Unidos Podemos supera al PSOE en el inicio de la campaña electoral

La izquierda arrancó ayer con ánimos desatados por la campaña para las elecciones generales del 26 de junio en España. Y no es para menos. El sondeo más fiable publicado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), el barómetro oficial que utiliza el Estado para medir el comportamiento de la opinión pública española, otorga a la coalición Unidos Podemos (UP) entre 88 y 90 diputados, frente a los 71 que sumaban por separado en la anterior legislatura, lo que deja en el aire un triunfo del Partido Popular (PP) que hace escasas semanas parecía cantado.

La formación de Mariano Rajoy, que retrocedería entre dos y cinco escaños, ve peligrar hasta un posible pacto derechista con Ciudadanos, que no logra rentabilizar el empuje mediático de su líder Albert Rivera y que, en el peor de los casos, podría quedarse con unos inservibles 38 representantes en el parlamento, dos menos que los que logró en diciembre.

Pero quien parece que pagará los platos rotos de 6 meses sin gobierno es el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). Según la macroencuesta del CIS, el partido de Pedro Sánchez no ha logrado cautivar a nadie, ni siquiera a una parte sustancial de sus bases de afiliados, y salvo sorpresa descomunal, descenderá un peldaño en el ránking político español para convertirse en la tercera fuerza del próximo Congreso de los diputados, o lo que es lo mismo, en un partido “bisagra” por primera vez en su dilatada historia. Esto significa que, de cumplirse el vaticinio del sondeo, los socialistas quedarían descartados para liderar el futuro gobierno quedándole como único consuelo que las dos fuerzas que ahora le superan en intención de voto, el PP y Unidos Podemos, necesitarán su apoyo para alcanzar la presidencia del país.

El PSOE podría pasar de los 90 diputados actuales a solo 78, un descalabro de magnitudes históricas para una formación que ha presidido 6 de los 12 últimos ejecutivos que ha tenido España. La consecuencia inmediata de este jarro de agua fría lanzado sobre las aspiraciones de su candidato, Pedro Sánchez, es que el partido ha entrado en pánico. También se extiende una cierta sensación de incomprensión del electorado hacia Pedro Sánchez, el candidato que con más energía intentó personalizar los esfuerzos baldíos para formar gobierno en los meses pasados. Pero no es el único. También a Albert Rivera le han penalizado por su pacto estéril con Sánchez.

Pese a todo, los fontaneros de la campaña socialista han decidido cerrar filas alrededor de su líder mientras minimizan el resultado del sondeo con un genérico “nunca dan en la diana”. Pero en su primer acto oficial pudo apreciarse que los socialistas andan con la moral por los suelos. Ayer, en la simbólica Plaza de Pedro Zerolo, la explanada del barrio madrileño de Chueca en honor del activista homosexual más carismático del PSOE que falleció de cáncer hace un año, dirigentes y simpatizantes rivalizaban en el arte del disimulo por la preocupación reinante mientras cortaban la cinta de esta vertiginosa carrera que concluirá el 26 de junio en las urnas. Los socialistas volvieron a reclamar el estandarte de la socialdemocracia española “que intenta arrebatarnos Podemos” y clamaron por un cambio político “que solo llegará si ganamos las elecciones”.

La coalición Unidos Podemos centró su acto principal del arranque de campaña en otro emblemático barrio de la capital, La Latina, un distrito obrero y mayoritariamente de izquierda. Allí, los dos rostros de la fusión, Pablo Iglesias y Alberto Garzón, representaron la epifanía del nuevo tiempo que espera a España tras las elecciones del último domingo de junio. “Nuestro objetivo no es adelantar el PSOE sino ganar al PP y promover un cambio político de verdad en España”, señalaron ambos líderes con los puños levantados al cielo ardiente de Madrid y el signo de la victoria. El convencimiento general en la formación de izquierda es que su evolución hasta los comicios será ascendente pero también que deberán enfrentarse a un sinfín de obstáculos “y juego sucio”, comentó a EL TELÉGRAFO un candidato al Congreso, por buena parte de la plataforma mediática nacional. Al contrario de lo que sucedía en la fiesta inaugural socialista, el multitudinario acto de Unidos Podemos estuvo cargado de optimismo.

Menos afluencia de la prevista tuvieron las aperturas de las campañas electorales del PP y Ciudadanos. El partido de Mariano Rajoy cambió su sede central, el lugar habitual para este tipo de festejos pero que ahora se encuentra embargada por la justicia debido a la corrupción, por el Templo de Deboh, un balcón privilegiado a la zona norte de la capital rodeado de jardines. Su candidato volvió a insistir en que ellos encarnan la responsabilidad económica que reclama Bruselas y la única posibilidad de garantizar el empleo “como lo hemos demostrado en estos últimos años”, aseguró Rajoy. No habló de pactos pos electorales. Como tampoco lo hizo un Albert Rivera, cuyo empuje arrollador quedó varado hace dos semanas en una controvertida gira política por Venezuela. Gran parte de la prensa le apoya sin dobleces y no hay día que no salga en los medios alertando del peligro que, en su opinión, representa Unidos Podemos. Socialistas y Ciudadanos fían sus opciones para cambiar la tendencia del voto en el único debate que se celebrará entre los cuatro principales líderes políticos de España. Será el próximo lunes y será retransmitido por las dos principales cadenas de televisión del Estado. (I)