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Los pequeños partidos serán clave para formar gobierno

Una Grecia cansada vuelve hoy a las urnas

En las estanterías de los periódicos, ciudadanos griegos se informan sobre el cierre de la campaña electoral. Foto: AFP
En las estanterías de los periódicos, ciudadanos griegos se informan sobre el cierre de la campaña electoral. Foto: AFP
20 de septiembre de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Pocos hablan ahora de Grecia. Y cuando lo hacen, describen el drama de los refugiados y el trato vejatorio que miles de personas llegadas desde Turquía reciben de la Policía helena. De las elecciones legislativas que hoy celebran nadie se acuerda. Resulta una paradoja que del pequeño país que en julio puso en jaque a la unión monetaria europea y poco le faltó para derribar la incontestable autoridad alemana en el continente no se sepa ni el nombre del candidato derechista que hoy puede fulminar la carrera política de Alexis Tsipras. Lo peor es que muchos griegos tampoco lo recuerdan. El desinterés y la resignación se ha apoderado de una sociedad exhausta tras nueve meses de batalla contra enemigos tan poderosos como la ‘troika’ y, sobre todo, Wolfgang Schäuble, el implacable ministro de Finanzas germano que aún quiere expulsarles del euro y que hoy estará atento a lo que suceda en Grecia.

Porque, aunque no lo parezca, ni uno solo de los problemas que originaron el terremoto político de junio se ha resuelto. La austeridad sigue repartiendo dentelladas feroces entre la población helena, pero a los 11 millones de griegos con derecho a voto les queda el consuelo de elegir hoy al hombre que afrontará los sangrantes recortes que exigieron los acreedores a cambio de poner los 86.000 millones de euros del tercer rescate sobre la mesa de Alexis Tsipras. Aquello salvó al país de la bancarrota a la que le habían condenado, pero taladró a Syriza que, pese a todo, mantiene una escueta ventaja para reeditar el triunfo que logró en enero y formar un gobierno nuevo.

Su inmediato perseguidor es la coalición derechista Nueva Democracia, rehabilitada tras la renuncia del desprestigiado Antonis Samarás y la llegada de Vangelis Meimarakis, un experto en mercadotecnia electoral con habilidad para crear buenos titulares de prensa. “No le pagamos por horas, ser primer ministro de los 60 euros”, replicó con dinamita a Tsipras cuando defendía el curso de las negociaciones con la ‘troika’ y el tope diario de retirada de fondos de los cajeros durante el cierre bancario impuesto en julio.

Ambas coaliciones están separadas por unos exiguos cinco puntos, 28% de Syriza frente al 23% de Nueva Democracia, en la intención de voto para los comicios de hoy, una nimiedad cuando un 17% de los ciudadanos reconoce estar indeciso. Tras Tsipras y Meimakaris aparece la ultraderecha xenófoba de Amanecer Dorado, a quien los sondeos atribuyen un porcentaje del 4,9%, pero que, al menos, está sirviendo para poner a todos de acuerdo sobre la urgente necesidad de combatir el lento renacer del nazismo en Europa. El resto del pastel de un Parlamento que premia la mayoría absoluta con 151 escaños se lo repartirán entre To Potami, un submarino de la derecha creado en laboratorio para restar votos a la izquierda; el histórico Pasok socialdemócrata que ya no levanta la cabeza ni colocando al frente del partido a una mujer curtida en la alta política como Fofi Yenimatá; el Partido Comunista (KKE) atrapado desde hace décadas en las tinieblas de la ortodoxia; y finalmente está Unidad Popular (LAE), la nueva formación desgajada de Syriza tras la firma del rescate y que fue montada en apenas 20 días. Las encuestas les dan alrededor de un 5% de los votos, lo que les permitirá entrar en la fragmentada asamblea con las justas.

La candidatura de LAE está encabezada por Panagiotis Lafazanis, exministro de Energía con Alexis Tsipras, y cuenta con el apoyo de la expresidenta de la Cámara legislativa, Zoe Constantopoulou, y también con la simpatía de Yanis Varoufakis, un ídolo de masas que tras su salida del Gobierno está alejado de la política.

Lafazanis ha hecho una campaña durísima contra Tsipras, a quien considera una especie de Judas con el programa que le llevó al poder en enero pasado y que tenía como objetivo único acabar con la austeridad. Su partido propone cancelar el tercer rescate y recuperar el poder adquisitivo de los salarios y pensiones. Y, si no hay más remedio, asegura Lafazanis, “habrá que salir del euro y volver al dracma”.

Alrededor de las 21 horas de hoy en Grecia (8 horas menos en Ecuador) se conocerá la configuración del nuevo Parlamento y el nombre del nuevo primer ministro a quien no le quedará otra opción que buscar apoyos en sus rivales para formar Gobierno. Y por lo que indican las encuestas, no resultará sencillo. En Grecia el poder lamina. Ahí está el caso de ANEL, el pequeño partido bisagra que ha sustentado a Syriza desde enero y que corre el riesgo de desaparecer tras estas elecciones. El precio de escribir la nueva tragedia griega cotiza al alza. A nadie le agrada diseñar un plan impuesto de reformas a todas las pensiones y a la baja, ni aplicar el complejo programa de privatizaciones de los servicios públicos que Tsipras prefirió dejar en suspenso para salvar sus manos. Su máximo rival, el derechista Vangelis Meimarakis, sueña con convertirse en el salvador de la patria para inscribir su nombre en el libro de los milagros griegos. (I)

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