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Podemos gobernará en Barcelona y lucha por el poder en Madrid

Podemos gobernará en Barcelona y lucha por el poder en Madrid
25 de mayo de 2015 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

España abrió ayer una brecha, la primera de un año electoral frenético, en el mapa político que ha dominado el país durante los últimos 40 años. El PP sufre un desplome histórico al perder el poder en ciudades tan destacadas como Sevilla, Cádiz, Valencia y, posiblemente, también Madrid donde la candidata derechista a la alcaldía, Esperanza Aguirre, ganó por una escasa diferencia a la aspirante de Podemos (Ahora Madrid), Manuela Carmena. El interés se centra ahora en saber si la exjueza de izquierdas logrará formar ese gobierno que muchos esperan. Es aquí donde entra en juego el tercer partido, el PSOE, y en menor medida también el cuarto, Ciudadanos, porque el resto de fuerzas con representación anterior, como Izquierda Unida, desaparece de la escena. En ese escenario deberán pescar las 2 candidatas antagónicas un socio que les permita armar un gobierno municipal con garantías. De lo que pocos dudan es que el daño que ha producido estas elecciones en la capital de España tiene más calado en el PP que en la emergente Podemos.

El PSOE tampoco puede cantar victoria pese a que sus resultados globales no han sido tan desoladores como algunos pronosticaban. De hecho, aún les queda la esperanza de arrebatar la capital andaluza a la derecha y no sería de extrañar que recupere también la Asamblea regional de Madrid tras 25 años de dominio conservador. Pero estos triunfos no alivian las profundas heridas que han dejado las hecatombes sufridas en Barcelona y Valencia. Es, precisamente, la capital catalana donde la imagen del cambio en España puede observarse en toda su plenitud. La inaccesible torre que allí había levantado el partido de centro derecha nacionalista CIU se vino abajo de forma estrepitosa ante el imparable empuje de la plataforma ciudadana Comú, que incluye a Podemos y que lidera Ada Colau, la activista antidesahucios más conocida de España. Un resultado increíble para una formación que en 2012 no existía. Colau podrá gobernar con un Ejecutivo en minoría, aunque probablemente busque apoyos y consenso en otras fuerzas políticas que han logrado salvarse del huracán provocado por la nueva izquierda en Barcelona. “Es la victoria de David contra Goliat, sin estructura profesional, que empezó de cero, pero que ha sido el triunfo contra el miedo. Ha ganado el cambio y, por supuesto, Barcelona”, exclamó Colau, con una sonrisa plena de alegría.

En las calles de Madrid, pese a que Aguirre recibió un puñado de votos más que Carmena, también se alternaban lágrimas de emoción y euforia desatada ya que la suma de los votos de izquierda arrolla a los obtenidos por la derecha que representan el PP y Ciudadanos. “El runrún (el sonido) de la calle es que el cambio ya ha comenzado”, dijo la candidata de Ahora Madrid ante cientos de enfervorizados seguidores. No le faltan razones.

Para España, los resultados obtenidos por Podemos, cuya corta vida le ha impedido organizar listas en todas las ciudades del país, es un cambio generacional y de esquemas políticos en la democracia nacida en 1978, abonada hasta ahora al bipartidismo clásico entre conservadores y socialistas.

Pese a que el PP ha sido el partido más votado en estas elecciones, pierde 3 millones de votos y, lo que es peor, buena parte de su poder se ha desplomado. Nadie quiere pactar con ellos. En Podemos, la triunfadora con los éxitos obtenidos en las 2 primeras ciudades de España, indican que ha llegado la hora de la verdad. Primero, para Pablo Iglesias y su partido, que deben demostrar madurez y altura de miras, y no defraudar las enormes expectativas de sus votantes de una vida mejor. Según los expertos, el 45% de los desempleados ha votado por Podemos. Segundo, para el Gobierno de Rajoy, que se juega el futuro del actual modelo político en los 6 meses que quedan hasta la celebración de las elecciones generales y parece obligado a interpretar con inteligencia la señal de un deseo de cambio.

Los centros de votación cerraron a las ocho de la noche, hora española, pero el escrutinio ha sido lento y a última hora de ayer no estaba claro si la izquierda desplazaría al PP del poder en una de las ciudades más sacudidas por el escándalo de la corrupción como Valencia. Con el 90% de los votos contabilizados, la suma de 3 partidos, entre ellos PSOE y Podemos y sobre todo una sorprendente formación popular llamada Compromís, rozaban la barrera crucial de los 50 asientos en el Ayuntamiento y también en el Parlamento regional que durante 29 años ha estado en manos conservadoras.

Ciudadanos, la emergente formación de Albert Rivera, tal como indicaban los sondeos, ha sido otra de las sorpresas de la jornada y ayer se colocaba como cuarto partido, aunque su representación en las nuevas Asambleas regionales no será tan determinante como esperaban. Nuevos en miles de ayuntamientos y con solo 11 meses de vida a escala nacional, esta formación de centro derecha es otro fruto de la crisis y representa, en otro espectro de la población, una corriente de cambio. (I)

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