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El Telégrafo
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LA POLICÍA BELGA REALIZA UNA SERIE DE REDADAS PARA DAR CON LOS RESPONSABLES DE LOS ATAQUES

Yihadistas atacan el corazón político de la UE

Yihadistas atacan el corazón político de la UE
Foto: AFP
23 de marzo de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo y Leonardo Boix, corresponsales en Madrid y Londres

Bruselas era ayer una ciudad noqueada tras la cadena de atentados que terroristas suicidas perpetraron, la mañana de ayer, contra el aeropuerto de Zaventem y la céntrica estación de metro de Maelbeek, la más cercana al complejo institucional europeo en la capital belga. El balance de los ataques no pudo ser más desolador: más de 34 muertos y centenares de heridos, muchos de ellos en situación crítica.

El grupo terrorista Estado Islámico (EI) reivindicó los atentados en un comunicado enviado a la agencia rusa Tass en el que amenazan con nuevos ataques a todos los países de la Unión Europea (UE). La masacre se produjo tres días después de la detención en Bélgica de Salah Abdeslam, uno de los autores de los atentados de París del 13 de noviembre de 2015 en el que fallecieron 130 personas.

En el primer interrogatorio, Abdeslam reconoció la existencia de “células durmientes” radicales dispuestas a actuar en cualquier momento en Europa. Atrapados por el miedo, los 28 países europeos elevaron la alerta de seguridad al nivel máximo y se establecieron controles policiales en los principales nudos de comunicación del continente.

En Reino Unido, donde la amenaza terrorista es severa, las autoridades elevaron el nivel de alerta y aumentó la presencia policial en las calles y aeropuertos. El primer ministro David Cameron encabezó una reunión de emergencia Cobra en su residencia de Downing Street, en el centro de Londres. Como medida de precaución, todos los vuelos de Gran Bretaña al principal aeropuerto de Bruselas fueron cancelados hasta nuevo aviso.

El pánico en Bruselas se extendió tan rápido como el humo cuando a las 07:45 hora local dos bombas explotaron una detrás de otra en la terminal de salida del aeropuerto internacional de Zaventem, en el noreste de Bruselas, multiplicando la muerte y el horror en un día que aún amanecía y que 90 minutos después terminaría convirtiéndose en el más amargo para los belgas desde la invasión nazi.

A las 09:30 hora local detonaba el tercer artefacto en la estación de metro de Maelbeek, la parada obligatoria de más de 6.000 personas que cada jornada acuden a trabajar a las tres sedes institucionales europeas que funcionan en Bruselas. A partir de ese momento, las principales calles del centro neurálgico de la capital política de la UE quedaron sembradas de sangre, destrucción y el caos causado por un enemigo invisible.

A las nueve menos cuarto los niños ya habían entrado en los colegios y el Parlamento europeo, como la sede del Consejo de Europa y de la Comisión Europea, eran un hervidero de personas. Las líneas de metro vomitando gente en sus laberínticos túneles y cientos de funcionarios, conserjes, camareros, periodistas, turistas y guardias de seguridad repetían las rutinas de todos los días.

Una mujer que trabaja de touroperadora, y que acompañaba a un nutrido grupo de extranjeros al aeropuerto, relató a la cadena de televisión France 2 que tras escuchar unos disparos se produjo la explosión. Al disiparse la humareda pudo ver que “muchas personas yacían en el suelo, sin piernas. Fue horrible”.

Una periodista del rotativo sueco Svenska Dagbladet se encontraba dentro del aeropuerto cuando se produjo “la primera pequeña explosión y después una más grande en la zona de facturación”, explicó ante las cámaras.  

Sentada a 50 metros del mostrador de la compañía American Airlines, llevaba cerca de una hora abismada frente a su computadora repasando los principales informativos matinales, como buena parte de sus colegas a esas horas de la mañana en una terminal siempre bulliciosa como la de Zaventem. De repente sintió que el edificio era sacudido  como por un sismo y corrió hacia la salida. “Todo el suelo temblaba, había humo por todas partes y mucha gente por el suelo en toda la terminal”, añadió.

