Durante su cuarta presencia en el Rally Dakar, el piloto ecuatoriano Sebastián Guayasamín correrá en un auto Chevrolet, dejando atrás la marca Toyota (Hilux SW4) con la que corrió en las ediciones 2014, 2015 y 2017. “Terminamos nuestro contrato de auspicio, ha sido un año muy complicado en el tema económico”, mencionó el quiteño. 

El nuevo proyecto tiene una duración de cinco años y, según el exponente, es más ambicioso porque entrará en calidad de equipo. “Vamos como escudería oficial; el Dakar tiene equipos independientes, pero ir con una escudería oficial es un paso enorme para el automovilismo ecuatoriano”.

Guayasamín participará en la categoría T1.1, un coche modificado con motor a gasolina de 305 caballos de fuerza.

El coche anterior también era a gasolina. La trayectoria del ‘tricolor’ ha ido en ascenso, al darse a conocer en el Dakar en 2014, cuando inscribió su nombre como el primer ecuatoriano dentro del torneo de ruta más difícil del planeta, sin que ese año ni en el siguiente pudiera terminar el recorrido.

El 14 de enero de este año, Guayasamín completó los más de 10.000 kilómetros que exigió la brega y registró su nombre como el del primer ecuatoriano en culminar el Dakar.

¿Cuál es su propósito en 2018? Son varios, responde. Su enfoque no solo apunta al resultado, sino a la responsabilidad de entrar como timonel de una escudería y ya no como independiente. 

“Entramos a competir como un equipo oficial, es supergrande el peso, pero haber sido el primer ecuatoriano en el Dakar tampoco fue fácil. Hay mucha gente detrás de nosotros esperando un buen desempeño, pero esa es la presión que vivimos los deportistas: el precio de la fama (risas)”.

 En 2017, Sebastián ocupó el vigésimo lugar en su división y el 45 en la clasificación general; en esta ocasión su meta será ganar algunos puestos y sumar más experiencia. Sabe que su obligación es ocupar un sitio cada vez mejor, pero también es consciente de que al exigirse más el riesgo de sufrir algún percance también aumenta y la prioridad siempre será hacer una carrera responsable.

“La vida profesional de los pilotos de Dakar es bastante larga, los proyectos se arman a muy largo plazo. El vencedor del Rally Dakar pasado   (el francés Stéphane Peterhansel), tiene 52 años y yo tengo 37. Los logros se cosechan basados en persistencia; el Dakar es diferente a otro tipo de competencias de automovilismo, no premia la velocidad o el riesgo, sino la constancia”. El ecuatoriano mantendrá de copiloto al argentino Mauro Lípez (46 años), con quien dice entenderse bien.

Lípez no solo conoce el manejo de la brújula, la hoja de ruta y el GPS, sino que también es un gran conocedor de mecánica. En 2018, el Dakar pasará por caminos de Perú; Bolivia y Argentina, con cerca de 9.000 kilómetros de recorrido, repartidos en 14 etapas, que se cubrirán desde el 6 hasta el 20 de enero.

Será la edición 40 de la justa y la novena que se efectúe por países de Sudamérica. La primera se realizó en 2009. (I)