Causas como pérdida de reflejos o algunas limitaciones físicas deberían hacer reconsiderar a las personas el dejar de conducir y evitar un posible accidente. Con los años, pueden verse afectadas las facultades al volante de un vehículo. 

Sin embargo, no es una regla que afecte exclusivamente a adultos mayores, porque también puede evidenciar en personas más jóvenes quizás por estrés, cansancio u otros factores que impidan mantenerse 100% seguro al volante. 

Tome en cuenta estas pistas para tomar la decisión: 

1. El resto de conductores te pita demasiado

Este hecho puede indicar que estás conduciendo de forma incorrecta, ya sea cometiendo una infracción o un descuido concreto; o bien a una velocidad no adecuada a la vía. Debería inducirte a examinar tu conducción.

2. Te pierdes realizando trayectos conocidos

Ojo, un despiste al volante lo tiene cualquiera, y puede venir dado por una pérdida de atención mientras hablamos con nuestro acompañante o porque sufrimos alguna enfermedad que la reduce, como la dislexia (que afecta hasta al 15% de la población). Pero si estas pérdidas se vuelven comunes, atención, porque pueden ser síntoma de un deterioro cognitivo aún no diagnosticado.

3. Cada vez tienen más sustos, roces, pequeños golpes…

Este tipo de incidentes implica una pérdida de atención, de reflejos o de capacidad de atención y concentración al volante.

4. Los peatones, los ciclistas u otros coches salen “de repente”

Ojo, porque puede suponer una pérdida de reflejos general. Además, si tienes incidentes con peatones en los pasos de cebra podría implicar una pérdida de visión lateral: si son frecuentes, acude al oftalmólogo.

5. Sufres alguna pequeña salida de la vía

Atento, porque un sobreesfuerzo a la hora de concentrarse en la conducción puede suponer episodios de cansancio y fatiga, lo que puede suponer fallos a la hora de mantener el vehículo en un carril o en la vía.

6. Estrés en la carretera

Controla tu nivel de estrés durante la conducción. A poca gente le resulta indiferente conducir con mucho tráfico, claro; pero debes vigilar si acciones habituales, como tomar una rotonda y abandonarla correctamente o incorporarte a una vía desde un carril de aceleración pasa a provocarte demasiado estrés.

7. Distracciones al volante

Pasarte un desvío, no hacer caso a las indicaciones, superar la velocidad límite de la vía… indica que vas distraído al conducir. Examina si se trata de una distracción puntual o debida a una cuestión concreta o si es general; en este último caso, mucho cuidado.

8. Dificultad o lentitud en los movimientos de la conducción

Atento a dificultades o a dolores en los movimientos que se han de efectuar para conducir: giro de cuello, movimientos en las manos, flexión de rodillas… Te recomendamos algunos ejercicios para relajar los músculos antes y después de conducir, pero un problema en uno de los movimientos citados debería llevarte a ver al médico; varios, a plantearte dejar que otros conduzcan por ti.

9. Problemas de visión nocturna

Existen conductores que no se siente cómodos conduciendo de noche; y es que la visibilidad, lógicamente, no es la misma que durante el día. Pero si de repente notas una caída en tu visión o problemas serios (falta de adaptabilidad a cambios de luz, mayor sensibilidad a luces y faros, brillos en la retina…), acude al oftalmólogo y considera dejar de conducir de noche.

10. Aumento de las multas

Puede ser un signo muy concreto de pérdida efectiva de atención y/o de reflejos. Por eso, si no puedes ligar esas cuestiones a alguna causa concreta, plantéate si aún resultas un conductor apto y seguro.