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El longboard se extiende cada vez más en Ecuador

Los movimientos del cuerpo son los que brindan mayor velocidad, disminución o frenado. En Culebrillas, los participantes corrieron a 70 kilómetros por hora.
Los movimientos del cuerpo son los que brindan mayor velocidad, disminución o frenado. En Culebrillas, los participantes corrieron a 70 kilómetros por hora.
Fotos: Álvaro Pérez / El Telégrafo
30 de enero de 2017 - 00:00 - Redacción Fanático

Bajar para de nuevo subir es la esencia del downhill, una de las modalidades del longboard, que gana terreno en Ecuador desde 2006 y reúne a jóvenes de distintas provincias y países, quienes, sin contar con una federación o auspiciantes, organizan torneos y participan en ellos en el sentido más romántico, es decir, por puro amor al deporte.

“Practicamos lo que se conoce como la fórmula uno del monopatinaje”, explica Daniel Calle, mientras se ajusta el casco, minutos antes de lanzarse carretera abajo en el sector de Culebrillas, vía que une San Antonio de Pichincha con Perucho. En este sitio se escenificó hace varios días el Quito Longboard Fest 2017.

Calle (31 años) es uno de los pioneros de esta variante y el más experimentado de los exponentes ecuatorianos.

Su relación con la velocidad en descenso surgió en el Guayaquil de 2007, cuando decidió probar el ‘skate’ que compró en $120 a Carlos Parra, uno de sus amigos.

“Desde que estudiaba en el colegio La Moderna me inclinaba por las actividades de riesgo y, sinceramente, el ciclismo de montaña que hacía en ese entonces ya no me llenaba. Necesitaba algo más fuerte para descargar mi adrenalina”, dice.

Pero la primera cita con esta disciplina no terminó bien; durante una bajada por Lomas de Urdesa, Daniel perdió el control y cayó estrepitosamente, golpeándose la cabeza. Aturdido, pero consciente, el joven recuerda que su amigo, Juan Carlos Cassinelli, quien lo acompañaba, trató de ayudarlo.

El suceso le costó pasar casi un mes en el Hospital Luis Vernaza y, contrario a alejarlo de la patineta, le despertó el afán de aprender las técnicas para dominar el implemento. ¡Ah! y por supuesto, le enseñó lo fundamental de utilizar el casco.

Si bien antes de 2007 ya habían en la costa ecuatoriana personas que usaban la patineta para desplazarse de un lugar a otro, casi todas eran surfistas y para ellas era una extensión del surf. Uno de ellos era Alfredo García, pana de Daniel, quien se convirtió en el otro “fundador” del downhill en skate.

Cual conquistadores de un nuevo mundo, Daniel y Alfredo comenzaron a recorrer su ciudad y otras urbes para descubrir, cada vez más, puntos apropiados donde rodar. Así supieron de un chico en Manta que invertía tiempo en algo parecido, se trataba de Luis Sión.

Paulatinamente, el longboard se extendió a Portoviejo, Atacames, Esmeraldas, Machala, Cuenca, Guaranda, Riobamba y Quito. Y en la actualidad, hay mujeres que lo ensayan, cítese en Guayaquil a Andrea Gómez y Andrea Martínez (que estudia en Quito), Alejandra Arévalo en Manta y Michelle Jaramillo en Cuenca, virreina de esa localidad.

Uno de los aspectos que más atrae a los cultores de este deporte son los viajes a distintas provincias y países, lo que los hace formar parte de una comunidad, no por nada uno de sus lemas es “un skate de velocidad siempre tiene donde llegar”, en referencia al ‘acolite’ de los anfitriones con sus “hermanos”.

En el certamen promovido en la capital nacional, cerca a la Mitad del Mundo, entraron en escena 30 longboarders provenientes de Azuay, Bolívar, Esmeraldas, Guayas, Manabí, Pichincha y Santa Elena. Además concurrieron skateboardings de Argentina, Colombia, Perú y Venezuela.

Andrés Mejía, promotor del evento, expresa que siempre se trata de montar las competencias con la mayor seguridad; él contó con el apoyo de la Policía Nacional y del Ministerio de Salud Pública (MSP), que envió una ambulancia.

Los agentes del orden ayudaron a cerrar la vía y evitar accidentes entre los automotores y los deportistas; esto no molestó a los conductores porque las interrupciones del flujo vehicular fueron rápidas y no representaron acumulación de tráfico.

El certamen se hizo bajo la modalidad ‘corre para clasificar’, que consiste en organizar carreras de tres o cuatro runners por series.  El primero de cada duelo obtiene 100 puntos, el segundo 75 puntos y el tercero 50. Todo corredor concursa en tres lances; pasan a la siguiente ronda aquellos que completen más unidades.

Mejía agradece a la Policía Nacional y al MSP por su contingente, y a las empresas privadas por la patineta, camisetas y demás artículos con los que se premió a los vencedores. Aspira a que en 2018 la justa que impulsa ingrese en el tour de la Federación Internacional de Downhill (IDF); afirma que las conversaciones con un representante de la IDF en Latinoamérica están avanzadas. Hasta ahora ha promovido 4 bregas nacionales: 2013, 2014, 2015 y 2017.

Óscar Gómez (22 años), tablista colombiano, detalla que en esta práctica lo básico es el balanceo del cuerpo que, dependiendo de si se desea tomar velocidad o frenar, requiere ciertos movimientos.

Relata que en una curva se debe arrimar el cuerpo en dirección de esta; mientras más cerrada sea, mayor debe ser la inclinación. En el caso de querer frenar lo aconsejable es derrapar, esto hace que las ruedas dejen de girar. Es permitido ir en cuclillas y apoyarse con las manos; con ello se baja la velocidad y se impide perder la dirección.

Respecto a la ropa, se utiliza un traje de cuero similar al que visten los pilotos de moto GP (motociclismo en pista), guantes con discos de material sintético para colocar las manos y un casco de carbono u otro material calificado. Si no se tiene el ‘overol’ hay que ponerse coderas y rodilleras. (I)

Datos

Como skateboarding nace este deporte, en el estado de California (EE.UU.), en la década del 60. Y sus variantes: cruising, downhill, freestyle... se derivan del surf.

En Quito, el ganador de la serie open fue Gustavo Campi (Guayas). En junior, para menores de 18 años, ganó Neithan Lucas (Guayas). Solo se inscribió una mujer, la manabita Alejandra Arévalo.

Dependiendo de la inclinación de la cuesta se pueden alcanzar velocidades de más de 100 kilómetros por hora. El récord es del Kyle Wester (EE.UU.), que el 29 de  agosto de 2016 corrió a 143,89 kilómetros por hora.

Hay trajes de cuero desde $600, el casco a partir de $350; el monopatín de $250 en adelante. Los guantes de $25 a 75. Es más fácil conseguir los implementos en EE.UU.  

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