En un café de la Avenue Michel-Ange, a un paso del Centro Cultural Islámico de Bélgica, en Bruselas, pero a más de 20 calles del elegante edificio de cemento y cristal de la Eurocámara, que cobija a 751 parlamentarios de 28 países, y recibe cada día la visita de 5.000 personas, los clientes habituales pedían café americano y capuchinos.

Un teléfono móvil, sutil como un estilete, trajo la primera voz de alarma: “Dos bombas explotaron en el aeropuerto. Se cree que hay 14 víctimas mortales”. Así relataba a EL TELÉGRAFO Pascale Audry, una ciudadana belga que reside en España, los momentos previos al segundo mazazo. Salió de la cafetería y corrió calle abajo, sin saber bien el motivo, “hacia la Rue de Treves, donde está la sede parlamentaria, muy próxima a la oficina de la empresa de mi marido”.

En ese momento, la estación de metro de Maelbeek se transformó en una segunda trampa mortal para cientos de inocentes. En un sobrecogedor testimonio recogido por Euronews, los supervivientes de este ataque aseguraron despavoridos que “abajo hay gente realmente herida, quemada y sangrando”. La zona fue inmediatamente acordonada por la Policía y el Ejército. Pascal fue invitada a volver a su casa “y no salir de ella hasta nuevo aviso”. Bélgica quedó sitiada, con un nivel de alerta máxima, el rojo, las calles permanecían semidesiertas y las fronteras cerradas.

Para entonces, las noticias empezaron a devorar la ciudad. El miedo y la perplejidad se adueñaron de Europa. Los centros financieros belgas, con las acciones cayendo en picada, cerraron sus puertas. Los pasajeros de las líneas 1 y 2 del metro de Bruselas, una de las que recorren la ciudad de este a oeste durante las 24 horas del día, completamente ignorantes del infierno que se vivía a su alrededor, veían cómo las columnas de humo y fuego producidas por la deflagración se les iba encima provocando la muerte de más de 20 personas y heridas graves a decenas de pasajeros.  

Fue entonces cuando la muchedumbre empezó a correr hacia todas las direcciones y gritaban, mientras los policías y bomberos, tan perdidos y desencajados como muchos ciudadanos, intentaban socorrer al “enorme número de víctimas”, como reconoció el alcalde de la ciudad, Yvan Mayeur, antes de añadir que la situación era “caótica”.

Convoyes de coches oficiales de camuflaje con sirenas rojas de circunstancia se abrían paso y evacuaban a los heridos, agentes de paisano con la chapa en la solapa y sin saber qué hacer, bomberos tiznados, militares con sus trajes de camuflaje y personas de toda raza y condición en movimiento, a veces corriendo, otras caminando, miraban hacia atrás con terror de que una cuarta bomba, que nunca hubo, las alcanzara. (I)

CRONOLOGÍA

Los atentados en Bruselas se produjeron en un contexto de varios ataques en Europa atribuidos al movimiento yihadista Estado Islámico (EI), que comenzaron más de una década, pero tomaron notoriedad en Madrid en 2004.

París (13/11/2016)
130 muertos y más de 350 heridos en varios atentados, algunos de ellos cometidos por kamikazes en París.  

Dinamarca (14/02/2016)
Omar El-Hussein, danés de origen palestino, abre fuego con un arma automática contra un centro cultural.

Charlie Hebdo (07/01/2015)
Dos yihadistas franceses, los hermanos Kouachi, matan a 12 personas, en el semanario Charlie Hebdo en París.  

Bélgica (24/05/2014)  
Un hombre abre fuego en la entrada del museo judío de Bruselas y deja 4 muertos. Fue detenido en Francia.

