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Hassiem, el nadador que escapó de la muerte

Hassiem, el nadador que escapó de la muerte
Foto: AFP
15 de septiembre de 2016 - 00:00 - AFP

El sudafricano Achmat Hassiem se motiva en la piscina paralímpica imaginando que un tiburón lo persigue. Imagina que es aquel animal que le arrancó media pierna hace una década. La vida de Hassiem ha estado inexorablemente relacionada con los tiburones desde aquel día en Ciudad del Cabo cuando un gran escualo blanco lo agarró durante un simulacro para salvavidas.  

El tiburón casi lo mata aquel día y esa lesión lo impulsó a los Juegos Paralímpicos de Río. Y la semana que viene, cuando terminen sus terceros y últimos Juegos, comenzará una nueva carrera: será defensor de la sobrepesca de estos animales. “Mi sobrenombre es el ‘chico tiburón’”, dijo el martes después de competir en los 100 metros libres. “Mi hermano dice que es un título que suena a superhéroe y quiero pensar que sí lo es”, añade.

Cuando Hassiem, de 34 años, se quita su prótesis, adornada con los colores sudafricanos y entra en la piscina azul, piensa en que puede ser la última sumergida de su vida. “De hecho uso ese mismo miedo para competir”, dice. “Me imagino a un gran tiburón blanco de 4,7 metros guiándome por el carril y presionándome para salir primero”, relata.

El incidente ocurrió el 13 de agosto de 2006, cuando tenía 24 años. Hassiem y su hermano menor Tariq estaban haciéndose pasar por víctimas en un ejercicio para salvavidas en la playa Muizenberg. Cuando esperaba para ser rescatado por un bote, notó que un triángulo gris se acercaba a su hermano.

“Pensé que era un delfín, un delfín o una foca. Decidí chequear debajo del agua”. Al salir a la superficie, solo gritó. Su hermano estaba en el camino de un tiburón.

Y temiendo que la ayuda no llegara a tiempo, Hassiem comenzó a golpear el agua para tratar de desviar la atención del enorme pez que se dirigía hacia Tariq. El plan funcionó, su hermano se salvó, pero él  empezaba a pelear por su vida.

“En cuestión de segundos estaba cara a cara con el tiburón”. Luchando para mantenerse lejos de sus fauces, incluso trató de montarse en el lomo para recién darse cuenta que su pierna derecha no se movía. “Fue ahí cuando vi que la mitad de mi pierna estaba ya en la boca del tiburón”.

El animal arrastró a Hassiem bajo el agua por unos 50 metros, distancia que por cierto, es la misma de la piscina olímpica. Solo cuando el animal terminó por arrancarle la pierna, pudo volver a la superficie, casi ahogado y ser rescatado. Afortunadamente salió con vida.

Pero le tocaba empezar desde cero. Una prótesis le permitió andar en apenas unos meses pero para recuperar su pasión por el agua necesitó el empujón de Natalie du Toit. La 11 veces medallista paralímpica estudiaba con él y fue quien lo animó a hacerlo.

Sueños arruinados, nuevo significado

Hassiem se recuperó, pero sin su pierna se desintegraba el sueño de convertirse en jugador profesional de fútbol. Fue ahí cuando Toit le recomendó que empezara a nadar en piscina. No hubo vuelta atrás. “Me adueñé de la piscina como el tiburón del océano”, bromea.

Hassiem compitió en Pekín-2008, en Londres-2012, donde ganó bronce, y ahora en Río cerrará su carrera. “Ahí viene la parte loca”, anunció entre risas. Naciones Unidas lo nombró el año pasado guardián global de los tiburones.

“Implica trabajar para proteger a los tiburones en todo el mundo, algo así como un defensor o embajador de estas especies”, explicó este atleta, de porte alto y amigable.

Lejos de albergar odio o rabia por el animal que casi le quitó la vida, se siente en el deber de detener la sobrepesca que está destruyendo sus poblaciones y amenazan con interrumpir la cadena alimenticia del océano. “Las estadísticas son terribles. Unos 100 millones de tiburones son asesinados cada año y bueno, más humanos son asesinados por una tostadora que por un tiburón”, explica. Y viendo cómo su vida cambió desde aquel día aterrador no duda en decir: “tengo que devolver a los tiburones lo que ellos  me dieron a mí”. (I)

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Haase impone un récord personal en Río

La nadadora Camila Haase se convirtió ayer en la primera mujer costarricense en participar en unos Juegos Paralímpicos y lo hizo imponiendo un nuevo récord personal en los 100 metros pecho, clasificando a la final.

Haase paró los cronómetros en 1:39:99, para bajar en casi cuatro segundos su anterior marca personal, de 1:43:31. Su registro le permitió colarse en la disputa de las medallas en la distancia, prueba que debía efectuarse la tarde de ayer en la piscina del Estadio Acuático de Río de Janeiro, sede de la competencia.

Haase, de 16 años de edad, perdió parte de su brazo izquierdo desde su nacimiento. “Me quedé sin brazo desde mi nacimiento, ya que se enredó en el cordón umbilical y me cortó la circulación. Entonces, había que cortarlo o yo me moría y por eso decidieron amputarlo”, explicó la finalista.

La joven costarricense entrena natación desde los tres años, pero no es su única disciplina, pues también le gusta y practica el atletismo y el fútbol. Además de participar en Río-2016 en los 100 metros pecho, Haase estará hoy en los 100 metros mariposa y mañana en los 100 metros estilo espalda.

La nadadora es una de los tres atletas paralímpicos de Costa Rica presentes en la justa ecuménica Río-2016, pues en esta contienda la acompañan el ciclista Leonel Solís y el maratonista José Jiménez. (I)

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