Terminar el recorrido. Esa es la misión del piloto ecuatoriano Sebastián Guayasamín, quien desde hoy participará en la edición 37 del Rally Dakar, que contará con la presencia de 137 pilotos en autos, 64 en camiones, 164 en motocicletas y 48 en cuatriciclos.

Más allá de exigir toda la destreza de los conductores y la eficacia de las máquinas, la ruta, de 9.000 kilómetros, dividida en 14 fases, pondrá a prueba la fortaleza mental de los deportistas, quienes afrontarán las denominadas etapas maratón, donde tienen prohibido beneficiarse de sus equipos de asistencia.

Este ejercicio, que obliga a los exponentes a aplicar sus conocimientos sobre mecánica, no se imponía desde 2005 a los timoneles de coches y camiones, por lo que quienes son nuevos en la competencia deben aprender a sortear esta dificultad adicional.

Con largadas en dos días, una etapa maratón llevará a varios cultores a pasar la noche en un solitario ‘bivouac’. Los vehículos serán trasladados a un parque cerrado, donde solo se autorizará la asistencia entre competidores, es decir, el éxito de cualquier arreglo a los bólidos dependerá de la buena convivencia con los adversarios.

Momentos de solidaridad mutua ya los vivió en 2014 el navegante quiteño, quien, si bien no culminó el trayecto, aprendió a valorar la importancia del sentido de colaboración sobre el sacar provecho de los problemas que detengan las marchas de sus contrincantes.

“Nunca podíamos imaginar que íbamos a enfrentar temperaturas de 55 grados. Con esta temperatura, el diésel empezó a calentarse y eso ocasionó problemas en la inyección. Perdimos como 7 horas para volver a arrancar y después nos paramos mucho a ayudar; incluso, a veces, a buscar pilotos cuando veíamos autos abandonados… Llegamos tarde, pasada nuestra hora de salida de la siguiente etapa”, cita el capitalino en la página web de la justa.

Guayasamín añade que el Rally Dakar es, simplemente, impredecible, porque siempre hay algo que no se puede preparar y siempre se hace el doble de lo planificado.

Hace un año, el ecuatoriano se retiró en el quinto enlace y pagó tributo a su inexperiencia. Por eso, decidido a no repetir tal frustración, corrió en el Campeonato Nacional Argentino de Cross Country de 2014, del cual obtuvo el título en la categoría T2.

Consciente de la rigurosidad de los terrenos que atravesará en Argentina, Chile y Bolivia, durante el Dakar 2015, el torneo del país rioplatense le sirvió para probar su capacidad en los caminos difíciles. Con 34 años de edad, su aspiración es finalizar el trazado. Los resultados deportivos los buscará en el Dakar de 2016.
Otro punto vital en el emprendimiento del ecuatoriano es el acompañamiento del copiloto argentino Mauro Lipez, quien está por sumar su quinta incursión en la brega de ruta más extrema del mundo.

Lipez también tiene pendiente acabar la prueba, pues sus andanzas estuvieron marcadas por la mala fortuna. “Corrí 4 veces, en 2011 y 2012 con Hernán Roberti, pero tuvimos que abandonar. En 2013 me convocó el italiano Gianpaolo Bedín, pero también debimos desertar. Y el año pasado estuve con Omar Gandara, pero por una cuestión de reglamento en la última etapa no pudimos acabar”, relata en el portal de la organización.

Respecto al auto, el Toyota Fortuner ‘tricolor’ está listo, en esta ocasión lidiará con el número 395. La carrera de autos cuenta con timoneles de 36 nacionalidades, siendo Francia la de más tripulantes, con 35 pilotos y 36 copilotos; mientras Catar, Arabia Saudita, Andorra, Bielorrusia, Dinamarca, Suecia y Ecuador tienen un representante.