mejor decisión que he tomado en mi vida.

¿Y a dónde se fue?

La primera semana dormí en una cabaña abandonada, a la orilla del mar. Solo me acompañaba mi bicicleta y una mochila. Después dormía en una discoteca donde me dieron trabajo como guardia. Ahí me enfermé porque había mosquitos y hacía frío.

¿Era necesario abandonar su casa, su familia?

Sí, si no lo hubiera hecho no estuviera donde estoy. Quizá seguiría cuidando carros en Playas. Salir de mi casa me hizo más fuerte, porque mi mamá me hacía todo, me cocinaba, me lavaba la ropa. Mis papás querían que trabajase en una empresa, que tuviera una familia, pero yo no quería eso para mí. Yo quería ser libre, ser feliz, y esa sensación me la daba solo la bicicleta. Incluso ahora no llego a la casa de mis padres porque ellos piensan diferente a mí, duermo en la casa de un amigo, porque ellos están separados. La familia como tal ya no existe. Cada uno vive por su lado. Yo prefiero estar solo.

¿Qué es lo que más lo ha hecho llorar en la vida?

La relación conflictiva que tenían mis padres. Mi mamá trabajaba todos los días cocinando hasta en tres restaurantes para generar más ingresos y que no nos faltara la comida en casa. A veces se nos desmayaba en la casa por exceso de trabajo. De paso mi papá la maltrataba. Ver eso me causó más dolor que cualquier caída o fractura.

¿Qué hacía cuando eso ocurría?

Lloraba mucho. Cada vez que eso pasaba cogía mi bicicleta y me iba a la playa a contemplar el mar. Pensaba en la manera de ayudar a mi madre y sacarla adelante. Ella ha trabajado desde los 12 años, mi sueño es tener los recursos y darle todo para que deje de trabajar y sufrir. En algún momento se dedicó al vicio del alcohol, fumaba cigarrillo aun estando embarazada. Eso me dolía mucho. Justamente por esa época mi hermana mayor empezó a consumir drogas. Un día estuvo a punto de morir por una sobredosis porque se había amanecido consumiendo con sus amigos, a mí me tocó llevarla al médico. Ahora está bien y tiene su familia. También tengo un hermano que es cantante, pero no tiene apoyo para impulsar su carrera.

¿Y usted cómo financia su carrera en el BMX?

Con los torneos que gano. Mi único auspiciante es Pony Malta, que me ayuda con boletos de avión para ir a los torneos. He tocado muchas puertas, pero nadie le presta atención a este deporte, no lo ven rentable a diferencia de lo que ocurre con el fútbol. Ahora mismo necesito recursos para sacar una visa para Estonia, donde se va a disputar el próximo mundial en febrero. A ese torneo asisten solo los mejores 100 riders del mundo y con carta de invitación. A mí ya me llegó, pero no sé aún si iré. El año pasado me lo perdí por falta de visa. En 2014 sí fui porque hice un video promocional y la organización quedó maravillada con lo que hago. Esa vez me ubiqué en el puesto 29 en el mundo.

¿Ese fue su salto al circuito mundial?

Todo empezó en Francia, en el Simple Session. Ese es el evento más esperado por todos los riders. Ahí me hice conocer y me invitaron a todos los torneos europeos. Yo estaba en Barcelona cuando me llegó la invitación para correr el circuito mundial. Para eso tuve que enviar videos con mis mejores piruetas. Actualmente estoy entre los 14 mejores del mundo.

¿Es cierto que le ofrecieron la nacionalidad estadounidense para que compita en representación de ese país?

No solo me ofrecieron la nacionalidad gringa, sino también todas las facilidades para competir a cambio de manejar mi carrera. Fue una marca la que me hizo la oferta. Me ofrecieron auspicios y mucho dinero, pero eso significaría perder mi esencia. Yo soy ecuatoriano y pese a que no tengo apoyo me siento orgulloso de representar a mi país. Cuando me preguntan de dónde soy, hincho el pecho y digo orgulloso que soy de Ecuador.

¿Cómo es posible subsistir en un circuito mundial y recorrer el mundo sin apoyo?

Durmiendo en la calle y pasando hambre. Cuando hay la oportunidad mis amigos me dan posada, pero a veces me toca quedarme en parques o en iglesias. Lo hago para ahorrar plata porque siempre viajo con lo justo. Una vez me tocó pasar cinco días en Alemania con $ 150. Dormí en un parque, con frío y mucha lluvia. Amarro los cordones de mis zapatos a la bicicleta y la mochila es mi almohada. En ese torneo en Alemania tuve la peor lesión de mi carrera.

¿Cómo fue?

Estaba a punto de saltar a la pista cuando explotó la llanta delantera de mi bicicleta. No tenía ni para comer, ni para un lugar donde dormir, menos para repuestos. Un compañero me regaló un tubo y mientras se lo cambiaba anunciaron mi heat, si no me presentaba perdía la vuelta. Inflé la llanta rápido, pero le faltaba aire.

Cuando estaba en la competencia las manos se me resbalaron del manubrio y caí al piso. Quedé inconsciente, desperté cuando me iban a subir a la ambulancia. El casco me salvó la vida. Me llevaron a un hospital, me hicieron exámenes y debía quedarme 24 horas internado. Pero yo quería ir a ver el evento, así que firmé un papel de responsabilidad y regresé a la pista. Ese día dormí en la calle, con mucho dolor por las heridas que había sufrido. (I)

Jonathan posa junto a Mercedes (izq.) su mamá, su abuela y 2 de sus 6 hermanos en el restaurante que tiene la familia en General Villamil. José Morán / EL TELÉGRAFO

DATOS

Jonathan Mosquera Camacho nació el 13 de junio de 1993, pero por un error del Registro Civil en su cédula consta que nació el 13 de julio de ese mismo año.

Su gran sueño es abrir una escuela gratuita de BMX estilo libre en su natal Playas. Busca apoyo financiero para cumplirlo.  

Su próximo torneo es el Mundial de Estonia, pero corre el riesgo de no participar por falta de recursos, ya que primero debe viajar a Estados Unidos para sacar allá la visa para el país sede del certamen.

Una vecina de Jonathan en el barrio San Vicente salió de su casa con sus hijas para saludar al deportistas ecuatoriano.Foto: José Morán / EL TELÉGRAFO

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