Gran Bretaña (22/05/2013)
Dos hombres que gritaban “Alá es grande” asesinaron al soldado británico Lee Rigby, de 25 años, en Londres.  

Francia (11/03/2012)
Mohamed Merah, de 23 años, dispara y mata a 3 militares en Toulouse, y en Montauban, en el sur de Francia.

Otras víctimas (19/03/2012)
Mohamed Merah mata a 3 niños y un profesor del colegio judío Ozar Hatorah de Toulouse. Fue abatido.  

Bulgaria (18/07/2012)
Cinco personas fallecieron en el aeropuerto de Burgas, durante la explosión de una bomba dentro de un bus.

Noruega (22/07/2011)
Un extremista estalló una bomba en la sede del Gobierno en Noruega, causó la muerte de 8 personas.

Reino Unido (07/07/2005)
Cuatro atentados suicidas en 3 trenes del metro y un autobús londinenses dejan 56 muertos y 700 heridos.

España (11/03/2004)
Una decena de bombas explota  en Madrid y en sus suburbios, a bordo de 4 trenes, causando 191 muertos.  

Finlandia (11/10/2002)
Un atentado en un centro comercial de Vantaa, cerca de Helsinki, dejó 7 muertos, entre ellos el autor del ataque.  

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Molenbeek, un barrio problemático

Para desgracia de los pacíficos habitantes del barrio de Molenbeek, uno de los 19 municipios que integran Bruselas, tres de los terroristas que causaron la masacre de noviembre en París procedían de allí. Desde entonces, sus 80.000 habitantes, muchos desempleados y la mayoría de raíces árabes, viven la sucesión de redadas policiales que se practican como el enésimo síntoma de la discriminación contra los musulmanes. Ahí fue detenido hace 3 días el terrorista más buscado de Europa, Salah Abdeslam, único atacante que sobrevivió a la masacre perpetrada en noviembre por yihadistas radicales en París.

Fue en las décadas del 60 y 70 que comenzaron a llegar al barrio los primeros campesinos turcos y marroquíes después de que sus gobiernos firmaran acuerdos bilaterales con Bélgica para trabajar en la industria instalada a lo largo del canal navegable que cruza el municipio. Al arribar al viejo Molenbeek ocuparon el vacío que dejaron los obreros de la revolución industrial que tomaron el ascensor social y se mudaron a la parte alta del barrio, más allá de la vía del tren, la frontera que divide a la clase media de la clase depauperada. Desde entonces, en el área marginal se construyeron edificios y se rehabilitaron otros, entre ellos 22 mezquitas con un creciente número de fieles.

Según los estudios que se multiplicaron a raíz de los atentados de París sobre el comportamiento radical de algunos de sus habitantes, los primeros yihadistas salieron de Molenbeek en 2010 rumbo a Somalia. En 2012 comenzó la gran oleada hacia Siria, que alcanzó su nivel más alto el año pasado. Ahora, según informes de la European Strategic Intelligence and Security Center, un think tank especializado en terrorismo, una decena de jóvenes sale cada mes de Bélgica dispuesto a combatir en Oriente Medio.

El porcentaje, de ser cierto, estremece: dos a la semana, casi todos desconocidos para los servicios de seguridad. Otro think tank, el Centro Internacional de Estudios para la Radicalización, publicó en enero que de los 20.000 extranjeros que combaten en Siria, 4.000 son europeos. Y aunque superados en número por franceses, alemanes y británicos, los 440 combatientes belgas son en proporción los más numerosos: 40 yihadistas por cada millón de habitantes.

La alcaldesa de Molenbeek, Françoise Schepmans, denunció los constantes estereotipos que se aplican en el barrio porque “no todos” los terroristas vienen a este distrito y censuró la actitud policial en la zona, ya que, dijo, solo por tener rasgos magrebíes son sometidos a exhaustivas identificaciones. (I)

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